Príncipe Alec TassaraEs una costumbre extraña pensar que la realeza tiene su final feliz. Nunca he conocido uno. Desde que nací, todo se ha traducido en el deber.Mi padre, el Rey supremo Constantine, es un hombre duro. Nunca ha sido un padre afectuoso, ni siquiera cuando mi madre estaba viva.Mi madre, Reina Clarissa, falleció al dar a luz a mi pequeña hermana. Aún recuerdo los rugidos de dolor de mi padre. Intentó despellejarse vivo y sacarse los ojos por la agonía. Pudieron salvar solo uno. Su fallecimiento incrementó su dureza.Junto a mis dos hermanos fuimos criados para la excelencia. Mi hermano Adair, es igual que yo. Todo debe ser eficaz y óptimo, de lo contrario no merece la pena invertir en tiempo y preocupación.Mi hermana pequeña, Azahara, es nuestra némesis. Por la diosa que problemática es. Mi padre está a punto de encerrarla en las mazmorras para que así no se meta más en problemas.La han expulsado de tres internados y aún no cumple dieciocho. Todos nos sorprendimos c
Isabella Di’Giotanno.Salimos de la oficina del alfa, tomados de la mano con Eric. Siento las chispas recorrer mis manos, dándome escalofríos.“Nena, ¿estás segura de que quieres dormir en mi habitación? No quiero que hagas nada de lo que te puedas arrepentir.”“Sí, mi amor. Estoy segura. No quiero estar separada de ti y sé que Aika está de acuerdo conmigo.”Observo cómo Aika asiente a mis palabras. Llegamos a su habitación y me abre la puerta.Ingreso y observo que mis cosas ya fueron cambiadas. Una cosa buena que tiene dormir aquí es el baño. Eric tiene su baño privado, así que no tendré que pasearme por el pasillo para ducharme.Me siento en la cama, mirando nerviosa a Eric, mordiéndome el labio inferior.“¿Te quieres duchar, nena?”“¡Sí! Me siento sucia por la corrida de hace un rato.”“Sí, dúchate y te traeré algo de comer. ¿Te parece?”“¡Gracias, amor, eres el mejor!”“¡Lo mejor para mi nena!”Observo cómo Eric sale de la habitación. Antes de ingresar al baño, saco del closet mi
Isabella Di’Giotanno.Mi madre no podía haber escogido un mejor tiempo para venir a hablarnos... Por la Diosa, ¿qué es lo que una loba tiene que hacer para tener sexo? ¡Demonios!“Joder, Eric, ¡es mamá! Demonios, ¡quítate! Deja ponerme el pijama.” Le susurro a Eric.“¡Espera un segundo, mamá!” Le grito.Susurrando le digo a Eric, “¡Vístete tú también!”“¡En eso estoy!”Me acerco a la puerta para abrirla mientras Eric se sienta en la cama.“Perdón, chicos, ¿interrumpo?”“¡No me hagas responder eso, Claire!”“¡Eric!” Le grito indignada.“¡Perdón! Mejor me callo.” Hace el movimiento con la mano de autosilenciarse.Mi madre se ríe de la situación y yo me sonrojo a más no poder. ¡Maldición! ¡Si solo no metiera la pata tan a menudo, sería el hombre perfecto! Tiene suerte de que me haya enamorado de él. De lo contrario, lo devolvería al remitente.“¿Qué sucede, mamá?”“No hablamos de la escuela. Después de que se fueron, nos dimos cuenta de eso con el alfa.”“Lo sé, de hecho, lo habíamos est
Isabella Di’Giotanno.Eric condujo hacia la escuela en su camioneta. El trayecto desde la casa es una media hora. Agradecí no conducir, debido a que pude dormir durante ese pequeño tiempo.Nos bajamos del auto y veo como entrelaza su mano con la mía, amando las chispas que me produce el contacto con su piel. Comenzamos a caminar y siento como miles de pares de ojos me miran.“Eric, ¿soy yo o siento que todos nos están mirando?”“No te lo estás imaginando, nena. Pero es a ti a quien miran. Recuerda que hoy eres totalmente opuesta a cómo eres ayer. Pero sigues siendo la misma encantadora amada mía.”“¿Cómo es que siempre terminas sacándome una sonrisa o haciéndome sonrojar?”“¡Es un don! Lo dice encogiéndose de hombros.”“Me siento muy incómoda Eric. Detesto ser el centro de atención.”“Y aun así, tienes a una loba convergente.”Me río con lo que me dice.“¡¡¡Chicos!!!”Observo como corre hacia nosotros mi buena amiga Sophia Stevens. Hemos sido inseparables desde el kínder. Ella es una
Eric Lafallete. Subimos al auto y comienzo a manejar. En ocasiones miro a Isabella y aún la veo temblar. Le tomo su mano para que las chispas la recorran y la reconforten. Aún estoy totalmente conmocionado con lo que acaba de pasar. Siento tanta rabia con Juliette que lo único que quiero es despedazarla. Pero tengo que disimular mi rabia, porque Isabella es una bomba de tiempo. Nunca la he visto así. Siempre es calmada y tranquila la voz de la cordura. “Es su loba, Eric. Antes no tenía una y los lobos nos caracterizamos por ser posesivos. ¿A qué no te gustó que te celara?” “Lo encontré supercaliente. La hubiera desnudado ahí mismo. De hecho, decidí no interferir porque temía que vieran mi erección.” “Je, je, je, te creo.” “Ya, pero en serio, Anouk, ella no lo sabe. No sabe cómo lidiar con su ira burbujeante. ¿Y si encierra a Aika?” “Conversaré con Aika. Le explicaré qué es lo que paso. Por lo que intuyo, ella tampoco lo entiende. No te preocupes, lo arreglaremos. Tú dedícate a
Isabella Di’Giotanno. Temblando, me encuentro acostada en el frío suelo del bosque. Pero mi temblor no es de frío, sino que es debido al poderoso orgasmo que aún me golpea en olas. Jamás había tenido uno así. Si bien es cierto, aún soy virgen y nunca he tenido novio, pero tengo clarísima mi propia anatomía. Tan inocente no soy. Si no fuera porque tengo a Aika encerrada, diría que era ella quien le decía a Eric cómo y dónde tocarme. Es como si él estuviera dentro de mi cabeza. Sabía exactamente qué decir, cuando decirlo, cómo y con qué intensidad tocarme. Este hombre está haciéndome perder la cordura. Cada día que pasa, me vuelvo más adicta a él. Soy adicta a sus caricias, a sus besos apasionados y a las chispas que me hacen explotar de placer. Eric me dice con su voz ronca, seductora y llena de lujuria, “Feliz cumpleaños, nena.” “¡Es verdad! Es mi cumpleaños. ¡Con todo lo que ha pasado, no me había acordado!” “¿Te gustó tu presente?” “¿Qué es lo que crees?” “Hum... Por tu or
Eric Lafallete.Nos vestimos rápidamente y nos subimos a la camioneta. Conduje directo a casa, debido a que Claire se contactó conmigo por enlace mental hace un rato, cuando estaba duro y a punto de meterle la polla a Isabella. Pero el destino nos tenía preparado para tener que esperar nuevamente. En fin, seguiré con mi temporada de bolas azules.“Estás silencioso. ¿Pasó algo malo?”“No, nena, solo estaba recordando lo que ocurrió en la guarida.”“Ah. ¿Por qué nos fuimos de la guarida de todas maneras? Yo no quería irme. Estaba disfrutando de las chispas que me estabas proporcionando… Aunque sí mencionaste algo de mi otro regalo. ¿De qué iba eso?”Le sonrío a sus palabras mientras digo, “Qué bueno que me prestas atención a las cosas que digo, me siento aliviado.”Se lo digo con un tono juguetón mientras pongo mi mano en mi pecho como si estuviera muy sentido. Ella ríe y me da un golpecito en el brazo.“Siempre presto atención a todo lo que dices, aunque no lo creas. Pero ya en serio,
Isabella Di’Giotanno.Estamos disfrutando de la fiesta de cumpleaños organizada por Eric. Ha sido el regalo más hermoso, sincero y entregado que nadie me ha dado. Con cada gesto, Eric me demuestra lo mucho que me ama. Mirando hacia atrás, creo que siempre lo supe, pero no quería amarlo porque no quería decepcionarme que no fuera mío. Pero lo es. Este increíble alfa, aguerrido, feroz, honesto y sexy, es todo mío. Sin embargo, la felicidad nunca dura para siempre.En el minuto en que Eric grita Pícaros, todo se fue al carajo. Mi bellísima sorpresa se ha convertido en un total caos. Eric se abalanza de forma protectora al visualizar que un lobo pardo va a remeter contra mí. Rápidamente, se transforma en Anouk, el cual abre su mandíbula ferozmente y destroza la yugular del lobo pardo. No tuvo oportunidad.Donde miraba, todos peleaban con pícaros que salían por doquier. ¿De dónde mierda vienen? Parecen sincronizados. Los rabiosos pícaros se abalanzaban sobre todos, sean mujeres, hombres