Dante.Mi mano está aferrada a la de Lucía mientras que mis ojos buscan en todas las esquinas la más minimalista señal de peligro.Lo único que puedo pensar ahora mismo es en sacarla de aquí.Ponerla a salvo.El fuego consume la mansión a mi alrededor, pero mi único enfoque es Lucía. Ella me ha dicho que el guardia ha llevado a Nico al cuarto de seguridad y es ahí donde quiero llevarla a ella.Tomo su mano y la guío por los pasillos destrozados, esquivando escombros y cuerpos caídos. Debo sacarla de aquí.—¿A dónde vamos? —pregunta con la respiración entrecortada, noto como sus ojos examinan todo el lugar alrededor antes de agregar:—. Estamos rodeados.Miro a mi alrededor. El eco de los disparos retumba en los muros, los gritos de los hombres agonizando se entremezclan con el crepitar de las llamas. El caos es absoluto.—No te preocupes por eso —respondo con una media sonrisa, aunque mis sentidos están al límite—. Nuestros refuerzos ya están aquí. Dimitri trajo casi un ejército y mis
Lucia CAPÍTULO: LA CALMA DESPUÉS DE LA TORMENTAEl silencio es lo único que me rodea cuando abro los ojos.La habitación está en penumbra, apenas iluminada por los primeros destellos del amanecer que se filtran por las cortinas entreabiertas. Afuera, el mundo sigue en pie a pesar del infierno que vivimos horas atrás. Pero dentro de mí, todo está en caos.Respiro hondo, sintiendo la calidez del cuerpo a mi lado. Giro la cabeza y lo veo. Dante.Está acostado boca abajo, con la sábana apenas cubriendo parte de su cadera. Su espalda desnuda es una obra de arte, con cicatrices que cuentan historias que nunca ha dicho en voz alta. Su respiración es tranquila, serena, y por primera vez, lo veo sin la tensión constante en su rostro. Está en paz.Pero yo no lo estoy.Suspiro, intentando organizar mis pensamientos. ¿Qué va a pasar ahora? ¿De verdad puedo regresar a Italia con él, como si todo fuera así de simple? ¿Cómo lo tomará mi padre? ¿Cómo voy a decirle que no quiero dejar a Dante?Un tor
Dante El frío de la mañana roza mi piel cuando muevo el brazo buscando el calor de Lucía. Pero en cuanto mi mano encuentra nada más que la sábana vacía, mis ojos se abren de golpe. Me incorporo de inmediato, con el corazón latiéndome con fuerza en el pecho. La habitación está vacía. Miro alrededor, con la esperanza de verla en el baño, pero la puerta está entreabierta y las luces apagadas. Un mal presentimiento se instala en mi pecho. No. Ella no se iría. Me obligo a descartar esa idea, aunque la sensación sigue ahí, enterrada bajo la desconfianza que he cargado toda mi vida. Estoy en su casa, en el centro de la Bratva rusa. Aunque quisiera, no podría ir muy lejos sin que me lo hicieran saber. Me paso la mano por el cabello, exhalando con pesadez, y busco mis pantalones en el suelo. Los recojo y me los pongo con movimientos rápidos. Si Lucía se ha ido, necesito encontrarla. Pero justo cuando estoy abrochando el botón, la puerta de la habitación se abre. Levanto la mirada y la v
Lucia El viento entra suavemente por la ventana de mi habitación, levantando las cortinas con un vaivén lento y casi melancólico. Estoy sentada en el borde de la cama, observando la maleta a mis pies. Cerrada. Lista.Mi corazón late con fuerza en mi pecho, como si una parte de mí aún no estuviera lista para dar este paso.Este último año mi vida cambió por completo.Primero un mafioso italiano adoptó a mi hijo, me fui a vivir con él … me enamoré de él. Y luego, casi seis meses después descubro que mi verdadero padre está vivo y no es otro que el jefe de la Bratva.Y mientras he estado con él en estos dos meses, mi mundo cambió por completo. Pasé de ser una madre desesperada a convertirme en la heredera de la Bratva rusa. Aprendí a pelear, a sobrevivir, a adaptarme a un mundo donde la violencia es el pan de cada día. Acepté mi lugar en la mafia, pero ahora… estoy dejando todo atrás.Respiro hondo y cierro los ojos.Voy a Italia.Voy a empezar una nueva vida con Dante y Nico.Pero, ¿
Lucia El disparo sigue resonando en mis oídos. Mi respiración es un jadeo entrecortado, el corazón golpeando contra mi pecho con una violencia brutal. No sé quién ha sido herido. Desde el suelo del jet, me incorporo bruscamente y me asomo por la ventana. El caos ha estallado en la pista de aterrizaje. Hombres de la Bratva y de Dante se han dispersado, armas en mano, gritos de alerta rompen la noche y las luces de los reflectores iluminan la escena. Pero mi mirada solo busca una cosa. Y entonces lo veo. Esteban. Mi cuerpo se paraliza por una fracción de segundo. Él está ahí, de pie entre los soldados de la Bratva, con una pistola en la mano y una sonrisa cruel. No puede ser. Él no debería estar vivo. Mi mente retrocede al instante. Dante lo había mandado a matar. Después de todo lo que hizo, después de haberme vendido a la mafia rusa como si fuera un objeto, después de haber tratado de matarme… No hay forma de que haya sobrevivido. A menos que alguien lo haya dejado escapar.
Dante Odio los hospitales. Odio lo que representan y las razones que hacen que las personas vengan a uno. Sin embargo, aquí estoy. El olor a desinfectante y sangre seca se mezcla en mis sentidos, despertando recuerdos que preferiría enterrar. Las luces blancas, los murmullos apagados, el sonido intermitente de los monitores… Todo en este lugar me recuerda que la línea entre la vida y la muerte es demasiado frágil. Lucía está sentada junto a mí, con la mirada perdida en el pasillo. Se ve agotada. No de la manera en la que solía verla antes, cuando sus preocupaciones eran las de una madre que haría cualquier cosa por salvar a su hijo. Nico está aferrado a Dimitri, no se ha querido separar de él en ningún momento y se que Lucía está preocupada. Joder, yo lo estoy’! Él no debió presenciar nada de esto. Pero esta es la consecuencia de mi mundo. Mis ojos van hacia donde Lucía está y no puedo evitar notar todo lo que ha cambiado: Ahora es una guerrera. Mi mano busca la suya, la a
Lucia Siento que me estoy enloqueciendo. Por un instante pensé que todos nuestros problemas habían desaparecido, que finalmente iba a poder vivir en paz y feliz junto al hombre que amo. Pero nuevamente la vida parece decidida a separarnos. Dejó salir un suspiro que hace eco en la habitación. El silencio de la mansión es insoportable. Han pasado tres días desde que Dante se fue, y aunque hemos hablado por teléfono, sus llamadas han sido breves y frías. Solo lo suficiente para decirme que está bien, que pronto volverá. Pero yo lo conozco. Su tono es cortante. Su respiración, contenida. Algo ha pasado y no quiere decírmelo. Camino hacia la ventana y miro la noche oscura. Este lugar se siente vacío sin él. Al bajar las escaleras, veo a Nico dormido en el sofá, con un libro en el pecho. Mi pequeño ángel aunque no lo dice, sé que se sienta igual a mí. En los últimos meses había vuelto a reír como hace mucho no lo hacía y cuando Dante llegó él se iluminó por completo. Mi niño
Dante Hace 3 días. Italia. No pensé que regresaría solo y mucho menos para volver a casar a una rata. No puedo creer que este malnacido me haya engañado engañado en mis propias narices por tanto tiempo. Siempre creí que era leal. El viento golpea mi rostro con furia cuando me bajo del coche negro. Frente a nosotros, una casa abandonada en medio de la nada. Luciano está a mi lado, con el cigarro apagado en los labios y la pistola lista en la mano. Los otros hombres esperan mi señal. —¿Seguro que está aquí? —murmuro, observando el edificio. Luciano asiente. —Los rusos confirmaron la ubicación. Y nuestra gente fiable acá en Italia también. El hijo de puta está dentro, escondido como la rata que es. Miro el lugar. No hay luces, no hay movimiento visible. Demasiado tranquilo. —Esto apesta a emboscada. Luciano sonríe de lado. —Por eso traemos juguetes. Hago una señal a mis hombres. —Nos dividimos. Grupo uno, rodeen la parte trasera. Grupo dos, entren por el lado derecho. Luci