Yo me quedé allí de píe, mientras el Jeep de Kentin se perdía en la calle, incapaz de creer lo que había ocurrido, estaba a unas treinta calles del loft y ya era tardísimo en la noche.Me acomodé la cartera y empecé a andar, a unas cuadras había una estación de metro pero dudaba que esté funcionando a estas horas, no me quedaba otra que caminar. Cada tanto me daba vueltas para ver si algún taxi circulaba cerca pero no había ninguno.Maldito Kentin, odiaba que se ponga así, solo había sido unos tragos y un poco de sushi... Pero la verdad que Kentin tenía razón, Jeff y yo estábamos solos, eso nada tenía que ver con una reunión de trabajo.Empecé a llorar mientras caminaba, la reacción de Kentin había sido exagerada, pero mi actitud no había estado bien; sin embargo no tenía intenciones en pedirle perdón, nada lo autorizaba haberme tratado de esa manera.Finalmente, luego de una hora de andar, llegué al loft; las calles estaban desiertas, saqué mis llaves de la cartera y abrí el portón d
—¿Que intentó qué? —gruñó la voz de Kentin, su pecho vibró cuando dijo esas palabras.—Intentó violarme —repetí en medio de sollozos, sentía las manos de Kentin vibrar por la fuerza que hacían sus manos cerradas en dos puños.En ese momento empezó a sonar mi celular, yo lo busqué en la cartera y cuando lo saqué vi quien me llamaba: Era Jeff.—Dame eso —ordenó Kentin mientras me tendía la mano con la palma hacia arriba. Le entregué el celular y él atendió la llamada—. Escúchame, pedazo de hijo de puta, no creas que te vas a escapar de esta.Su voz era venenosa, peligrosa y sobre todo intimidante, tenía el ceño tan fruncido que pensé que se le iban a partir las cejas al medio.—¡No me vengas con sobornos! ¡Annie y yo nos vamos derecho a hacer la denuncia! —gritó Kentin y colgó, yo lo miré.—¿Un soborno? —pregunté, él me miró.—Me ofrecía un millón por tu silencio, pero no se las va a ver tan fácil —dijo y tomó la chaqueta de cuero—. Vamos, Annie.Yo lo seguí callada, volvimos a bajar ha
Me despedí de Annie con un semblante serio y apenas cerré la puerta dejé fluir mi sonrisa, esta sería la sorpresa más hermosa que le iba a poder dar a mi prometida, y si todo salía bien, quedaría en deuda de por vida con Gaeil. Esperé a que llegue el ascensor y entré tranquilamente para poder bajar hasta el lobby. Mi hermano seguramente iba a estar esperándome en la salida de la ciudad para viajar al pueblo con él, nos esperaba una noche larga y un mañana aún más agotador.Estaba convencido de que esta vez iba a ser la definitiva, ya nada podía salir mal, las cosas se habían solucionado y por fin Annie y yo íbamos a poder ser felices.Me dirigí a mi Jeep, tiré el bolso en el baúl y luego me puse delante del volante para salir con tranquilidad hacia la autopista.Había poco tráfico, en la terminal de buses, Gaeil me estaba esperando, le hice cambio de luces y él me levantó un brazo, vi que en el otro llevaba un cachorro.Con el ceño fruncido observé a mi hermano que lanzaba su bolso en
Kentin no regresó hasta el jueves, lo esperaba con ansias para poder hablar de lo que Gaeil quería hablar, seguro algo tenía que ver la abuela de mi prometido, solo esperaba que ya no se interpusiera más en nuestra boda. Aunque iba a estar difícil que se oponga a algo que todavía ni forma tenía...Cuando llegó yo estaba en la universidad, aún no se había decidido nada con respecto a mi pasantía, debían de primero evaluar si iban a tomar medidas contra el Doctor Jefferson para luego decidir mi futuro, así que llegué a casa de pésimo humor. Kentin estaba esperándome, al verlo lo saludé normalmente.—Hola, Kentin, ¿qué tal el viaje? —pregunté, él me miró con sus ojos verdes, estaba particularmente guapo el día de hoy, y me di cuenta de que estaba usando su ropa de Ralph Lauren.—¿Sucede algo, amor? Me saludas como si me hubieses visto recién —peguntó, yo primero dejé mi cartera y libros y me descalcé.—No tengo noticias de mi pasantía —mascullé, me dolía terriblemente la cabeza—. Todavía
Me desperté envuelta en los fuertes brazos de Kentin, algo de luz se filtraba por las pesadas cortinas de nuestra habitación y sólo se escuchaba la suave respiración de mi novio. Me acerqué más a él, podía sentir su corazón latiendo, su fuerte pecho subiendo y bajando, alguno que otro ronquido de placer y el temblor de sus dedos al soñar.Con cuidado estiré la mano y tomé mi reloj de pulsera para fijarme la hora: Las once de la mañana.Me incorporé de un sobresalto alertando a Kentin.—¡Kentin! —exclamé, mi novio miró a todos lados aturdido.—¿Qué? ¿Qué pasa? —preguntó.—¡Rose nos está esperando! —dije mientras salía de la cama, buscando por todos lados mi ropa interior.—¿Qué hora es? —preguntó mi prometido.—¡Las once! ¡Nos dormimos! —exclamé, Rose nos iba a matar, si había algo que ella no toleraba era la impuntualidad.—¡Mierda! —exclamó a su vez Kentin y entró al baño a toda velocidad.Mientras yo luchaba con mi sostén, escuché la llave del agua de la ducha abrirse.—¡No hay tiem
Sólo quedaban veinticuatro horas para casarme... Estaba en mi casa, maquillándome para recibir a Kentin que venía a cenar.Usaba un vestido rosa pálido, con una cola en el cabello y poco maquillaje. Desde hacía una semana que me costaba comer a causa de los nervios... El timbre sonó alertando a mi perro y a todos en casa.—¡Annie! ¡Kentin ya está aquí! —llamó la voz de mi madre desde la planta baja, yo me terminé de arreglar el rostro y salí del baño.Bajé las escaleras con cuidado, en el salón estaban mis padres y mi prometido.Kentin me escuchó bajar las escaleras y al verme me sonrió.—Estás muy hermosa —dijo mientras una hermosa sonrisa iluminaba su rostro, yo me sonrojé.Mamá llamó a comer; como la tradición irlandesa lo dictaba, un pavo esperaba para ser devorado.Luego de una breve bendición de mi prometido, todos empezamos a comer.El pavo estaba delicioso y la ensalada también, aunque apenas pude probar bocado y hablaba poco y nada. Kentin se percató de ello porque luego de l
Sentí los labios de Kentin acariciando suavemente mi oreja, mientras sus manos se cerraban en mi cintura. Cerré los ojos y me permití llevar por mi esposo.Automáticamente, un cosquilleo bajó por mi estómago hasta mi ingle; los labios de Kentin estaban húmedos y calientes, suaves y tersos, contrastaban con su barba de tres días que tanto me gustaba, la cual provocaba un cosquilleo en mi oreja.—Annie... —gruñó, en ese instante me derretí, ahogué un suspiro mientras sus manos me acariciaban, como un alfarero que le da forma a un jarrón.La punta de su lengua se metió en los rincones de mi oído, mientras que sus dientes me mordían suavemente, su aliento caliente y su saliva provocaban más de una descarga eléctrica en mí y no podía evitar gemir débilmente.De mi oreja pasó a mi cuello, dónde se entretuvo un rato largo, mis rodillas temblaban mientras Kentin mordía y besaba; su mano subió por mi pecho, mi cuello e introdujo dos dedos en mi boca, los movió dentro mientras jugaba con mi len
El sonido del teléfono nos despertó a Kentin y a mí, yo me revolví en la cama del hotel mientras mi esposo se movía a mi lado. Lo escuché suspirar.—¿Hola? —preguntó cuando atendió, yo abrí los ojos lentamente, la habitación estaba llena de luz por el Sol de la mañana—. Sí, muchas gracias.Colgó el teléfono y luego se acercó a mí, abrazándome con esos brazos fuertes y macizos.—Vida. Ya hay que levantarse, nos traerán el desayuno a la cama —dijo mientras me besaba en los cachetes.—Sí, ya me levanto, ¿a qué hora tenemos el vuelo? —pregunté mientras me restregaba los ojos.—A las seis de la tarde tenemos que hacer el preembarque. —Me respondió Kentin, nos besamos y salimos de la cama, me apetecía una ducha antes que nada; me dirigí hacia el baño para ducharme. Una vez que estuve lista, salí con unos shorts y una solera de Hatsune Miku, ya nos habían traído el desayuno y Kentin estaba esperándome, al verme reprimió una risa, yo lo miré extrañada.—¿Qué sucede? —quise saber.—Nada, es só