***ABEL*** Verla a ella y que me abrazara con tanta fuerza, alivió un poco el dolor de mi pecho. Me aferré a su cuerpo llorando, sin poder parar y ella estuvo en silencio sin soltarme. Se mantuvo conmigo hasta que me llamaron para embarcar. —Te quiero —me dijo al despedirse. En medio de la tristeza sentí alegría. Traté de absorber su aroma para no extrañarla tanto. Fue dificil el viaje porque no paraba de pensar en el estado de Miguel y Marcela. No quería ser pesimista, pero con el informe que había recibido, no lo podía evitar. A penas bajé del avión, llamé a mis papás a avisarles y luego a Carolina. Fui directo al hospital. Me encontré con el médico con el que había hablado y resultó ser conocido de alguno de los congresos de medicina a los que había asistido. Me llevó a ver a mi hermano y la avalancha de dolor se incrementó al verlo en la cama, entubado y conectado a un respirador. Su estado era realmente grave. Intenté guardar la compostura, pero no pude, tuve que salir a
***ABEL*** La muerte de mi hermano, de mi mejor amigo, de mi consejero, fue como si me arrancarán una extremidades sin anestesia, fue un dolor insoportable. El dolor más desgarrador que había vivido hasta ese momento... Becky se quedaría conmigo. Mi hermano lo habría querido así y la familia de Marcela no eran buenos con ella. Mis papás tampoco estaban en condiciones de cuidar a una bebé. Me asustaba la idea, pero veía a Becky como una parte de Miguel y me esforzaría por ser un papá para ella. Era lo menos que podría hacer por él, por compensar todo lo que mi hermano hizo por mi. "—...lo lograrás y yo estaré para ayudar en todo lo que pueda"— esas palabras y todo lo que había hecho Carolina en esos días por todos nosotros, me hacían quererla más. Caro, mi Caro estuvo ahí levantándome cada vez que me desmoronaba; fortaleciéndome ,animándome. Ella había sido una apoyo incondicional, mi polo a tierra cuando sentía que iba a perder la cordura por la rabia y el dolor. Sus brazos eran u
***ABEL*** Necesitaba aire, un paseo con Lana me ayudaría. Acababamos de tener un momento cargado de pasión. Mis deseos hacia Carolina eran demasiados, quería todo de ella, pero la respetaba mucho más. Tuve que hacer un esfuerzo casi doloroso por separarme y agradecí que la comida se quemara. Mientras caminaba, iba pensando en lo importante que se había convertido Carolina para mí y en lo enamorado que estaba de esa mujer. Recordé la conversación con Ana. Carolina había pasado por una mala experiencia con alguien que quería solo quitarle la virginidad y yo no iba a permitir que ella pensara que también era lo que yo quería. Yo la amaba de manera genuina, y sí, también la deseaba, pero lo que sentía por ella iba más allá de la pasión y el deseo. Esa noche juré al cielo y a mi mismo controlar mis deseos, hasta hacerla mi esposa. De regreso la encontré preparando un tetero para Becky que estaba por despertar. Después de atender a la bebé le pedí a Caro que se quedara a dormír co
***CAROLINA*** Llegando la noche, sentados en la sala de estar, Regina entraba y salía del shock. Lloraba y se serenaba. Yo pasé por exactamente lo mismo. Cuando mis papás murieron, por ratos mi cabeza me traicionaba y me hacia pensar que habían salido, que regresarían pronto o me hacía creer que todo era una pesadilla y que al despertar ellos estarían ahí. Pero la realidad me pegaba de golpe para recordarme que ellos no estaban y no volverían. Lloraba y otra vez entraba en ese mismo estado. Y se avecinaba lo peor. Perder a un ser amado, nunca será fácil. A veces cosas simples te lo recuerdan de golpe, como un olor que percibes, o su comida favorita, una canción... Abel les dio de nuevo calmantes a sus padres y se fueron a su habitación a dormir. Nosotros nos fuimos a su cuarto después de alimentar y dormir a Becky. Abel se acomodó semisentado con la bebé en el pecho y yo me acomodé a su lado. En algún momento de la noche nos quedamos dormidos. Temprano me desperté con un poco
***ABEL*** La Gioconda o Mona Lisa representa entre otras cosas, serenidad, sencilles, pureza, castidad. Qué mejor manera de describir a Carolina. Tenía razón al sentirse identificada con ella. Meditaba en eso mientras llevaba los platos del almuerzo que había llevado Lorena. Lorena y su familia habían sido siempre parte de nuestra familia. Habíamos crecido juntos. Sus padres eran amigos cercanos de los míos. Siempre tuvieron deseos de que me fijara en ella, pero yo solo podía verla a lo sumo como una hermana. No era el tipo de mujer con el que podría imaginarme el resto de mi vida. Salí de la cocina y vi la expresión incómoda de Carolina. ¿Qué habría podido decirle Lorena para que tuviera esa cara? Lorena me pidió llevarla a su casa y noté los ojos de Carolina entristecidos. ¡Cuánto amaba la honestidad de su mirada! Me permitía ver cuando estaba feliz, triste o furiosa... En ese momento pude intuir que se sentía amenazada por la presencia de Lorena, quien no era nada discreta ha
***CAROLINA*** —No tenemos nada de que hablar, Abel. —Caro, por favor, debo explicarte lo del... —Abel ¡No! —Le iba a cerrar la puerta en la cara, no quería escucharlo, no quería que su mirada, me hiciera dudar y caer de nuevo en su juego. Puso su mano frenando que cerrara la puerta. —Está bien, no insistiré —había tristeza en sus ojos y me contuve de mirarlo fijo, podía estar fingiendo—. Traje a Becky, ella también quería verte. Mi rabia se esfumó en cuestión de segundos por la bebé. Miré hacia el carro, buscando con ansias verla. Él fue por ella y la bajó. Me la dio en los brazos rozando mi piel, haciendome sentir la corriente habitual de su contacto. —Si quieres la vengo a buscar en un rato —dijo mirándome a los ojos y alcancé a ver que tenía los suyos cristalizados. Sentí debilidad, pero me esforcé por contenerme. —Ok—fue lo único que le dije. Entré a la casa y cerré la puerta mientras lo ví caminar a su carro. Me reconfortaba la presencia de Becky. Había estado todo el
***ABEL*** Estaba acostado intentando dormir cuando escuché a Lana ladrar y luego el timbre. Me asomé por la mirilla de la puerta y la vi ahí. Le abrí de inmediato. Sostenía unos papeles en la mano y sus ojos estaban irritados de llorar. Levantó la mano con los papeles mostrándomelos y fue cuando supe de qué se trataba. Había estado escribiendo cartas dirigidas a ella para no sentir tan dura su ausencia. —Caro, ¿quién te dio eso? —Lo siento, las agarré de tu cajón —Me miró por unos segundos a los ojos antes de hablar nuevamente—. Dime que esto es real, Abel. —Cada letra. —Dime a la cara, ¿qué es lo que quieres de mi? —¡TODO! Yo quiero todo de ti, Carolina —afirmé sin titubeos. —¿Realmente me amas? Me acerqué a ella. —¿No te has dado cuenta que me muero por tí? ¿No has notado todo lo que siento por tí? Claro que te amo, te amo completa. Eres un tesoro para mí —Apretó los ojos queriendo retener las lágrimas, pero algunas escaparon de sus ojos. Las limpié con mis dedos y cubrí
***CAROLINA*** Había pasado toda la mañana en reunión con los floricultores, buscándole solución a un problema que surgió en el invernadero de tulipanes, se había perdido una gran cantidad que debía ser entregada y la situación me tenia estresada. Salí con dolor de cabeza y camino a mi oficina apareció Adela con un ramo de rosas blancas. —Por aquí estuvo tu amado y te dejaste esto. —¿Estuvo aquí? ¿Con la bebé? —Sí, iba con el bebé. —¡Vaya! ¿Por qué no me esperó? —Supo que estaba en reunión y no quería molestar. Me pidió que te diera esto con esta tarjeta. —Tan bello —Tomé el ramo de rosas y la tarjeta. Solo ese hombre podría mejorar mi día en cuestión de segundos. Abel me tenía derretida con sus atenciones, con sus detalles y sus palabras. Había estado llevándome rosas blancas, magnolias blancas y rosadas y claveles rojas. Cada una de las flores tienen significados por sus colores. Pureza, inocencia y amor puro. Adela me había dicho que se había convertido en un fiel cliente d