Gustavo y Cecilia se estaban despidiendo. No podían mirarse a los ojos sin dejar de sonreírse. Gustavo le acariciaba las mejillas y le decía que era muy hermosa. Ella sólo cerró los ojos y disfrutaba de sus caricias. Él le hacía sentir de una manera especial, se sentía querida. Pensaba que él era el chico más maravilloso del mundo y que no era como el resto. Por otro lado, Gustavo sentía que por primera vez, estaba siendo sincero, en cuanto a sus sentimientos; estaba muy atraído por Cecilia, sinceramente, no quería irse, ni dejar de estar un sólo momento sin ella. Por primera vez en su vida, Cecilia se sentía amada de verdad. Pero la felicidad a veces, no dura para siempre...-No quisiera irme, pero tengo que hacerlo -Le dijo él con algo de pena y tristeza.-Yo tampoco quiero que te vayas, pero nos veremos mañana -Le sonrió y se mordió el labio inferior.-Eso es lo que me da tranquilidad -Sonrió con alivio-. Nos vemos mañana -La besó.-Adiós -Le brillaban los ojos de felicidad. Al de
Se vivía mucha tensión. Cecilia no se podía controlar, la desesperación y preocupación que sentía por su madre al no saber nada de ella, no la dejaban pensar con claridad.Caminaba de un extremo a otro, con lágrimas en sus mejillas, rogando que su madre, estuviese bien.La preocupación también tenía bastante mal a Esteban, por nada del mundo quería que Estela se muriera y mucho menos sin que le dijera la verdad sobre Cecilia. Ella era la única que podía decirle la verdad.Transcurrían los minutos y aún no se sabía nada sobre la salud de Estela. La incertidumbre se hacía presente, aterrorizando a todos en el lugar.Gustavo no podía ver a Cecilia tan mal. Se acercó a ella, le dijo que hiciera un esfuerzo por calmarse y la abrazó. Desde una esquina, cruzado de brazos, Esteban los observaba e internamente sonreía. Pensaba en eso que dicen las personas sobre que la sangre llama; creía que si sangre de hermanos de una forma indirecta los estaba uniendo. Pero él desconocía la verdadera relac
Esteban ya sabía la verdad, Cecilia era su hija. Su corazón estaba lleno de mucha tristeza al pensar que estuvo mucho tiempo separado de ella. Se sentía muy mal, lleno de mucha rabia en contra de Estela por no haberle dicho nada antes. Si el hubiese sabido eso, la vida de ambas habría sido otra, pero por culpa del silencio de Estela, Cecilia y él vivieron alejados por durante mucho tiempo.Pensó también en el día de su muerte; en cualquier momento podía morir sin poder decirle a Cecilia que él es su verdadero padre, ni tampoco a sus otros dos hijos iba a poder decirles que tenían una hermana...Dicen que pensar mucho enferma y, con sus pensamientos y el whisky, Esteban aceleraba el proceso de su muerte. Le estaba dando una ayuda a su enfermedad.Los días pasaron, Estela salió del hospital totalmente sana, pero siguiendo un tratamiento que la ayudaría a su recuperación. El saber eso, le daba alegría a Esteban.Gustavo había empezado a tratarlo mejor, debido al enorme gesto de generosida
Esteban se sentía acorralado, la mirada inquisitiva de Cecilia activaba sus nervios. Por primera vez en su vida se sintió intimidado por alguien. Para él era algo realmente sorprendente, pero trataba de no demostrarle debilidad, se mantenía firme, aunque fuese inútil.No podía actuar bajo los impulsos, eso luego lo conllevaría a un arrepentimiento. Estaba agitado; no sabía si avanzar o retroceder.Su cuerpo estaba siendo manipulado por sus nervios, al igual que su mente.Su corazón le pedía a gritos que le contara la verdad a Cecilia y su mente estaba en blanco, no pensaba con claridad. Por otro lado, Cecilia se veía serena, tranquila. Pero con una ligera inquietud porque quería una respuesta de Esteban.¿Que tiene de malo que yo te trate bien? -Le sonrió algo nervioso.-No, no tiene nada de malo -Se sintió apenada-. Sólo que, usted no es así con el resto de las empleadas y, no quiero ofender lo, para nada, es sólo que, nadie nunca fue así conmigo, ni si quiera mi padre -Sintió nostal
-Hola papá -Le dijo Iván a Esteban, con una sonrisa en el rostro.-¡Iván! -Esteban estaba sorprendido, no podía creer que su hijo había regresado-. Pensé que no te volvería a ver más.-No digas eso papá, si pensé mucho en regresar, pero algo me decía que debía hacerlo y aquí estoy -Le sonrió a su padre, quién luego lo abrazó.-Que bueno que regresaste -Le dijo Esteban, nostálgico.-No vine solo, traje compañía -Dijo Ivan.-¿Vanessa vino contigo? -Le preguntó su padre.-Sí, la traje conmigo -Le sonrió-. Hola tía -Saludó a Sandra.-Hola Iván -Ella disimulaba la molestia que sentía al verlo ahí.-Hola, ¿cómo están? -Saludó Vanessa, quién estaba entrando a la casa con un bolso en la mano derecha.-Hola hija -Esteban la abrazó con cariño.-Me da gusto verlo, señor Esteban -Ella le sonrió.-A mi también me da mucho gusto verte, Vanessa. Es bueno tener de regreso a mi hijo y a su esposa -Esteban sonreía de felicidad.El hombre estaba realmente muy feliz de tener de regreso a su hijo con él. E
-Vete de mi casa -Estela intentó cerrar la puerta, pero Oswaldo la aguantó con su mano izquierda.-¿Por qué quieres que me vaya, si apenas estoy llegando -Le preguntó, teniendo una sonrisa irónica y morbosa.-Tú y yo no tenemos nada de que hablar, así que vete ya de mi casa -Estela frunció el ceño y le hablaba casi a gritos, mientras luchaba por cerrar la puerta de su apartamento.-No me voy a ir -Le dijo Oswaldo con energética seriedad y con todo su rostro fruncido. Sentía rabia hacia ella.-Señor váyase o llamo a la policía -Le advirtió Amanda quién estaba llegando en ese momento.-Vaya que tienen carácter -Le sonrió con morbo a Amanda, al verla-. Está bien, me iré, pero algún día tú y yo tendremos que hablar -Señaló a Estela con su dedo y se marchó.-¿Quién era ese hombre, señora Estela? -Le preguntó Amanda con algo de preocupación al abrazarla.-Es el padre de Cecilia -Le respondió Estela, agitada.Era una noche fría, pero placentera. Iván y Vanessa se preparaban para dormir. Sand
Sandra no podía dormir, sus sospechas del romance entre Gustavo y Cecilia la hacían sentirse verdaderamente intranquila. Estaba frustrada y pensaba en que necesitaba canalizar su frustración e intranquilidad de alguna manera... La mujer bajó a la cocina por un vaso de agua y estando en la sala, pensó en algo y sonrió.Ya que se encontraba en la planta baja de la casa, caminó hacia las habitaciones de servicio, en busca de alguien. Le tocó la puerta dos veces a Bruno y este le abrió.-Señora, buenas noches -Estaba sin camisa y Sandra observaba el fornido y esbelto cuerpo de su chofer-. ¿Se le ofrece algo? -Le preguntó. Estaba sorprendido, pensaba que Sandra necesitaba algo y por supuesto que si necesitaba algo.-No podía dormir y bajé por un vaso de agua, pero sigo sin sueño y quería hablar con alguien -Le dijo, con algo de picardía. Bruno sólo la escuchaba, mientras le miraba su corta bata de dormir, de seda fina.-Bueno, pase y así hablamos hasta que le dé sueño -Bruno le sonrió y la
Esteban hacía un intento por levantarse, pero su cuerpo no le respondía. Le dolían las piernas, los brazos y la cabeza, sus ojos estaban enrojecidos. Ninguna de sus extremidades le respondían y sentía que su cabeza le explotaría. Por más que luchaba por levantarse, no podía. Él estaba sintiendo mucho dolor.El cáncer ya hacía efectos, mucho más rápido que al principio de su enfermedad y por primera vez en su vida, Esteban sintió miedo.No insistió más, se rindió, se dió por vencido y se quedó echado en su cama. Odiaba sufrir, él era fuerte, pero creía y pensaba que su enfermedad se debía algún karma. No le quedó nada más que resignarse y entregarse de una vez por todas al frío y penumbroso abrazo de la muerte.Intentaba dormir para no sentir más dolor, pero se le hacía imposible. Ni si quiera podía levantarse para tomar su medicamento. De su mente no salía que ese sería su último día y la nostalgia lo invadía, al pensar que moriría, sin decirle a Cecilia que él era su padre. Eso era al