Capitulo 42

Dios sabe cuan poco quería volver a inmiscuirme en esta m****a de mundo, no creía en un todo poderoso que nos manejara a su antojo, pero si existía estaba seguro que me veía con una sonrisa en sus labios. Él sabía que había sido un hijo de p**a, y me lo merecía…. Ares me tiro una chaqueta rota a la cara, lo mire con molestia y él sonrió.

—¿Que? ¿quieres un abrazo? No me tienes muy contento.

—¡Que te peten, imbécil! —soltó una carcajada alta y rebosante de energía. Habíamos aparcado en un callejo del distrito del Bronx, era aquí donde se movía más la droga, en donde los Yonkis venían por un poco de su droga favorita. Los camellos también tenían lugares estratégicos en los que ponerse a vender su mercancía, un solo gramo perdido y el hombre a cargo de sus productos te quitaría un dedo, era así como lo hacían para que hubiera una disciplina en el grupo. Jamás pude rosar la línea de vender droga, tal vez porque tenía la doble moral de creer

Sra. F.J

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