Nicol, con una sonrisa de autosuficiencia, extendió un documento hacia Liam.—Me llevaré a Fiore conmigo —declaró, con la satisfacción de quien cree haber ganado—. Este documento prueba que el padre biológico de Fiore es Edward, no tú. Ya no tienes ningún derecho sobre ella.Liam agarró el papel con fuerza, sus manos temblaban de rabia mientras lo leía rápidamente. Su rostro se endureció, y levantó la mirada, clavando sus ojos en los de Nicol, intentando contener su furia. —Esto es una mentira —espetó, su voz gélida—. No permitiré que te la lleves, Nicol. No dejaré que arruines su vida con tus mentiras.Los representantes de servicios sociales se acercaron, intentando calmar la situación, aunque sabían que el conflicto estaba lejos de resolverse.—Señor Donovan, nosotros solo cumplimos órdenes. Este documento es legal, y tenemos que llevarnos a la niña —dijo uno de ellos, tratando de mantener la calma.Liam se colocó entre Nicol y la puerta de la casa, su postura protectora y desafia
Aiden se quedó paralizada por un momento cuando Evelyn, agitada, les informó que no encontraba a los niños. El pánico comenzó a apoderarse de ella, pero trató de mantenerse firme. Liam, con una expresión de preocupación mezclada con enojo, se giró hacia Evelyn.—Búscalos bien, por favor —pidió, tratando de mantener la calma—. Tal vez solo se escondieron o están jugando en algún rincón.Evelyn asintió y salió una vez más, revisando cada rincón de la casa y los alrededores mientras Aiden y Liam también se unieron a la búsqueda. Caminaban rápido, llamando a Fiore y Leo, esperando que solo estuvieran jugando una broma o se hubieran escondido por miedo a los recientes eventos.Pero, después de revisar cada posible escondite, cada rincón de la finca, no encontraron ni rastro de los niños.—Quizás escaparon al escuchar todo lo que estaba pasando —sugirió Liam, aunque su voz traicionaba la creciente desesperación que sentía.Aiden, con las lágrimas contenidas en sus ojos, asintió, aunque su c
Mathew había llegado al pueblo minutos antes de que todos supieran de la desaparición de los niños, donde compró helados para Leo y Fiore. Los niños, inocentes y confiados, disfrutaban del dulce regalo, ajenos a las verdaderas intenciones de Mathew. Mientras los niños lamían los helados, la puerta de la camioneta se abrió de golpe, y Cassandra subió rápidamente al asiento del copiloto, su rostro era sombrío y severo.Leo y Fiore se miraron entre sí, sus sonrisas se desvanecieron cuando sintieron la atmósfera cambiar. Fiore, con su instinto más alerta, fue la primera en preguntar con un tono de voz tembloroso:—¿A dónde vamos?Antes de que Mathew pudiera responder, Cassandra giró bruscamente hacia ellos, su mirada era fría e intimidante.—¡Silencio! —les gritó, con su voz llena de desprecio—. Obedezcan y no hagan preguntas, o los amarraremos y nunca volverán a ver a sus padres.Las palabras de Cassandra cayeron sobre ellos como un balde de agua helada. El miedo se apoderó de sus pequeñ
Aiden se colocó al lado de Liam, mirando a Nicol con una mezcla de desprecio y desconfianza. No podía soportar la idea de que esa mujer estuviera involucrada en algo tan atroz.Nicol lo miró con ojos llenos de lágrimas, fingiendo estar ofendida por la pregunta.—Todos en el pueblo lo saben —respondió, su voz temblorosa—. ¡Es nuestra hija, Liam! Estoy tan preocupada como tú. Vine tan pronto como supe lo que estaba pasando.Evelyn, que había estado observando en silencio, se adelantó con los brazos cruzados, sus ojos brillaban con una mezcla de enojo y desconfianza.—Es muy conveniente que aparezcas justo cuando la policía te estaba buscando, Nicol —mencionó Evelyn con frialdad—. No me creo ni una palabra de lo que dices. Tú estás detrás de esto, ¿verdad?Nicol fingió un suspiro de exasperación, manteniendo su papel de madre angustiada.—¡Estás loca si crees eso, Evelyn! —respondió Nicol, su voz se alzó en un tono de indignación—. Solo quiero encontrar a mi hija. Si no me ayudas, al men
Nicol caminaba por las calles del pueblo, fingiendo buscar a Fiore. Su actuación era impecable, lágrimas corrían por su rostro mientras gritaba el nombre de su hija, atrayendo la atención de los transeúntes. Sin embargo, su mente estaba, pensando en cómo llegar a Mathew sin ser detectada. Sabía que no podía usar su teléfono, temía que las líneas estuvieran intervenidas. Después de un rato, cuando creyó que ya había hecho suficiente espectáculo, se acercó a la parada de taxis y pidió que la llevaran hasta las afueras del pueblo.El taxista, sin sospechar nada, la llevó por el camino rural hasta llegar al punto que Nicol había indicado. Ella le pagó el servicio, bajó del vehículo y esperó a que el conductor desapareciera en la distancia. Luego, con pasos rápidos y decididos, se adentró en la maleza, dirigiéndose hacia el bosque. Conocía bien el camino, a pesar de lo intrincado del terreno, y pronto llegó a la finca oculta donde Mathew y Cassandra mantenían a los niños.Al entrar, su ros
En el bullicioso mercado del pueblo, una persona que había estado observando la actividad de la mañana se acercó a un agente de policía que estaba en la zona, avisando que había visto algo extraño. Era una anciana que había estado comprando en un puesto cercano y que, aunque no conocía a los niños ni a Mathew, algo en la escena le había parecido fuera de lugar.—Vi a dos niños pequeños, con helados en las manos. Estaban con un hombre de aspecto sospechoso, no lo había visto antes por aquí —avisó la anciana, ajustándose las gafas mientras trataba de recordar más detalles—. Luego, vi a una mujer, creo que era Cassandra Smith. El agente, atento a cada palabra, le pidió que describiera al hombre y la mujer con más detalle. La anciana se concentró, describiendo a Mathew como un hombre joven de complexión fuerte y con el cabello corto claro. La mujer, claramente identificada como Cassandra, tenía el cabello rubio y llevaba gafas de sol grandes.—Ella subió a la camioneta y desaparecieron —
Mathew levantó su arma, pero Liam fue más rápido. Con un movimiento decidido, se abalanzó sobre él, logrando desarmarlo en un forcejeo rápido. Mathew cayó al suelo, derrotado, mientras Liam lo inmovilizaba con una mirada llena de furia.—¡Nunca debiste meterte con mis hijos! —espetó Liam con voz temblorosa, llena de ira contenida, alzo el puño decidido a darle su merecido, pero el llanto de sus hijos le hizo recordar su misión. Liam corrió hacia donde estaba los pequeños, los abrazó con fuerza. —Tranquilos, papá está con ustedes. Liam, después de abrazar a sus hijos, se aseguró de que estaban bien y seguros. Pero la situación aún no había terminado. Nicol y Mathew estaban intentando huir, y él no iba a permitir que escaparan de la justicia.Los oficiales que habían ingresado a la casa inmediatamente se encargaron de Cassandra, quien estaba paralizada por el miedo. Uno de los policías la esposó rápidamente, mientras ella lloraba, consciente de que su destino estaba sellado.—No quis
Después de que los niños fueron rescatados y la pesadilla finalmente llegó a su fin, Aiden y Liam sabían que el proceso de sanación apenas comenzaba. Ambos estaban conscientes de que, aunque Fiore y Leo estaban a salvo, el trauma del secuestro y las duras palabras que Fiore escuchó de Nicol habían dejado heridas profundas en sus corazones.Una semana después, decidieron llevar a los pequeños a terapia. Querían que los niños pudieran expresar sus miedos y emociones en un entorno seguro, con la ayuda de un profesional. El consultorio de la terapeuta estaba decorado de forma acogedora, con juguetes y libros que ayudaban a crear una atmósfera relajante. Fiore y Leo, aunque inicialmente nerviosos, pronto se sintieron más cómodos gracias a la calidez de la terapeuta.Mientras los niños estaban en la sesión, Aiden y Liam esperaban fuera, compartiendo el mismo silencio reflexivo que los había acompañado desde el rescate. Ambos sabían que las cicatrices emocionales tardarían en sanar, pero est