:( Al menos lo intenté. Igualmente, aquí tiene otro capis...
Una última mirada a la mujer, que tenía su vida entre sus manos y subió a su coche, agradece que la autopista estuviera desolada a esas horas por su alta velocidad, aunque era lógico, todavía faltaban tres horas para amanecer.Baja del coche hecho una furia y aporrea la puerta del domicilio de Lorena con fuerza, el timbre lo volvió trizas.Lorena sale con una bata minúscula toda adormilada y pestañea varias veces al verlo.—Eh, ¿Pasó algo? — Felipe los aparta y entra sin permiso.—¿¡Dónde mierda está!? — pregunto en un solo grito y el terror se hizo en ella al verlo de tal manera. No le temía, pero era la primera vez que lo veía actuar así.—¿Quién…? — titubea.—¡No te hagas la estúpida, Lorena! — aulló y en eso distingue la figura de Leonardo bajando las escaleras.No lo piensa más y en dos zancadas está frente a él, agarrándolo del cuello.—¡Esto no te lo diré más, aléjate de Samantha! ¡Una maldita lágrimas más en sus ojos y no sabes de lo que soy capaz!Leonardo trata de parecer se
Un último regalo llega para Samantha, una caja dorada con un juego de lencería, no uno cualquiera, ella conocía ese tipo de vestimenta y un pequeño estuche, que al abrirlo hace tensar su parte baja y sus mejillas arder, con el corazón en la boca abre la nota, que tiene su caligrafía tan perfecta y varonil. Moriría por verte en este momento, hoy serás mía por completo y para siempre, quiero a mi cosita, esa que sigue dentro de ti. No olvides lo que está en el estuche, ese día note que ya no lo tenías. Sabes, tengo un tacto muy bueno. Con amor, Felipe. PD1: Tu orangután PD2: Tu hombre, tu dueño y tu único amor. Samantha ríe y entra corriendo en la ducha, hoy debía estar a la altura. Felipe conducía sin dejar de ver a su hijo como sonría y entrelaza sus manos lleno de emoción y cada momento peinaba su cabello, tal como le gusta a su madre, de lado como un caballero y no todo desordenado como le gusta a él. —Padre… —Dime, campeón. —Gracias, por querer a mi madre de nuevo y p
Samantha no dudó en ejecutar su orden, solo le pidió que se diera la vuelta. Felipe protestó de mil maneras, sin embargo, si la veía no llegarían a ningún lugar, con su mano entrelazadas Felipe la mira un momento antes de llegar.—Sam, creo que debes saber algo antes de que de verdad aceptes ser mi esposa.—Ya acepté, no pienso retractarme, quiero ser tu esposa. ¡Oh! No me digas, ¿sigues casado con aquella víbora? — Felipe rompe a reír y niega.—Ni loco, no es eso, cosita.—Entonces…—Lorena, es ella— musita con temor de cómo pueda reaccionar.—¿Qué pasa con ella?—Ella, bueno. Sam...—¿Te acostaste con ella?— increpa al verlo titubear. —¡No, no, mujer! — se apresura a decir y Samantha vuelve a respirar—, ella, intentó tener algo conmigo, nunca lo permití, primero no estaba dispuesto a tener a alguien más en mi vida y no te había superado, también estaba lo de Mel.—Ella, te odia— piensa en voz alta, entendiendo todo.—Me odia porque la rechacé miles de veces, no la veo como una buen
No hacía falta matrimonio ni luna de miel, para todo lo que vivían y sentían Samantha y Felipe, los primeros en ir a visitar como pareja fue a Sergio y Alma, que no tardaron en insistir en una fecha para la boda, dos semanas que parecían un sueño, dos semanas donde se han permitido amarse por completo, dos semanas donde su hijo se siente completo con sus padres juntos, dos semanas para que la nube gris posara de nuevo sobre sus cabezas… Samantha dormía acurrucada al cuerpo de Felipe, la noche fue agotadora, Felipe ha tenido sueños interrumpidos por leves dolores de cabeza que acarrea al estrés. Se levanta de prisa al sentir la primera náusea y corre al excusado, su cuerpo comienza a desvanecerse y hace todo lo posible por mantenerse de pie, los oídos le zumbaban y todo le da vueltas, sus pulmones le arden y, se apresura a cerrar la puerta con seguro, cierra sus ojos con fuerza.—Ese bicho no pudo volver—susurra y pasa las manos con frustración por su rostro—, no ahora, que… ¡Joder, n
Samantha, como toda una jefa, maneja su nuevo despacho, atrae todas las miradas con la seguridad que destila. Está en una junta con tres nuevos abogados que se unen a su firma.—Señores, manejaremos todos los casos que lleguen. No defenderemos escorias para dejarlos en libertad a menos que las pruebas demuestren lo contrario, serán bien pagados de igual manera si alguno de ustedes está en desacuerdo pueden decirlo y con gusto los guio hasta la puerta— informa con determinación.—No, Dra. Gerber, no tenemos ningún problema, yo me uno a este bufete que promete, he escuchado mucho sobre su persona.—Espero que sean sobre mi carrera y no de mi vida personal. Bueno, bienvenido y ¿ustedes se unen? — pregunta a los otros hombres que asiente hacia ella.Con una sonrisa en sus labios, ocho abogados con ella, incluida, su bufete comienza con sus primeros casos, que más puede pedir, esta vez la vida le sonríe.Recuerdan que serían nueve, pero con lo sucedido con Lorena sigue renuente a dejarla e
Esa misma noche compro los boletos y oculto los medicamentos para que Samantha no los encontrara, una noche larga de sexo y besos con sabor lágrimas, dieron paso a los rayos del sol.Felipe seguía despierto, buscando respuestas: “¿Por qué a mí? ¿Por qué ahora? ¿Por qué?”Antes de llegar al aeropuerto cruza miradas con la rubia que va a su lado y sostiene su mano dejando un beso en sus nudillos, diciéndole todo con la mirada. Su celular vibra y es un mensaje del abogado que contrato, que los cambios en su testamento ya están listos, después de leerlo lo elimina.Italia fue el primer lugar que escogió su hijo y, que no dudaron en celebrar su llegada en el mejor restaurante. Felipe los observaba en silencio, no tenía apetito, pero hacía lo posible por disimular frente a Samantha.—Quiero estudiar para ser chef— dice mientras se lleva un gran bocado de pasta a la napolitana—, sería el mejor.—Sí, mi bebe— le habla chiquito, Samantha y sostiene su mentón—, no tengo dudas de eso, haces una
Samantha en ningún momento dejó de sollozar y pedirle que reaccionara, en ese momento no le importó que su única ayuda haya sido nada más ni nada menos que Rain Rossini su exesposa, la víbora que lo desfalco llevándose una gran suma multimillonaria.Felipe es atendido de inmediato, aún sigue inconsciente y delante de sus ojos, comienza a convulsionar, la escena que ve es desgarradora, el hombre que ama está sufriendo.—¡Ayúdenlo por el amor de Dios!— grita y trata de sostener las sacudidas de su cuerpo, sus ojos están blancos—, amor.Le susurra y un enfermero, abre la boca de Felipe para introducir una espátula evitando que muerda su lengua.—Señora, salga, no puede estar aquí— tratan de sacarla, pero se resiste, Rain siente lastima por ella y pasa sus brazos con fuerza por su cuerpo.—Si no te calmas, no podrán ayudarlo. Estás quitándole el tiempo que necesita él, así que ya no eres una cría. ¡Compórtate! — le gruñe con dureza y Samantha cae de rodillas cubriendo su rostro.Rain la a
La brisa fría de Boston golpea sus rostros, Felipe observa a Samantha un momento y nota que no ha cambiado ni un poco, esta vez se alegra de que lleve un vestido más largo, Samantha tiene los ojos cerrados mientras él contempla su belleza.“Fui el hombre más imbécil y el más afortunado”— piensa y sostiene su mano y deja un beso en sus nudillos, Samantha sonríe sin abrir los ojos, continúa mirando al cielo.—Madre ¿Estás rezando?—¿Eh? No— Samantha ríe y rueda los ojos viendo como Felipe, carcajea—, solo recordaba…—Rara forma de recordar, según Alana el señor está arriba.—Mi señor, está a mi lado— suelta con picardía e Izan levanta una de sus cejas.Felipe la consume de pies a cabeza.—No hablo de mi padre, sino del creador. Tía Alma nos enseña a hablar con él— Samantha abre sus ojos hasta más no poder y Felipe carraspea—. Y, ¿cómo sabes que soy el señor del que ella habla? — indaga y sube al coche, Izan suelta reír y se encoge de hombros—, sigo esperando que digas algo Izan.—Padre,