Simón dijo: —Tal vez no exista el amor verdadero en este mundo. Santos y Althea, ambos quizás fueron demasiado caprichosos al pensar que sus decisiones eran las definitivamente correctas. Lamentablemente, tal vez no haya un correcto o un incorrecto. —Sí. Isolde, con los ojos rojos, respondió: —Es cierto, no hay ni lo uno ni lo otro. Tal vez el amor sea solo un sentimiento que aparece en el momento justo, algo que solo puede existir en un ambiente y en un tiempo específico. Pasado ese tiempo y ese entorno, el sentimiento se desvanece. Tras decir esto, Isolde no esperó a que Simón respondiera, empujó la puerta y se fue en silencio. Simón respiró profundo y miró fijamente al techo. En el fondo, no guardaba rencor alguno hacia Isolde, pues comprendía que en este mundo no abundan los sentimientos que trascienden la distancia, y mucho menos cuando se trata de alguien tan respetuosa como ella con su madre. Esa noche, la lluvia seguía cayendo, sin dar señales de detenerse. Simón compró una
El ambiente era tranquilo, y a través del televisor, Simón y los demás se enteraron de que, en los últimos días, Valderia había experimentado una transformación drástica. Un huracán de reformas en la industria farmacéutica había arrasado todo el país, ya que la industria farmacéutica era el pilar principal de la economía de Valderia. Esta reforma había causado un gran impacto en todos los sectores de la sociedad. La noticia se difundió como pólvora por todo el mundo, hasta los miembros de la Asociación Internacional estaban al tanto. Al quinto día, Simón pensó que, después de tantos días de lluvia, el cielo finalmente se despejaría, pero no fue así. El cielo seguía cubierto de nubes oscuras, y la lluvia no parecía querer cesar. Simón estaba a punto de bajar a comprar unas cervezas y seguir bebiendo con Baelor, cuando, antes de que pudiera salir, Constanza lo llamó. Constanza lo miró sorprendida con una expresión seria y dijo: —Señor Simón, el señor Salomón necesita hablar con usted.
Entonces, en ese momento, era necesario que alguien se sumergiera en el agua para ayudar a restaurar los cables submarinos, lo cual permitiría de esa manera abrir la prisión y liberar al Behemoth marino.—La fuerza de El Mensajero de la Oscuridad es superior a la mía, ¿por qué no lo llaman a él en lugar de venir a buscarme? —Él tiene otras misiones y ya ha abandonado Valderia. Por eso, en este momento, solo tú, señor Simón, puedes ayudarnos con este difícil asunto. Por supuesto, al finalizar esta tarea, también le ofreceremos una generosa recompensa.Simón respondió asombrado: —Solo tengo una condición. Ayúdenme a cuidar de Isolde y su hija. Si me prometen eso, iré. —De acuerdo, no hay problema.Esa misma tarde, Simón y Salomón salieron juntos. Salomón condujo directo hacia Monteverde del Mar, y a gran velocidad llegaron a la costa. Entraron en la base del grupo Fuente Verde, situada junto al mar, donde Salomón ordenó a los técnicos que mostraran de inmediato el diseño de la jaula de
El Behemoth marino era de un tamaño colosal, tan inmenso que Simón, en comparación, parecía una simple e insignificante, diminuta hormiga. Sin embargo, dicha criatura marina parecía poseer una sensibilidad extrema hacia su entorno, especialmente en las aguas que lo rodeaban. Cuando Simón apareció, el Behemoth marino, que parecía estar profundamente dormido, abrió lentamente los ojos, como si ya hubiese percibido su presencia.En el momento en que vio a Simón, el Behemoth marino se levantó de un salto, mostrando una actitud claramente hostil hacia los humanos. Comenzó a agitar su cola con furia, golpeando con fuerza las paredes del enorme recinto de hierro en el que estaba confinado, generando un estruendo ensordecedor que resonaba por todo el lugar.Simón nunca había visto a un ser tan gigantesco en toda su vida. La visión del Behemoth marino hizo que un escalofrío recorriera su espalda. En cuestión de segundos, quedó completamente paralizado, incapaz de reaccionar.—¡Boom!—¡Boom!—¡B
Sin embargo, para liberar al Behemoth marino, primero era necesario reconectar el cable eléctrico. De lo contrario, las lluvias torrenciales en Monteverde del Mar continuarían, con el riesgo de causar graves inundaciones en la ciudad. Simón bajó la mirada hacia el cable, ahora nuevamente sumergido en el lodo del fondo. Cuando levantó la vista hacia el Behemoth marino, quedó sorprendido al darse cuenta de que la enorme criatura lo estaba observando fijamente.Era curioso. Por su tamaño descomunal, la criatura debía alimentarse de presas gigantes como tiburones o ballenas, criaturas que satiusfacieran el apetito de su colosal figura. La carne de un humano era insignificante, apenas un aperitivo que no valdría su esfuerzo. Pero ahí estaba, con sus ojos clavados en Simón, y esa mirada intensa hizo que un escalofrío recorriera su espalda.Ser el foco de atención de una criatura tan inmensa era una experiencia aterradora. Cualquiera en su lugar habría sentido el mismo pánico. Sin embargo, Si
Al ver la situación, Simón se impulsó con fuerza y saltó directo sobre el lomo del Behemoth marino. La criatura levantó su enorme cabeza, cambiando de manera vertiginosa la dirección de sus tornados para intentar alcanzarlo. Sin embargo, al estar Simón ya sobre su espalda, el Behemoth marino no podía realizar un ataque efectivo contra él.En ese preciso momento, Simón miró hacia abajo, observando la descomunal figura del Behemoth marino bajo sus pies. Un pensamiento fugaz de destrucción cruzó su mente: —Estoy tratando de salvarte, y tú intentas matarme. Qué absurdo eres.Esa estupidez lo hizo sentir una profunda ira; por un instante, deseó matarlo de un solo golpe. Pero al recordar el acuerdo que había hecho con Salomón, logró contenerse y disipar un poco su enfado. Reflexionando, llegó a la conclusión de que esta criatura había sido capturada y torturada por el grupo Fuente Verde, tal vez sufriendo innumerables abusos. Era comprensible que albergara un odio profundo hacia los humanos.
Durante el ascenso, Simón bajaba la mirada de vez en cuando para observar de reojo al Behemoth marino debajo de él. La criatura, con su apariencia similar a un gigantesco lagarto, permanecía inmóvil por completo en el fondo del océano, postrada como si estuviera rindiendo culto. Su postura era solemne y reverente, lo que llamaba profundamente la atención de Simón.La actitud del Behemoth marino despertó dudas en la mente de Simón. Aunque había escuchado las historias y mitos de Andalucía Dorada, en las que se decía que —El dragón se eleva por todo el mundo— y que los dragones eran los soberanos de los mares, siempre había considerado que estos relatos no eran más que simples leyendas. Pero ahora, al presenciar con sus propios ojos cómo esta enorme criatura marina se inclinaba con humildad, comenzó a pensar que quizá esas historias tenían algo de verdad. —Tal vez los dragones realmente sean los amos de los océanos, — pensó. De lo contrario, no habría forma de explicar una actitud tan de
Después de hablar brevemente con el equipo, Salomón concluyó que la situación con el Behemoth marino solo era cuestión de tiempo. Entonces, subió apresurado a su vehículo y llevó personalmente a Simón de regreso a Monteverde del Mar. Una vez en su residencia, Simón cerró la puerta y, por fin, no pudo contenerse más: un rastro de sangre se deslizó por la comisura de sus labios.La verdad era que, durante la batalla en el fondo del océano, las poderosas descargas eléctricas del Behemoth marino habían superado el límite de resistencia de Simón. Aunque había logrado con éxito liberar la energía acumulada en su cuerpo hacia el agua circundante, su organismo había sufrido graves consecuencias, y el tatuaje del dragón en su espalda le seguía ardiendo intensamente.Por orgullo, Simón no había mencionado su estado físico a nadie. Ahora, al regresar a su hogar, su cuerpo finalmente sucumbió, dejando que la sangre saliera desbordada de su boca. Se limpió con rapidez el rostro, y de inmediato sacó