Ralfdom llegó contento, dispuesto a mostrarle a sus primas Elisa, Verónica y Rocío, su nueva adquisición en materia de rock. El título en la carátula: “Rock Nacional”, de la casa disquera “Arcanghel”, no decía nada acerca del estridente y violento sonido que se desprendía de cada uno de los surcos de la producción discográfica, en la cual no se lograba entender lo que manifestaban los diferentes interpretes en un sin fin de incoherentes frases.
No obstante al ya molesto ruido para los mayores y que al parecer es un susurro para los muchachos y los jóvenes “drogos”. Ralfdom y sus primas elevaron al máximo el volumen del equipo de sonido.
Matilde, tía de Ralfdom y abuela de las tres muchachas, los reprendió suplicando que por favor le bajaran el volumen, alegando que el sonido era insoportable. Ralfdom redujo el volumen y se disculpó, mientras las primas intentaban convencerlo para que ignorara l
EL DESDOBLAJE DE MI ABUELASiempre me daba flojera despertarme temprano. Ese año escolar, había comenzado a estudiar en un colegio pago, debido a que el año anterior resulté con casi todas las materias aplazadas. Debía repetir el año. Para el pago del colegio mi mamá destinaba más del 50% de lo que recibía por el alquiler de la casa que le dejara mi papá después del divorcio. Pero, por encontrarse alejado de la nueva residencia de mi madre con su nuevo esposo, yo debía quedarme de lunes a viernes en la casa de mi abuela paterna, ubicada a unas pocas cuadras del nuevo liceo.Habían transcurrido varias semanas y una tarde mi mamá llamó por teléfono a mi abuela para que me dijera que por favor pasara a buscar el boletín y un material de instrucción por el colegio donde estaba estudiando mi hermano. Le dije a mi abuela que entonces ella tenía que llamarme antes de las seis de la mañana.Esa noche le recordé a mi abuela que me llamara antes de la
ANIMAS BENDITAS DEL PURGATORIOMaría Benedicta Nieves, pensó que aquella tarde de Junio sería su fin. Así como acrecentaba la falta de aire en su entorno, los latidos de su corazón se hacían más fuerte causándole pequeñas punzadas en todo el pecho. Con los ojos casi desorbitados logró incorporarse del catre donde estaba postrada, sobreviniéndole un acceso de débil tos que le empujaba hacia afuera todas las vísceras en un intento por extraerle, a través de su boca, ambos pulmones; no obstante sólo un hilillo de flema se deslizó desde su garganta.Intentó mantenerse de pie y sin apoyo alguno por unos minutos, sin embargo la falta de aire y su esfuerzo por obtenerlo la sumergían en una secuencial tos que contrastaba con la arritmia de los movimientos de su pecho por la entrecortada respiración y los
UN VIAJE MUY PARTICULARRoberto Castañeda, no era ingeniero, pero su basta experiencia lograda en más de 25 años ejerciendo la construcción civil lo hacían todo un experto en su área. Como maestro de obra, debía ir para la ciudad de Puerto La Cruz en el estado Anzoátegui, para iniciar la edificación de una importante obra, que requería de su presencia inmediata para la coordinación de los obreros especializados. Esta construcción lo ocuparía por lo menos unas dos semanas.Decidió irse ese domingo para amanecer en el lugar determinado e iniciar la faena a primeras horas del día lunes de acuerdo a lo contratado. En vista de que serían varios días fuera de la ciudad de Caracas, convino en dejar a su esposa y a sus tres pequeños hijos en la casa de su suegra, por lo que habiéndole avisado con suficiente antelación, la visitó temprano el domingo. Allí se encontró con su propia madre y varios de sus cuñados con quienes dep
LA GUITARRA HAWAIANAAquella tarde de cálido atardecer, estaba sentado en el viejo taburete de madera muy cerca de la puerta de mi casa paterna, cuando de pronto llegó la noticia. La trajo un hombre delgado de piel morena y entrado en años, a lo sumo unos sesenta. Vestía una camisa de un blanco curtido y un pantalón de kaki. Sus zapatos negros estaban sucios y desgastados como las mangas de su camisa. Su cabello pardo entrecano estaba peinado con “gomina” o “muroline” y llevado hacia detrás de sus orejas, dejando ver una corta melena que sobrepasaba el cuello de su camisa.Lo dijo, con voz grave y pausada. Refirió entre otras cosas que había pasado varios días agonizando en el Puesto de Salas y le había suplicado que llevara a Matilde la noticia.Vi los rostros de sorpresa entre mis hermanos mayores y mi madre. No lo podían cre
EL DUENDE DE LA PASARELAAquella mañana de Marzo, la Señora Adela se despertó sobresaltada. Arqueando el cuerpo para incorporarse de la cama en un medio giro hacia la mesita de noche donde observó el reloj despertador. Faltaban diez minutos para las cuatro. Consintió en que aún no había repicado, pero tampoco supo definir qué la despertó, rque np recordaba haber tenido ningún sueño.Se relajó y dejó caer su cuerpo de nuevo en la cama, restregando su nuca contra la almohada. Así se estuvo por breves minutos. Quizás cinco, tal vez diez, mientras la asaltaban los pensamientos del día poniéndola al tantode la realidad actual. Dejó divagar su mente dejando desfilar ideas no relacionadas entre sí, sin detenerse en ninguna, hasta que en un momento cayó en cuenta de que Omar convalecí
EL LIBROSabía que algo había cambiado desde que comencé a escribir aquel libro. En los primeros días comencé a percibir una especie de cosquilleo u hormigueo por diferentes partes del cuerpo y de vez en cuando me sacudía uno que otro escalofrío.AAlprincipio pensé que se trataba de la emoción de una nueva novela o quizás era el tema que ahora estaba desarrollando. En fin, no le quise dar mayor importancia, pero a medida en que estas sensaciones se sucedían, sentí la necesidad de comunicárselo a mi esposa y a la mayor de mis hijas.A medida en que fueron transcurriendo los días, la sensación de hormigueo se fue haciendo más intenso. De hecho, se concentraba un poco más arriba de mis tobillos, en los brazos y en la cara, entre el labio superior y las fosas nasales. A medida que iba escribiendo comenzó a surgir una especie de escozor a la altura de la nuca y de cansancio a la altura de la parte posterior del cuello y sobre los hombros. En algunas o
LA CINTACuando el Chaure emitió su tétrico canto, alzó su mirada y la copa resbaló de su mano rompiéndose. Aterrorizado caminó hasta el columpio en el patio, que ya no sería mecido por la niña de la casa.Había sido un día inusualmente lluvioso, como aquel, de diez años atrás, cuando había maldecido porque su mujer había parido una niña en vez de un varón, la misma noche en que murió de cáncer su padre. Todo eso fue en el hospital general de Carúpano.Por un tiempo la aborreció y hoy la amaba tanto como a su vida. Era la niña de sus ojos y ahora estaba convaleciente, le decían de un mal. Quizás era su castigo por blasfemo. Así que le rogaba a los santos, a las tres divinas potencias, a la corte africana, a la corte india y a la corte vikinga para que le alejaran el daño y devolvieran la salud a su pequeña.Acababan de regresar del clínico universitario, donde los médicos, vistos los exámenes seriados no daban con la causa
LA MUJER SIN ROSTROMi hermano Néstor, junto con unos amigos suyos, armaron una miniteca para amenizar las fiestas, a la cual le pusieron por nombre “Las Brujas”. Fue la época en que fuimos invadidos por la música rock y los estilos de bailesprovenientes de los Estados Unidos de Norteamérica.Los sábados, cuando no le salía contrato de alquiler a la miniteca, la ponían a sonar en la casa de cualquiera de ellos. Cobraban cinco bolívares para entrar y los que no teníamos la edad ni el dinero para pagar la entrada, debíamos valernos de ciertas astucias para entrar a bailar, o esperar hasta determinadahora en que la entrada era libre. Por lo general eso ocurría después de las once o doce de la noche.Eran los años ochenta, mi época de adolescencia y quería estar a la moda. Por aquellos tiempos, me parecía que en todos los barrios de Caracas, los grupos de jóvenes solían ir de un sector a otro, de una fiesta a otra, sin m