Capítulo 26.

La tarde fue perfecta para Oliver.

La pequeña Milagros y él disfrutaron del parque de diversiones, tomaron helado de chocolate y vainilla y rieron a carcajadas con la actuación de unos mimos muy graciosos que se cruzaron en el parque.

Pero, una vez Milagros terminó el tiempo que le pertenecía con él, todo se terció.

Brianda le abrió la puerta y automáticamente su rostro mostró una enorme sonrisa de oreja a oreja para la pequeña.

Pero una vez ella entró en la casa, su rostro tornó serio y él no podía sentirse más culpable.

Raquel se había presentado aquella mañana en su despacho a disculparse con él, algo que le pilló de sorpresa.

Luego se ofreció a acompañarlo a comer y lo último que él esperaba era verlos a

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