A medida que iba tomando noción de las consecuencias que podría tener la petición, casi exigencia, que su padre le había impuesto, Aitana iba montando en cólera. Un halo de impotencia comenzó a invadirla mientras conducía hacia su academia de baile. La lluvia de ese día complicaba el tránsito, extendiendo el tiempo de su angustiosa meditación, haciendo crecer su ansiedad a pasos agigantados. Sus manos temblaban sobre el volante del auto, y el nudo en el estómago era tal que le provocaba náuseas. _ ¿Por qué me sucede esto? Ni que me estuviese pidiendo que hiciera algo ilegal... a veces no puedo entender mi gran miedo _ dijo, suspirando hondo para liberar su angustia. _ ¿Acaso estoy realmente enamorada de ese hombre? _ Pensó en la sonrisa de Nick, en cómo su mirada la hacía sentir vulnerable y expuesta. _ No, no puede ser... _ Se dijo a sí misma, intentando convencerse. _ Es solo que me duele pensar que podría ser herida nuevamente, como lo fui antes. Los recuerdos de su relación pa
Verónica se encaminó con rapidez por el pasillo de la clínica que era propiedad de su familia, su furia era tal que quería ahorcar a su hermana en ese preciso momento. Las paredes estaban pintadas de un blanco inmaculado, apenas interrumpido por cuadros de paisajes serenos, destinados a dar una sensación de calma a los pacientes. El piso de mármol brillaba bajo las luces fluorescentes, que emitían un zumbido casi imperceptible pero constante. A cada paso, el eco de sus tacones resonaba en el pasillo desierto, amplificando su furia. _ ¡Maldita Julieta! ¿Por qué no me avisó antes de que Lautaro había despertado? ¿Acaso no soy alguien importante en esta familia? Ella había estado todo ese tiempo pendiente de la salud de Lautaro, ni un solo día se ausentó del hospital. Hubiese deseado estar desde el primer momento junto a él. ¿Por qué le hacía eso su hermana? Abrió la puerta de la habitación sin golpear, como si tuviera todo el derecho a hacerlo. La habitación era cómoda y lujosa, c
Dennis Porter frunció el ceño. Mientras Verónica le contaba de lo que Lautaro le había dicho su semblante fue transformándose. Apretó los puños de tal manera, que sus nudillos quedaron blancos, la ira se apoderó de él. —¿Por qué... por qué tu cuñado ha tomado esa decisión? Es muy extraño... —Dennis se frotó la frente, claramente confundido y enfadado—. Sabes que Aitana odia ese lugar. Enviarla allí y justamente para que trabaje al lado de Nick ¿No? —dijo, su voz temblando con una mezcla de incredulidad y rabia—. ¿Puede ser posible que... que él sepa la relación sentimental que hay entre ellos dos? La mujer quedó un momento analizando la situación, apretó los labios y parpadeó. _ Hmm, no lo creo. Primero porque estuvo muchos días inconsciente y sigue en el hospital, segundo, ellos jamás se lo dirían y tercero, conociéndolo haría un escándalo si su niñita tuviese una relación sentimental con un hombre que le lleva tantos años. El escritor se restregó los ojos. _ Entonc
Dennis estaba en la escuela de baile, esperando con impaciencia a que Aitana terminara su clase. Observaba cada movimiento desde la puerta, sus pensamientos eran un torbellino de estrategias y posibilidades. Necesitaba encontrar la manera de acercarse a ella sin levantar sospechas, y más importante aún, sin que Julián interfiriera, ya que había notado la aversión del joven por él. ¿Sería que su amigo también estaba enamorado de ella? Mientras tanto, Aitana, ajena a la presencia de Dennis, estaba completamente inmersa en la clase. Sus movimientos eran fluidos y gráciles, su pasión por la danza era evidente en cada paso que daba. Julián, la observaba con admiración, sabiendo lo difícil que era para ella concentrarse con todos los problemas familiares que tenía. Cuando la clase terminó, la joven se despidió de sus alumnos y se dirigió hacia el vestuario. Dennis aprovechó el momento para interceptarla. —Aitana — la llamó, intentando sonar despreocupado, pero con un ligero temb
Dennis caminaba de regreso a su auto, sus pensamientos aún enfocados en su conversación con Aitana. No había salido como esperaba, pero al menos había logrado sembrar una semilla de duda. Mientras encendía el motor, su mente volvía a Verónica y al próximo paso de su plan. _ ¡Malditos! ¡Lo hicieron adrede! _ dijo apretando los puños _ ¡No me quieren cerca de Aitana, ah pero ya verán… no podrán apartarme tan fácilmente de ella! No entendía el porqué no había logrado la simpatía de los amigos de Aitana, pero presumía que algo tenía que ver su hermano en todo eso. Mientras se alejaba de la cafetería, Dennis no podía evitar sentir una mezcla de rabia y desesperación. “No permitiré que Nick me gane otra vez”, pensaba mientras apretaba el volante de su auto. Tenía que encontrar una forma de desacreditar a su hermano y ganarse la confianza de Aitana. Pero ¿cómo hacerlo sin que ella se diera cuenta de sus verdaderas intenciones? Las palabras de Verónica resonaban en su mente: “paciencia
Nick a pesar de sentir que el trabajo de oficina no era algo que particularmente le gustara a Aitana, estaba feliz porque de ahora en adelante estaría junto a ella durante mucho tiempo. No sabía que extraña magia le había dado esa idea a su amigo Lautaro, pero como fuera él no iba a desaprovechar la oportunidad que la vida le estaba dando. Ya había encargado para al día siguiente, un gran ramo de flores para entregárselas apenas ella llegara. Estaba tan feliz que sentía la necesidad de compartir su alegría con alguien, con su madre sabía que no podía hablar ya que seria ponerla en un lugar incómodo. No era algo agradable para Jo saber que sus dos hijos estaban enamorados y enfrentados por la misma mujer. Llamó a su padre, últimamente se habían acercado mucho. Steven era un hombre muy sabio y solía darle buenos consejos. El estaba encantado de que su hijo por fin se haya enamorado de alguien y que pensara sentar cabeza de una buena vez, lo único que lamentaba era que se hubiera e
Nick comenzó a deslizar sus manos por el cuerpo de Aitana, explorando cada curva con devoción. Sus dedos viajaron por su espalda, bajando hasta su cintura, y luego más abajo, acariciando con firmeza. Aitana gimió suavemente, su respiración se aceleró. Sus labios se encontraron de nuevo, esta vez con una intensidad que hacía que el aire en la sala de baile se cargara de electricidad. Con movimientos seguros, Nick deslizó una mano bajo la camiseta de Aitana, acariciando su piel desnuda. Ella arqueó la espalda, presionándose más contra él, sintiendo cómo cada toque de sus manos encendía un fuego en su interior. Nick llevó su otra mano a su muslo, levantando lentamente su falda, revelando la suavidad de su piel. Aitana lo detuvo por un momento, mirándolo con ojos llenos de deseo, de pronto se dio cuenta de que su pasión le había hecho olvidar que estaban en la academia de baile. —Nick... —susurró, su voz temblorosa—, aquí... —No te preocupes, estamos solos —respondió él con una
Lautaro tomaba su desayuno con gran tranquilidad, mientras su esposa lo miraba de manera inquisitiva. Después de un rato, su expresión de hastío comenzó a mostrarse. _ ¡Hala mujer! _ dijo con fastidio _ tírame de una puñetera vez lo que tienes para decirme y deja de mirarme así que me pones más nervioso de lo que estoy. Julieta se sobresaltó. Estaba tan ensimismada que no se había dado cuenta del efecto que estaba causando en su marido. _ No sé porque me dices eso _ le dijo ella en tono calmo, tratando de mostrar indiferencia _ Estoy en silencio sin decir nada… voy a pensar que Lucas tiene razón al decir que estas un poco loco. Lautaro se echó a reír, tirando su palma sobre la blanca sábana. _ Vale, ¿Ahora secundas las tonterías que dice tu hijo? _ la miró con sorna_ Qué no soy un crío y ¡hace muchos años que nos conocemos! Pero si insistes en verme cabreado, vale. Sigue con ese teatrito de mirarme así, sin decirme nada. Julieta suspiró hondo pausadamente y luego sol