Las manos de Oliver recorrieron la piel de Brianda. La sentía como propia y la mimaba en cada caricia que le proporcionaba.Los suaves gemidos fueron naciendo del contacto del calor de ambos cuerpos, los besos cada vez eran más y más intensos y la pasión los embriagó por completo.Brianda decidió no pensar esa noche y sólo sentir. Sentir el amor.¿A quién quería engañar? Oliver era el amor de su vida.Su piel se erizaba al paso de los labios de Oliver, quien fue trazando un camino de besos desde su cuello hasta su clavícula, arrancándole nuevamente un acorde de gemidos a Brianda. Ella echó su cabeza hacia atrás, despejándole el camino para darle vía libre a recorrer su cuerpo. Oliver comprendió el gesto, despojándola así de su ropa con más confianza.Besó su busto ya desnudo y se recreó en su seno derecho, deslizando su lengua por su pezón rosado y mordisqueándolo después, masajeando el izquierdo al mismo tiempo.Ella enterró su mano derecha en su cabello y tiró suavemente de el. Com
Brianda despertó a las cinco de la mañana por el ruido incesante de la vibración del teléfono móvil sobre su mesilla de noche. En un primer momento ella creyó que era su teléfono, pero después vio que no podía estar más equivocada. Era el teléfono de Oliver y la llamada no podía ser más desafortunada: Raquel. Había hecho otras dieciocho llamadas, pero, dado que tanto Oliver como Brianda habían quedado exaustos por su noche de pasión, él no lo había escuchado vibrar en la mesilla antes ni ella tampoco.Un tanto molesta, Brianda despertó a Oliver con un pellizco en la mejilla. Éste, que no entendía nada, la miró con incredulidad."¿Qué ha pasado para que esté así?" se preguntaba a sí mismo mentalmente, tratando de entender. No le dio tiempo a preguntar, ya que nuevamente entró otra llamada y Brianda le tiró el teléfono encima.Oliver arrugó el entrecejo, pues él no tenía ni idea de por qué le estaba llamando a esa hora aquella loca mujer.-Brianda te juro que no entiendo qué hace llam
-Niña no estoy de acuerdo en que este señor se acomode en la casa con sus pertenencias -la voz de Shara resonaba por todo el despacho de Brianda.-¿En qué momento yo he pedido tu opinión, Shara? Te recuerdo que yo hago lo que quiero en mi casa. Si no estás cómoda, bien puedes irte. -Brianda miraba a la mujer con una ceja arqueada.Como no supo que más decir, la ama de llaves se dio la vuelta y salió del despacho, visiblemente molesta, pero a Brianda poco y nada le importaba.Habían pasado varios días desde que trajo a Oliver a casa y Milagros no podía ser más feliz. Tampoco ella podía negar su evidente felicidad, sobre todo a las seis de la tarde, cuando ambos iban a recoger a la pequeña al colegio o a sus extraescolares y ella salía con esa felicidad que llenaba por completo el corazón de Brianda.Y hoy era el cumpleaños de Milagros, y Brianda no estaba dispuesta a permitir que nadie se lo arruinara.Comenzó a sonar el teléfono y Brianda lo contestó.-Hola, preciosa. ¿Me estás extrañ
Ese día llegaron a casa de Oliver, que era la más cercana al local del cumpleaños. Los tres estaban exaustos. Shara estaba bastante enfadada y era visible en su rostro, pero a Brianda, Oliver y la pequeña Milagros, poco y nada les importó.Rosi ya tenía la cena lista para la pequeña familia y, sin previo aviso, Juan Antonio también se hizo presente a la reunión de la pequeña familia.Disfrutaron de una deliciosa dorada al horno con su guarnición de patatas panaderas y un vino Rivera del Guadiana.La pequeña le contó con entusiasmo a su tío todos los regalos que había recibido y, en un momento inesperado, un grito proveniente del jardín les llamó a todos la atención.No era otra que Shara, la cual estaba arrinconada al lado de un aspersor por Manchas, el regalo que Juan Antonio había traído para su sobrina como sorpresa, pero que ya, lógicamente, no lo sería.Shara gritaba como loca y el pequeño dálmata no dejaba de saltarle encima y lamer sus pies.En un intento de golpear al cachorr
Brianda observó la escena, sorprendida. Por más que se esforzaba, no entendía nada. Llevó su vista de Oliver a Juan Antonio de forma intermitente, esperando tener alguna señal que la hiciera entender qué se suponía que era todo aquel "show" de Raquel y a esas horas de la noche. Pero no obtuvo nada.-Bien, creo que es mejor dejar que ellos hablen -espetó Juan Antonio mirando a Shara- A solas, Shara.Ésta, en lugar de irse, se mantuvo al lado de Brianda, tratando de confundirla más.-Niña, no le haga caso, ellos sólo quieren engañarla, este hombre -señaló a Oliver- sólo quiere de usted su fortuna y arrebatarle a Milagros -por mucho que trató de disimular su voz, Shara no pudo esconder lo mucho que detestaba a Oliver.-¡Basta!, ¡Ni una palabra más, Shara!... Como bien dice mi hermano, esto es un problema entre mi marido y yo, y antes de que abras la boca, te advierto que si dices una sola palabra más en contra de mi marido, quedarás despedida sin contemplaciones. -Brianda gritó, paraliz
Brianda y Oliver se fueron a dormir después de aquella reunión en el despacho y la toma de decisiones de ambos. Ella sentía una extraña sensación en el pecho, pero prefirió no decirle nada a Oliver para evitar ponerle de peor humor tras lo sucedido un rato antes. Él estaba molesto y tenía toda la razón del mundo.Se sentía como una tonta por haber creído ciegamente en Shara. Pero también había un halo de decepción en cuanto a ella, ya que Brianda realmente creyó en el cariño de su ama de llaves hacia ella.Se dejó caer suavemente en la cama y, mirando al techo, dejó escapar un suspiro que para Oliver no pasó desapercibido, pero no quiso echar más leña al fuego.Él mejor que nadie sabía cómo se sentía su mujer.Cuando él descubrió que su madre era quien movía los hilos para que Daniel se acercase cada vez más a Brianda, sintió tanto dolor que perdió toda la confianza y fe tanto en Daniel como en su madre.Aunque él creía que su mejor amigo ya no estaría enamorado de su mujer después d
Brianda consoló a su pequeña hija, prometiéndole comprar un vestido nuevo mejor que aquel que fue destruido misteriosamente.No podía explicar por qué, pero tenía la corazonada de que había sido Shara quien lo había roto mientras todos dormían, destrozando así la ilusión de su hija. Y esto la molestaba aún más, pues para ella su hija era intocable.Oliver también estaba pensativo. Al igual que su esposa, no hizo ningún comentario frente a la niña, pero también tenía el pensamiento de que Shara era la responsable de aquel momento tan horrible para su pequeña.Por si fuera poco, la ama de llaves no perdía tiempo en desprestigiarle frente a su mujer, su hija, su cuñado y el resto de empleados.Si bien Brianda lo defendía, la situación comenzaba a molestarle seriamente.-Llama a Rosi -la voz de Brianda le sacó de sus pensamientos.-¿Qué?, ¿Se te olvida todo lo que pasaste con ella? -Oliver no daba crédito a las palabras de su esposa.-No, créeme que no. Pero ahora mismo necesito alguien q
Los fuertes pasos resonaban por aquel largo pasillo.Shara iba andando, pero pisaba con toda la rabia que se guardaba dentro. No conseguía entender en qué momento dejó de tener todo bajo control con Brianda. Pero no tenía dudas, sabía que todo era culpa de Oliver Anderson.Desde el principio todo fue culpa de él.Recordó cómo Brianda era una niña a la cual ella dominaba perfectamente cuando tenía cinco años. Todo era perfecto, era una niña educada y bien portada. No era una niña que llorase o hiciera berrinches, todo lo contrario; era silenciosa, se entretenía con cualquier juego y nunca dio problemas de alimentación o sueño.Shara envidiaba a su jefa por haber logrado adoptar a una niña tan hermosa y buena, así como por tener por esposo a un hombre tan importante y sobre todo rico.La mujer no veía justo que su señora tuviera una vida cómoda, plena y feliz, mientras que ella, en aquel entonces, no era más que una simple niñera.Un buen día, su jefe le informó de que los niños, Bria