Capítulo 49
Ella lo sabía todo perfectamente. Pero aun así, había dejado escapar ese comentario instintivamente, solo para escuchar en su respuesta lo que ya sabía, como si quisiera herirse a sí misma.

—Entiendo —dijo Sonia—. ¿Ya ha dicho todo lo que quería decir, señor Campos? ¿Puedo bajarme?

Andrés no respondió, pero pareció reducir aún más la velocidad. Finalmente, detuvo el coche junto a la acera.

Sonia no dudó y se giró para abrir la puerta.

—Sonia —su voz llegó repentinamente desde atrás.

Su movimiento se detuvo, pero no se volteó.

Andrés apretó el volante, eligiendo cuidadosamente sus palabras. —Por nuestro pasado matrimonial, si los Fuentes tienen algún problema... puedes decírmelo.

—No me insulte de esta manera.

Sonia apretó lentamente la manija de la puerta. Después de un momento, respondió: —Gracias entonces, señor Campos.

Abrió la puerta sin mirarlo ni una vez más y se dirigió directamente hacia la estación de metro.

Andrés permaneció sentado, observando su figura alejarse, sus labios
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