Elaine contemplaba como las muchachas celebraban, algo le causaba curiosidad, por un momento ella sintió un tirón, un impulso de compartir, pero se quedó donde estaba, el puesto de Eterna de Adara estaba cerca, y su titulo estaría aun más si lograba el objetivo con Elaine, después de eso, se sincronizarían con el resto para compartir el resto del conocimiento. ─ Esto hay que celebrarlo ─. Anunció Grace abrazando a las tres. ─ ¿Quién quiere comerse una gran y deliciosa pizza? ─. ¿Pizza?, se preguntó Elaine, ella sabía que era, en que consistía y todo lo demás, pero nunca la había probado, en sus doscientos años nunca la había probado, lo mismo que en sus largos años, muchas cosas no las había vivido porque no le conseguía sentido, todas levantan sus manos con energía, pero Elaine solo apenas levantó la de ella, como un saludo simple y apático. La mañana se mostraba encapotada en aquel páramo, el frío viento le hizo despertar tiritando, Renata se estruja un poco los ojos, miró
Youlin contemplaba la espada de Rosa pasando un dedo por la hoja negra, Cerbero la contempla con curioso interés, todos ocultos de camino a Perú en un desvencijado barco pesquero, el suave y inconstante balancear, los crujientes y rechinantes rincones resaltaban que estaban pasando por mares bravíos, por suerte no habían poseídos, ni nadie con posibles auras extrañas, ya que los mismos marineros aclararon que se sentían más seguros en el barco. El demonio se sienta a su lado. ─ Bonita espada ─. Youlin se tensa, pensó lo incómodo de tener a un pervertido a su lado, aun así contestó. ─ No es mía ─ ¿A quién se la robaste? ─ A nadie ─. ─ ¿Todos piensan en aprovecharse de los muertos? ─. Pensó sintiendo cierta molestia, el demonio se quedó en silencio contemplando la espada con Youlin, mientras que Caroline y Darlen discutían planes en el momento en que pisaran tierra, la arqueóloga se mantuvo en silencio, no quería hablar con nadie, el calor asfixiante tampoco le daba ánimo
Renata contempló toda aquella gran altura, solo una pregunta se formó en su mente. ─ ¿Me llevaras con Tristán? ─ No ─ Te curé, me lo debes ─ No ─. Repitió el Nefilim rotundamente. ─ ¿Por qué nadie quiere hacer lo que ordeno? ─ No lo sé, ni me interesa, vamos, busquemos algo de comer ─. Ella se levantó y lo siguió, por lo menos estaba de acuerdo en eso, pero cuando reparó en su camisola, no quiso dar un paso más, el Nefilim se detiene y se gira. ─ ¿Qué pasa? ─ No tengo ropa ─. Dijo en voz baja, ¿timidez?, ¿vergüenza al estar frente a él?, por favor, si ellos ya habían tenido sexo, se habían visto desnudos. El Nefilim rueda la mirada dejándola en blanco, consideró algunos pros y contras y una sonrisa traviesa se formó en su rostro. ─ Si caminamos nos tardaremos más ─ ¿Qué propones? ─ Que volemos ─. Renata se encoge de hombros. ─ ¿Con que avión? ─ ¿Se te olvida que tengo alas? ─. Sus alas volvieron aparecer como volutas de nubes negras, y con pasos solemnes, él se acercó a ella
Aracne quería a Renata fuera de su camino, pero… si le hacía algo a cualquiera de ellas, Darién no se lo tomaría bien y sería ella quien pagaría las consecuencias, su pecho se sintió pesado, ella amaba al Nefilim, más que nada, de pronto pensó, si Rosa estaba desilusionada con Darién, tal vez… una sonrisa maliciosa se cruzó en su rostro y se marchó. Su vértigo se convirtió en paz y la sensación de vacío en su cuerpo se convirtió en serenidad, ella volaba, ella confiaba en el Nefilim, ciegamente su ser confiaba en él, hasta el punto dejar su vida en sus manos, se gira en el aire quedando boca abajo, abrió los ojos abriendo aun más sus brazos, la fuerte brisa que azotaba su cara le sacó unas légrimas así que los cerró de nuevo, unos fuertes brazos la sujetaron nuevamente con gentileza volviéndola a llevar arriba, otra vez en lo más alto, la volvió dejar caer, durante una hora la hizo volar, bailar, jugaba con ella en el aire, y Renata nunca había experimentado tanta libertad c
El viento soplaba suavemente por la ventana, el Nefilim entra a la habitación para contemplar a Renata dormir, sintió una gran urgencia de besarla cuando se giró boca arriba estirándose, ver esos suaves labios y su rostro tan relajado, sin la tensión del miedo o del peligro en ella, la luz que emitían las farolas de keroseno la hacía ver casi angelical, se aferró más a las mantas y farfulló algo que a Darién le causó algo de gracia, vio como ese maldito anillo brillaba en su dedo, tendrían que buscar un espejo o un cristal lo suficientemente grande para entrar a la casa de Aracne o hacer para que ella entrara, frunció el ceño y salió de la habitación sin hacer ruido. Renata soñaba, soñaba con Darién y todas aquellas cosas que él le mostró, y otras cosas más que no recordaba, pero le eran conocidas, vio como se sumergían en un beso profundo bajo el cielo estrellado, ella siendo amada por Darién, sus labios recorriendo su piel hasta hacerla gemir de placer, y… ─ Mátalo ─. Rena
Esa noche todos celebraron en casa en casa de Adara, Steffany, Adara, Grace y… Elaine, elevaron un brindis por Steffany y el ascenso de Adara. ─ Hermana Adara ─. Llamó Elaine cortando con la celebración. ─ ¿Si? ─ No quiero ser pesimista, pero…─ Pensemos en eso más tarde ─ ¿Qué quieres decir Elaine? ─. Preguntó Steffany intrigada, tomando una rebanada de pizza. ─ Ahora es cuando tus pasos como novicia incrementan, serán más exigentes, debido a que eres Nefilim ─ Aclaró Adara. ─ Eso es lo que quería saber, ¿Por qué a los Nefilim se les exige más? ─ No quiero sonar clasicista pero, es debido a que somos como una especie de seres superiores ─. Aclaró Adara. ─ ¿Por qué a los humanos no? ─ Debido a que son demasiado vulnerables, sus mentes son inestables, delicadas por decir lo menos, hay que tratarlos con más cuidado ─ ¿Tu eres Nefilim, Elaine? ─. Preguntó Steffany. ─ No, soy humana ─. Steffany parpadea en asombro. ─ Humana y ¿Dijiste que tenías cuanto? ─. La conversación se int
La mañana siguiente se despertó, feliz, libre, sobre todo libre, no había sortija, ni peso en su dedo, solo un pequeño ardor que fácilmente se podía ignorar, su mente estaba más clara y se lo debía a él, al extraño de ojos plateados. ─ Buenos días ─. Canturreó Darién suavemente, Renata le sonríe cariñosamente con unos ojos somnolientos, ella no quería levantarse de su pecho, se sentía tan cómoda allí. ─ Tenemos que viajar ─. Anunció Darién acariciando el cabello de Renata. ─ Cinco minutos ─. Gimió Renata acomodándose más a gusto sobre Darién. ─ Solo tenemos un par de semanas ─ ¿Un par de semanas? ¿Para qué?, ¿Para donde? ─ Tenemos que viajar a España ─ ¿Para qué? ─. Pensándolo mejor, Darién consideró en llevarla primero a casa de Aracne, pero dadas las circunstancias. ─ Dame un momento ─. Dijo Darién adentrándose al baño, Renata se quedó sentada en la cama con hombros caídos, algo desanimada, no quería levantarse, latidos después escuchó al Nefilim hablar con alguien, Renata
Los alrededores de la granja se encontraban en pleno silencio, ni una pizca de brisa se sentía afuera, Darién sale con cautela mirando a todos lados. ─ ¿Escuchas algo? ─. Susurró Darién. ─ No oigo nada ─. Contestó susurrando. ─ Ese es el punto ─ ¿Y por qué estamos susurrando? ─ Ni las aves cantan, todo está tan… callado, será mejor salir de aquí, ahora ─. Un brillo, un trueno, Darién coloca su espada, una bala impacta con ella, la bala iba directo a la cabeza de Renata, él la toma entre sus brazos y en un parpadeo convoca sus alas y despega, por el fuerte despegue Renata ahoga un grito apretando sus dientes, Darién zigzaguea provocando que el tirador no tenga buena puntería, mientras que el estómago de Renata se revuelve con Darién haciendo piruetas en el aire. Sofía tiritaba acurrucada en un rincón de la celda, sollozando, una parte de ella se sentía tan miserable por haber cometido semejante traición, pero otro lado no sentía remordimiento alguno, aquella confusión la esta