Capítulo 55
Después de un momento, ella volteó la cabeza y dijo: —Bien, ve y díselos.

Su respuesta dejó perplejo a Rafael. Antes de que pudiera reaccionar, Sonia ya se había alejado caminando.

Rafael, furioso, golpeó la mesa y cuando estaba a punto de seguirla, un mesero lo detuvo: —Señor, aún no ha pagado la cuenta.

—¿Qué cuenta? ¡Si ni siquiera ordené nada!

—Señor, aunque no haya ordenado, cobramos por el servicio de mesa —explicó el mesero mientras lo miraba de arriba abajo con evidente desprecio.

Rafael temblaba de rabia y estaba a punto de arrojarle en la cara su tarjeta bancaria con cien mil pesos cuando otra voz interrumpió: —Yo me encargo de la cuenta.

Al escuchar esa voz, el rostro de Rafael cambió drásticamente. Cuando se dio vuelta, Ana ya le estaba entregando su tarjeta al mesero, y luego se volteó hacia él con una sonrisa: —Usted es Rafael, ¿verdad?

—Y tú eres...

—Soy Ana, la hermana menor de Sonia.

—Ah, la bastarda recogida de los Fuentes —Rafael soltó una risa mientras la miraba de
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