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Capítulo treinta y cinco: Girasoles endemoniados.

— Siento que esta es una pésima idea — Susurré mientras miraba a mi amiga con duda.

— Pues no estaríamos pasando por esto si hubieras dejado de lado tu orgullo y aceptar que lo amas...

— Es más que orgullo, quiero que todo salga bien, hay un bebé en mi vientre y no puedo ser así de impulsiva e irme a vivir con David sin antes pensar en todo lo que conlleva — Argumenté.

— Solo buscas pretextos para seguir escondiéndote en tu habitación y no experimentar nada, le tienes miedo a los cambios, siempre te saboteas a ti misma y aunque entiendo que sientas temor a ser lastimada ¿No te resulta agotador ser así todo el tiempo?

Me quedé en silencio un tanto enojada, pero si era racional me daba cuenta de que ella tenía la razón, tal vez por eso éramos mejores amigas, sabía que nadie más en el mundo me diría tantas verdades de frente sin ninguna limitación.

— ¿Entonces eso es lo que piensas de mi?

— Tienes muchas virtudes Jules, eres una persona brillante, te admiro demasiado y no hay día que n
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