La tarde fue perfecta para Oliver.
La pequeña Milagros y él disfrutaron del parque de diversiones, tomaron helado de chocolate y vainilla y rieron a carcajadas con la actuación de unos mimos muy graciosos que se cruzaron en el parque.
Pero, una vez Milagros terminó el tiempo que le pertenecía con él, todo se terció.
Brianda le abrió la puerta y automáticamente su rostro mostró una enorme sonrisa de oreja a oreja para la pequeña.
Pero una vez ella entró en la casa, su rostro tornó serio y él no podía sentirse más culpable.
Raquel se había presentado aquella mañana en su despacho a disculparse con él, algo que le pilló de sorpresa.
Luego se ofreció a acompañarlo a comer y lo último que él esperaba era verlos a
Un silencio sepulcral se hizo en medio de los dos.Oliver miraba a Brianda fijamente a los ojos. Ella le sostenía la mirada sin dudarlo, pero no sabía muy bien qué hacer ahora que estaban solos y frente a frente.-¿Y bien? -Oliver fijó su mirada en los labios de Brianda tras romper el silencio que les rodeaba.-¿Qué quieres saber, Oliver? -Brianda fingió no saber de qué le estaba hablando Oliver, pero en el fondo estaba convencida de que, sabiendo cómo era su carácter, no lo dejaría pasar.Oliver bufó, pues se dio cuenta que no sería fácil hacerla ceder.-¡Brianda! -La voz de Roxana resonó a lo lejos.En lugar de responder, Brianda dio un paso al frente y volvió a besar a Oliver. Éste, sin entender nad
Brianda se quedó pensativa, hasta que decidió romper el silencio, sin percatarse de la llegada de Raquel.-Daniel, yo te quiero muchísimo pero, lamentablemente, de quien estoy enamorada es de Oliver. No quiero hacerte daño, pero te mereces que sea honesta contigo. -dijo Brianda sin más dudas.Oliver suspiro aliviado, pero Daniel se había quedado en shock.-¿De verdad vas a perdonarlo? -respondió éste con un hilo de voz.Brianda simplemente guardó silencio.-Bien, entonces... Suerte. Con él y con sus mentiras. Daniel se marchó sin mirar atrás, pero las lágrimas rodaban por su rostro.Roxana, desde la otra punta, observaba la escena sin atreverse a mencionar nada.-Oliver, querido, ¿Tienes ya cinco minutos para mi?, ¿O es que me tocará pedirle cita a tu secretaria igual que tu esposa? -la voz de Raquel sacó a todos de sus pensamientos.-¿En algún momento piensas dejar de ir tras Oliver?, ¡Eres patética, Raquel! -gritó Brianda.Oliver quedó sorprendido y las comisuras de sus labios se c
La casa estaba más hermosa de lo que Oliver podría haber imaginado, pues él no había pasado más allá de la entrada en los últimos meses.Shara apareció por la puerta nada más escuchar abrir a Brianda, pero lo último que ella esperaba ver era a su niña con Oliver, la persona que, a su parecer, le había destrozado la vida a Brianda.-Lo lamento, niña, no sabía que estas horas son de visita para la pequeña Milagros. -espetó Shara, claramente molesta por la llegada del apuesto Anderson.-Me acabo de enterar de que debo dar explicaciones en mi propia casa cuando llego acompañada de mi, todavía, marido. -Brianda se puso a la defensiva y esto no pasó desapercibido para Shara.-Niña, yo solo decía que Don Oliver no tiene nada que hacer aquí a esta hora. -la niñera levantó la cabeza con dignidad, como si ella estuviera por encima de Oliver.Pero, para su desgracia, nada estaba más lejos de la realidad y Brianda no tardó en hacérselo saber.-Shara, es mi vida, es mi casa, es mi hija y es mi mar
Las manos de Oliver recorrieron la piel de Brianda. La sentía como propia y la mimaba en cada caricia que le proporcionaba.Los suaves gemidos fueron naciendo del contacto del calor de ambos cuerpos, los besos cada vez eran más y más intensos y la pasión los embriagó por completo.Brianda decidió no pensar esa noche y sólo sentir. Sentir el amor.¿A quién quería engañar? Oliver era el amor de su vida.Su piel se erizaba al paso de los labios de Oliver, quien fue trazando un camino de besos desde su cuello hasta su clavícula, arrancándole nuevamente un acorde de gemidos a Brianda. Ella echó su cabeza hacia atrás, despejándole el camino para darle vía libre a recorrer su cuerpo. Oliver comprendió el gesto, despojándola así de su ropa con más confianza.Besó su busto ya desnudo y se recreó en su seno derecho, deslizando su lengua por su pezón rosado y mordisqueándolo después, masajeando el izquierdo al mismo tiempo.Ella enterró su mano derecha en su cabello y tiró suavemente de el. Com
Brianda despertó a las cinco de la mañana por el ruido incesante de la vibración del teléfono móvil sobre su mesilla de noche. En un primer momento ella creyó que era su teléfono, pero después vio que no podía estar más equivocada. Era el teléfono de Oliver y la llamada no podía ser más desafortunada: Raquel. Había hecho otras dieciocho llamadas, pero, dado que tanto Oliver como Brianda habían quedado exaustos por su noche de pasión, él no lo había escuchado vibrar en la mesilla antes ni ella tampoco.Un tanto molesta, Brianda despertó a Oliver con un pellizco en la mejilla. Éste, que no entendía nada, la miró con incredulidad."¿Qué ha pasado para que esté así?" se preguntaba a sí mismo mentalmente, tratando de entender. No le dio tiempo a preguntar, ya que nuevamente entró otra llamada y Brianda le tiró el teléfono encima.Oliver arrugó el entrecejo, pues él no tenía ni idea de por qué le estaba llamando a esa hora aquella loca mujer.-Brianda te juro que no entiendo qué hace llam
-Niña no estoy de acuerdo en que este señor se acomode en la casa con sus pertenencias -la voz de Shara resonaba por todo el despacho de Brianda.-¿En qué momento yo he pedido tu opinión, Shara? Te recuerdo que yo hago lo que quiero en mi casa. Si no estás cómoda, bien puedes irte. -Brianda miraba a la mujer con una ceja arqueada.Como no supo que más decir, la ama de llaves se dio la vuelta y salió del despacho, visiblemente molesta, pero a Brianda poco y nada le importaba.Habían pasado varios días desde que trajo a Oliver a casa y Milagros no podía ser más feliz. Tampoco ella podía negar su evidente felicidad, sobre todo a las seis de la tarde, cuando ambos iban a recoger a la pequeña al colegio o a sus extraescolares y ella salía con esa felicidad que llenaba por completo el corazón de Brianda.Y hoy era el cumpleaños de Milagros, y Brianda no estaba dispuesta a permitir que nadie se lo arruinara.Comenzó a sonar el teléfono y Brianda lo contestó.-Hola, preciosa. ¿Me estás extrañ
Ese día llegaron a casa de Oliver, que era la más cercana al local del cumpleaños. Los tres estaban exaustos. Shara estaba bastante enfadada y era visible en su rostro, pero a Brianda, Oliver y la pequeña Milagros, poco y nada les importó.Rosi ya tenía la cena lista para la pequeña familia y, sin previo aviso, Juan Antonio también se hizo presente a la reunión de la pequeña familia.Disfrutaron de una deliciosa dorada al horno con su guarnición de patatas panaderas y un vino Rivera del Guadiana.La pequeña le contó con entusiasmo a su tío todos los regalos que había recibido y, en un momento inesperado, un grito proveniente del jardín les llamó a todos la atención.No era otra que Shara, la cual estaba arrinconada al lado de un aspersor por Manchas, el regalo que Juan Antonio había traído para su sobrina como sorpresa, pero que ya, lógicamente, no lo sería.Shara gritaba como loca y el pequeño dálmata no dejaba de saltarle encima y lamer sus pies.En un intento de golpear al cachorr
Brianda observó la escena, sorprendida. Por más que se esforzaba, no entendía nada. Llevó su vista de Oliver a Juan Antonio de forma intermitente, esperando tener alguna señal que la hiciera entender qué se suponía que era todo aquel "show" de Raquel y a esas horas de la noche. Pero no obtuvo nada.-Bien, creo que es mejor dejar que ellos hablen -espetó Juan Antonio mirando a Shara- A solas, Shara.Ésta, en lugar de irse, se mantuvo al lado de Brianda, tratando de confundirla más.-Niña, no le haga caso, ellos sólo quieren engañarla, este hombre -señaló a Oliver- sólo quiere de usted su fortuna y arrebatarle a Milagros -por mucho que trató de disimular su voz, Shara no pudo esconder lo mucho que detestaba a Oliver.-¡Basta!, ¡Ni una palabra más, Shara!... Como bien dice mi hermano, esto es un problema entre mi marido y yo, y antes de que abras la boca, te advierto que si dices una sola palabra más en contra de mi marido, quedarás despedida sin contemplaciones. -Brianda gritó, paraliz