Michael RedfordJardín principal de los viñedos RedfordTomé un sorbo a mi copa de champagne sin retirar la mirada en Mia, ella reía de algo con Peggy y el resto de mis cuñadas, "el cuartel" así se habían llamado cuando vino por ella para llevarla a la mesa, pensé qué se negaría pero me soltó la mano como si nada y me sonrió marchándose con Peggy. —Déjala respirar un momento, también es día de ella. —dijo mi abuela a mi lado, me volví hacia a ella sorprendido. — ¿Cómo te sientes? ¿Qué tal lo estás llevando?—preguntó tomando una copa de champagne a uno de los meseros que acababa de acercarse a nosotros. —Gracias. —nos quedamos solos y yo no dije nada más. — ¿Tan mal?—preguntó invitándome a hablar con ella. —Debiste dejarme traer a aquellas personas—repliqué refiriéndome a los padres ficticios de Mia. —Por favor, eso es lo de menos hoy, ¿Ya viste quien viene?—apenas preguntó eso cuando me di cuenta que Einar y Abigail se acercaron. — ¡Felicidades, Redford!—me felicitó Einar emociona
Mia Redford— ¿Está bien?—preguntó Redford cuando me separé de él, le di la espalda por un momento, mis manos estaban temblando de la ira que había provocado en mí, Abigail. Mi corazón se saldría de mi pecho en cualquier momento, ¿Cómo se atreve a dudar del hombre que cuidó de mi cuando ella nos abandonó para irse con otro? Lo había exprimido cuando había dinero, pero cuando no, se había marchado. — ¿Mia?—me volví a él. —No puedo dejar de temblar, Redford—él debió de haberse conmovido por el hilo de voz que apenas salió de mis labios y cuando extendí mis manos hacia a él para que las viera de que realmente era así, solo dio un paso para atraparlas y empezó a llenarlas de pequeños besos, "Madre mía" la piel se me erizó por ese simple gesto, me hizo desearlo tanto y me sorprendí como había reaccionado mi cuerpo, pero no quería ceder a este deseo carnal por él. Pasé con dificultad saliva sin que él me viera, cuando levantó su mirada a la mía, su iris estaba totalmente dilatados, sus ojo
Michael RedfordJardín principal de los viñedos RedfordHabía regresado con Mia al jardín con la promesa que al terminar todo, estaríamos a solas para poder hablar tranquilamente, sin interrupciones, si nadie a nuestro alrededor más que nosotros dos. —Es hora de cortar el pastel, hijo—anunció mi madre llegando a mi lado, tenía mi brazo recargado en el respaldo de la silla de Mia, mientras ella hablaba con uno de mis hermanos de algo de caballos, levanté la mirada a mi madre quien sonreía emocionada. —Vamos, —asentí para luego inclinarme hacia a Mia y susurrar cerca por encima de su hombro.—Hora de cortar el pastel—ella asintió girando su rostro hacia al mío, a nada de cortar la distancia para besarla, pero odiaba tener público. —Vamos, —dijo cuándo miró a mi madre y le regaló una sonrisa, "Dios, sí que estoy jodido" me ponía bastante su cercanía y la forma en que respondía su cuerpo al mío. Nos pusimos de pie y todos los de la mesa, -que eran mis cuatro hermanos con mis cuñadas- y
Michael RedfordLos viñedos RedfordMi madre lloraba en el hombro de Mia mientras la abrazaba, todos estaban conmovidos, excepto yo. Mi madre era bastante sentimental cuando se trataba de despedidas temporales, ya le había dicho que nos veríamos en dos semanas y media para la boda en la ciudad de New York. Pero ella siguió llorando mientras que Mia intentó tranquilizarla.—Madre, el avión nos está esperando. —ella asintió separándose de Mia y acarició su mejilla. —Tienes que venir más seguido a visitarnos, —Mia asintió con la mirada cristalina, mis cuñadas se acercaron e hicieron lo mismo y yo solo quería tener más paciencia. Mi padre sonreía al ver que estaba queriendo separar a mi esposa de todas las cuñadas. Mia finalmente se separó limpiándose las mejillas, ya se había despedido de mi abuela, padre y mis hermanos. Le abrí la puerta del copiloto para que subiera. Antes de hacerlo, miró de nuevo hacia a mi familia y agitó su mano en despedida para después subirse. —Hijo—me llamó m
Mia RedfordCuando escuché sus palabras, sentí algo recorrerme de pies a cabeza, era una electricidad que me puso la piel erizada. Sus ojos oscuros se dilataron. Entre abrió sus labios para tomar aire. Realmente lo deseaba, pero no quería estar encima de él cada cinco minutos, tenía que llevármela tranquila o lo abrumaría. —Bien, entonces te diré...Michael. —O las demás también están disponibles. —sonrió, esa sonrisa le bajaría las bragas a cualquiera. —Bien, depende de la ocasión las usaré. —Luego me repuse— ¿De qué hablaremos del contrato?—se tensó visiblemente. — ¿Meterás más cláusulas o algo?—Podemos...terminarlo. —arqueé una ceja. — ¿Y mi padre?—pregunté intentando no mostrar mi emoción. —Solo llevamos un día casados, Michael. —Podría perdonar su deuda. —su cara era de seriedad. —Pero...tú te quedarías conmigo. —Estoy contigo. —arrugué mi ceño. — ¿No lo ves? A menos que sea un holograma y...—detuve mi broma cuando él se enderezó –estaba recargado en el marco de la puerta d
Michael RedfordAtlantic City, New JerseyCasinos Redford “Te quiero a ti, Michael” El solo repetir su voz en mi cabeza diciendo esas palabras, me estremecí en mi interior y mi piel se volvía a erizar. Después de ese momento, volvimos a tener sexo, cenamos y nos quedamos dormidos plácidamente en mi cama. “Nuestra cama, Redford” me corregí. Por la mañana, ella seguía desnuda en la cama solo cubriendo su trasero con la sábana negra de seda, sus cabellos pelirrojos desparramados por la almohada y su espalda desnuda. Era una imagen que de solo repasarla me ponía duro como una piedra. Tomé aire y lo solté entre dientes para poder tranquilizar ese latido apresurado de mi corazón. Miré hacia el interior del casino desde mi ventana de mi oficina privada en la segunda planta, mi mirada vagó por un momento, las luces brillantes de las máquinas, meseros sirviendo las bebidas, y todos lucían relajados, sin preocupaciones. Metí las manos en los bolsillos de mi pantalón de vestir, y lo único que p
Mia RedfordNew York, Estados Unidos“Te quiero a ti, Michael”Detuve la cuchara a medio camino de mi boca al recordar las palabras que le había dicho a Michael anoche. Estaba tan extasiada por el momento. Conmovida por sus palabras.— ¿Pasa algo, señora Redford? —salí de mi burbuja cuando Akira estaba del otro lado de la isla con un trapo de cocina secando un plato. Ella sonreía sabiendo que estaba en las nubes.—Sí, sí, estoy bien. Es solo que me distraje por un momento. —Llegó la cuchara a mi boca y comí, había deseado tanto cereal, -antes no me alcanzaba a comprarlo- y Akira me había ofrecido la opción si no traía mucha hambre para un desayuno más completo que era el típico que le hacía a Michael: Huevos fritos, tocino, fruta, café y jugo fresco, pan tostado ya sea con mantequilla o mermelada. Pero no tenía mucha hambre así que le acepté el cereal.—Bien, —replicó con una sonrisa en sus labios. —Por cierto, señora Redford.— ¿Y si me llamas solo por “Mia”? —ella negó.—Tengo que l
Michael RedfordCasino Redford, Atlantic City, New JerseyOficina privada—Necesito que tengas ojos y oídos en el lugar. —le ordené a Alek, él asintió. —No quiero que nadie sepa quién es Nora, no necesito murmureo entre los empleados. ¿Tienes lo que te pedí?—Sí, señor Redford, está esperando. —anunció Alek.—Bien, que pase. —él asintió y salió de la oficina. Tiré de un movimiento mi corbata, después de lo que acababa de pasar con Nora, mi humor cambió drásticamente, la comida se había enfriado y mi apetito se fue. La puerta se abrió y apareció el señor Davis.—Buen día, señor Redford.—Buen día, señor Davis, tome asiento por favor. —él hizo caso de inmediato, noté que estaba más delgado y pálido de lo normal. Tenía ojeras debajo de sus ojos y no estaba del todo bien vestido, incluso olí a alcohol. — ¿Sigue tomando, señor Davis? —este se limpió la boca de inmediato.—Solo un poco, me he quedado sin dinero en estos días…—dijo en un tono bajo, como si estuviera avergonzado. Me senté del