Lo admito mi adrenalina estaba a tope, por más que hiciera algo para distraerme no lograba concentrarme en lo absoluto. Mi asistente tuvo que detenerme en la puerta porque me conocía de sobra, si la veía sería capaz de todo lo que se dice todo.

—Sino se controla lo tendré que amarrar yo mismo, no creo que le guste mirar nada más, en lugar de actuar como quisiera.

Asentí levemente, no era capaz de auto traicionarme por mucho que tuviera ganas. Mis padres se encargaron de apelar el buen corazón de la chica que no paraba de llorar a moco tendido, entendimos porque actuó de esa forma.

—No tienes por qué preocuparte, te aseguro que encontraremos a los pequeños y te los regresaremos sanos y salvos. Solo prométenos que no abandonaras la casa por los siguientes días hasta que demos con ellos y con Mariam. Puede ser muy peligroso para todos si se dan cuenta que nos has puesto sobre aviso de lo que ocurre en aquel lugar.

—Haré lo que sea necesario, pero no me quiten a mis pequeños, ellos son mi