Capitulo 1912
—¿Ah, sí?

Simón soltó una risa despiadada, retrocediendo con rapidez. Luego, movió su mano derecha, haciendo aparecer una espada de rayos. Iñigo avanzó a paso agigantado hacia él, gritando: —¡Simón, ya no tienes escapatoria! ¡Prepárate para morir!

Iñigo extendió de nuevo ambas manos, y en un abrir y cerrar de ojos, sus brazos crecieron a una velocidad increíble, dirigiéndose hacia Simón con la única intención de estrangularlo. Simón, con un movimiento ágil, blandió su espada de rayos, cortando de inmediato ambos brazos de Iñigo. Sin embargo, en ese preciso momento, los tentáculos morados que surgieron de los brazos de Iñigo se abrieron como los tentáculos de un pulpo, extendiéndose hacia Simón.

—Jejeje, Simón, no tienes escapatoria alguna. ¡Es hora de que aceptes tu destino! —

Los tentáculos de Iñigo se envolvieron alrededor de Simón, quien, a pesar de golpear y cortar los tentáculos con su espada de rayos, pronto se dio cuenta de que estos parecían interminables, extendiéndose una
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