-Vete de mi casa -Estela intentó cerrar la puerta, pero Oswaldo la aguantó con su mano izquierda.-¿Por qué quieres que me vaya, si apenas estoy llegando -Le preguntó, teniendo una sonrisa irónica y morbosa.-Tú y yo no tenemos nada de que hablar, así que vete ya de mi casa -Estela frunció el ceño y le hablaba casi a gritos, mientras luchaba por cerrar la puerta de su apartamento.-No me voy a ir -Le dijo Oswaldo con energética seriedad y con todo su rostro fruncido. Sentía rabia hacia ella.-Señor váyase o llamo a la policía -Le advirtió Amanda quién estaba llegando en ese momento.-Vaya que tienen carácter -Le sonrió con morbo a Amanda, al verla-. Está bien, me iré, pero algún día tú y yo tendremos que hablar -Señaló a Estela con su dedo y se marchó.-¿Quién era ese hombre, señora Estela? -Le preguntó Amanda con algo de preocupación al abrazarla.-Es el padre de Cecilia -Le respondió Estela, agitada.Era una noche fría, pero placentera. Iván y Vanessa se preparaban para dormir. Sand
Sandra no podía dormir, sus sospechas del romance entre Gustavo y Cecilia la hacían sentirse verdaderamente intranquila. Estaba frustrada y pensaba en que necesitaba canalizar su frustración e intranquilidad de alguna manera... La mujer bajó a la cocina por un vaso de agua y estando en la sala, pensó en algo y sonrió.Ya que se encontraba en la planta baja de la casa, caminó hacia las habitaciones de servicio, en busca de alguien. Le tocó la puerta dos veces a Bruno y este le abrió.-Señora, buenas noches -Estaba sin camisa y Sandra observaba el fornido y esbelto cuerpo de su chofer-. ¿Se le ofrece algo? -Le preguntó. Estaba sorprendido, pensaba que Sandra necesitaba algo y por supuesto que si necesitaba algo.-No podía dormir y bajé por un vaso de agua, pero sigo sin sueño y quería hablar con alguien -Le dijo, con algo de picardía. Bruno sólo la escuchaba, mientras le miraba su corta bata de dormir, de seda fina.-Bueno, pase y así hablamos hasta que le dé sueño -Bruno le sonrió y la
Esteban hacía un intento por levantarse, pero su cuerpo no le respondía. Le dolían las piernas, los brazos y la cabeza, sus ojos estaban enrojecidos. Ninguna de sus extremidades le respondían y sentía que su cabeza le explotaría. Por más que luchaba por levantarse, no podía. Él estaba sintiendo mucho dolor.El cáncer ya hacía efectos, mucho más rápido que al principio de su enfermedad y por primera vez en su vida, Esteban sintió miedo.No insistió más, se rindió, se dió por vencido y se quedó echado en su cama. Odiaba sufrir, él era fuerte, pero creía y pensaba que su enfermedad se debía algún karma. No le quedó nada más que resignarse y entregarse de una vez por todas al frío y penumbroso abrazo de la muerte.Intentaba dormir para no sentir más dolor, pero se le hacía imposible. Ni si quiera podía levantarse para tomar su medicamento. De su mente no salía que ese sería su último día y la nostalgia lo invadía, al pensar que moriría, sin decirle a Cecilia que él era su padre. Eso era al
-¿Por qué me dices eso, papá? -Gustavo frunció el ceño. Sintió rabia que su padre le prohibiera tener una relación con Cecilia.-No sabes lo que dices, hijo. Entiende por favor -Esteban no podía ocultar su preocupación e inquietud-.-¿Que tiene de malo que le guste esa chica?, ¿es por el hecho de que sea una sirvienta? -Iván lo miró con molestia.-No he dicho eso -El pobre hombre se sentía agitado-. No están entendiendo nada -Se colocó la mano en un costado de su estómago, el páncreas le estaba doliendo-. No puedes enamorarte de ella -Le dijo casi rogándole.-Ya no te puedes meter en mi vida, papá. Cecilia es el amor de mi vida y no pienso dejarla por ti, ni por nadie -Le dijo con energética seriedad.-No hijo, no -Se quejó del dolor.-No puedes hacer nada por impedirlo -Gustavo sentía rabia-. Nosotros ya consumamos nuestro amor, Cecilia y yo ya hicimos el amor, papá. Nos amamos, entiende eso -Le dijo, alzando más la voz.-No, no sabes lo que haz hecho -Se sentía muy mareado y no dejab
Oswaldo ya estaba por quedarse con dinero. Todo lo que tenía ahorrado lo había gastado en licor y otros gastos. Ya no tenía dinero para pagar el alquiler de la habitación en dónde estaba viviendo.Enloquecía por no tener dinero, pensaba que era inútil volver hablar con Estela, él sabía que ella no lo ayudaría ni le daría dinero, tampoco iría a pedirle dinero a Cecilia, pues sabía que ella no era su hija y aunque fuera hablar con ella, sabía que haría nada por ayudarlo. Por eso, mientras se tomaba un vaso de whisky, pensó en algo que según él, era brillante, tenía un plan en mente. En su cabeza tuvo la mejor idea que pudo haber tenido en toda su vida...El hombre fue a la calle y detuvo un taxi, indicándole que lo llevara a la dirección de la familia Ferrer. Oswaldo tenía una maquiavélica sonrisa de maldad en su rostro; de una manera u otra, él iba a conseguir el dinero que necesitaba...El auto se parqueó en la entrada de la casa de los Ferrer, Oswaldo se bajó y le explicó al vigilante
El dolor se expresa de muchas maneras. Podemos llorar y sufrir de dolor por la perdida de un ser querido, ya haya sido algún familiar, algún amigo cercano o nuestra mascota de toda una vida...También podemos sufrir de dolor al ver que un ser querido está enfermo o, pasando por una situación bastante grave, pero también podemos sufrir al enterarnos de verdades que duelen en el alma, de secretos oscuros que nuestros padres nos han ocultado por tantos años. Se puede sufrir de distintas maneras y Gustavo y Cecilia estaban sufriendo mucho, por lo que se acababan de enterar.Ambos se miraban, distanciados de un extremo a otro, pensando en lo que sus padres acababan de revelarles. Eran hermanos y se amaban; estaban enamorados el uno del otro. Desde lo lejos, se miraban con dolor, con ganas de correr abrazarse y comerse a besos, pero recordaban lo que pasó entre ellos, cada beso, cada caricia y algo en su interior, se quebraba.Siendo hermanos habían hecho el amor, se besaron con locura, se
-Espero que esto sea suficiente para que te calles la boca -Le dijo Sandra a Oswaldo, entregándole un sobre amarillo con dinero.-Depende de la cantidad -Él tomó el sobre y le sonrió-. Por ahora creo que sí es suficiente, de todos modos estaremos en contacto, señora Sandra -Hizo énfasis en el nombre de la mujer.-A usted no le conviene meterse conmigo, en nada le conviene -Ella frunció el ceño.-No me amenace, por favor. Usted no está en posición de amenazar, porque lo que usted hizo -La señaló-, es un delito grave y si yo hablo, usted va a la cárcel, señora -La miró de arriba abajo y le dedicó una mirada desafiante.-Usted está cometiendo un grave error al meterse conmigo -Sandra arqueó una ceja y lo miró con odio-. Usted no sabe quién soy y puedo llegar a ser la pero persona del mundo.-Usted no me da miedo y, todo eso, yo lo sé; si sé quién es usted y por eso, más le vale hacer lo que le pido, porque su libertad, depende de mi silencio -Le sonrió-. Que tenga buen día -Se levantó de
Cuando amas a alguien realmente sientes alegría, como el que el mundo está a tu favor. Gusto al estar con esa persona y a demás sientes seguridad y también eres capaz de darle seguridad y una estabilidad emocional a él o a ella, en su defecto. Además de calor y calentón, siempre estás contenta o contento y tienes una sensación de bienestar prolongado cuando estás al lado de esa persona a quien amas. Así mismo sentían Gustavo y Cecilia. Aunque ella estaba bastante confundida por todo lo que sucedía a su alrededor, él estaba decidido a no dejarla ir, no le importaba nada ni nadie, ni mucho menos saber que era su hermana; por nada del mundo él iba a renunciar a ella.Estaba enamorado de ella, no de su hermana, si no de la chica que llegó un día a su casa a trabajar como sirvienta. Aquella chica dulce e inocente, esa que lo enamoró con una cálida y hermosa sonrisa, la de la mirada brillosa y resplandeciente. De ella fue quién se enamoró él y no quería perderla.Es verdad que ningún ser hu