—¡Nos vamos de aquí ahora mismo! —el brazo de Emma fue tomado por el padre Antonio—. Es peligroso seguir en este lugar.Sor María estuvo de acuerdo y la arrastraron para irse de la mansión de Fabrizio. Emma, por más que quiso quedarse, no pudo y solo siguió a su gente. Alessandro se sentó y quiso ir corriendo detrás de ella, pero la mano de Fabrizio lo detuvo.—Así de fácil la alejan de nosotros, Alessandro. Ahora María y Antonio nos tendrán en su lista negra y te será difícil acercarse a ella —miró a Fabrizio, pero no dijo nada.—No era necesario que hicieras eso, pero como no se te puede llevar la contraria —intervino Aysel—. ¿Ahora sí puedo curar a Alessandro?—Vamos a dejar que se muera desangrado —la miró mal.—Ni siquiera sé para qué intento dialogar contigo —se quejó, sacó su celular, escribió algo y una sonrisa se dibujó en su rostro, cuando el celular de Fabrizio empezó a sonar.—Esto no se va a quedar así, Aysel —la señaló y se levantó para atender la llamada—. Piccola, solo
Alessandro había pasado la mejor noche de su vida hablando con Emma. Él no era precisamente la persona más comunicativa del mundo. Era cerrado y frío. La única manera de que lo vieran hablando era cuando hacía su trabajo. Y realmente, lo hacía muy bien. Emma se durmió en el sofá cama que había en la habitación y Cristal llevó sus uniformes de monjas para que ella se vistiera en el hospital. Obviamente, regresar a su casa no era una opción y mucho menos si solo estaba en pijama. —Siento mucho haberme dormido aquí, pero me alivia mucho verte mejor —él la vió ponerse sus zapatos. Ya había escondido su hermosa cabellera y su cuerpo ya no le pertenecía al pecado. No pudo sonreír porque le dolía la cara, pero en lo que pudiera, haría alguna broma estúpida para verla sonrojarse. —¿Vas a desayunar? —ella alzó la cabeza, ante su pregunta.—Lo haré escondida de Sor María y el padre Antonio. Ya ellos deben venir para acá. Anoche me dijeron que no volveremos a tener alguna comida con ustedes
Fabrizio se burlaba de Alessandro y su nuevo papel de paño de lágrimas de Emma. Sintió lástima por la chica, pero jamás perdería la oportunidad de meterse con él. Cristal ya le había informado sobre la investigación que el mafioso quería hacer en los conventos donde Emma estuvo, y le recomendó empezar por el convento en Inglaterra. Cristal debía buscar, específicamente, información de hace ocho años. Fabrizio sabía algo que podría destruir a los hermanos De Santis y a la pobre de Emma.—¿Te sientes mejor? —le preguntó Alessandra—. Aysel le contó todo a Dereck. ¡Nada más te faltó sacarle la vida a mi hermano!—Ganas no me faltaron, pero mira que ahí está bien... Y vivo —se encogió de hombros.Ella negó con la cabeza y abrazó a su herido hermano.—¿Cuándo llegaste a Sicilia, Ale? ¿Vienes por lo de navidad? —besó la sien de su amada hermana.—Llegué esta mañana con Dereck. No nos perderíamos algún evento navideño aquí —le sonrió—. ¿Cómo es eso de que te gusta una monja?—¿A Alessandro l
La vida te podía dar un giro de 180 grados y dejarte más vivo que muerto durante esa vuelta. Alessandro se odiaba así mismo, por haberle permitido tanto a Andrea, que se sentía sucio. Jamás supo sobre los negocios de su padre, él siempre viajaba y le enviaba fotos de sus comidas. Realmente, era un perfecto mentiroso. Nunca sospechó de él, hasta que Fabrizio abrió una investigación completa hacia su familia.En la Cosa Nostra, solo había pocas cosas que no estaban permitidas. Golpear a una mujer, contrabando de personas, meterse con los niños, violaciones, faltarle el respeto al líder y llevarle la contraria.Él sabía, perfectamente, que más de una vez pasó el límite con Fabrizio, pero las veces que lo hizo tuvo sus razones. Una fue por Alessandra y la otra por Emma. Solo que las dos habían sido víctimas del hombre que una vez fue su ejemplo a seguir.—¿Dime en donde están? —le preguntó Alessandro a Cristal, cuando llegó al hotel donde ella se estaba quedando.La chica lo miró y se sor
Emma lloró hasta quedarse dormida en el sofá. Alessandra se quedó con ella, a pesar de que la rubia lo que hizo fue decirle cosas hirientes, y simplemente, la escuchó. Dereck también estaba en el departamento de Emma sin los gemelos. El día siguiente sería una locura en la casa de Alessandro. Él podía hacer las cosas discretas y bien para tratar de enmendar su situación con la chica, pero no podía negar su naturaleza asesina.—Odia a mi hermano. Ni siquiera le quiere dar una oportunidad para nada. Odia a Alessandro por ser un asesino y estar en la mafia, pero dice que no le afecta lo que le hizo Andrea —la señaló, Dereck la miró, la novicia estaba dormida en posición fetal dándose valor.—Si se durmió llorando por cómo había sido abusada —sintió lástima por ella—. Tampoco esperaba que el hombre que le gustaba fuera hijo de un...No pudo pronunciar la palabra. Él tenía a Alana y moriría si a su pequeña hija le sucediera lo mismo.—Emma está muy confundida y mi hermano está roto, pero n
—¿Me dejarás mostrarte que yo no te haré daño jamás? —le preguntó Alessandro, casi en un susurro.—¿Dejarás de ser un asesino? —le respondió con una pregunta.—Si yo me quedo inmóvil ten por seguro de que seré la comida de mis enemigos —tomó su arma, la guardó en la funda y salió del departamento sin decir más nada.Esa madrugada no volvió a dormir. Buscó en las noticias algo sobre un incendio y ahí lo encontró todo. Alessandro había quemado el convento en Inglaterra y por más que ella quisiera poder ocultar el alivio que sintió al leer la noticia, no pudo hacerlo. Emma se sintió corrupta y lloró nuevamente, hasta quedarse dormida.***El domingo había llegado de manera abrupta y rápida. Los ojos de Emma ardían de una manera inexplicable y el dolor de cabeza la estaba matando. Ella fue directamente al hospital en busca de Aysel. Desde que ella se despertó, solo logró pensar en esa mujer. No parecía mala persona y era la única que tenía un poco más de cordura que el resto.—Dios mío,
Alessandro estaba en su mansión preparando su espectáculo. Realmente no tenía mente para más nada. Daba un poco de pena verlo ojeroso y abatido. Él no podía explicarse muchas cosas y el saber que Emma no aceptaba quién era, le dolía.En su cabeza, todo se resumía a venganza y sabía que ella estaría en la fiesta. Obviamente, ella lo iba a seguir rechazando, pero era una necesidad, el acabar con algo que a ella la hizo sufrir.Fabrizio entró a la mansión y vió al hombre colgado de cabeza en la sala de Alessandro. El hombre seguía con vida y probablemente, sus órganos estaban casi en su boca. En otra ocasión, él lo hubiese felicitado, pero tuvo que mandar a Dereck a limpiar su desastre. Cristal había sido suspendida. Todavía tenía corazón de pollo.—Le diste trabajo a tu cuñado, Alessandro. ¿Acaso no estás usando completamente tu cerebro? —vió como se giraba y su atención se iba del hombre que tenía en la sala—. Bonito adorno.—Tú nunca vienes a mi casa. ¿Qué está pasando? —en una hora,
Alessandro no tenía idea de lo que le estaba por venir. Creía que todo estaba bajo su control. Nada se le había escapado y prácticamente, hasta la última piedra en Sicilia, vería la muerte del hombre que había abusado de Emma.Él no se comía el cuento de qué solo había observado. La familia del hombre ya había llegado y no tenían permitido llorar o hacer algún gesto de dolor. Alessandro los había amenazado. Si ellos mostraban pena por el sujeto colgado de cabeza, su muerte sería más dolorosa.¿Estaba cegado? Por supuesto que lo estaba. Fabrizio le haría pagar el precio más alto por su desobediencia. El líder de la mafia le pidió que estuviera tranquilo y solo hizo un desastre en el proceso. Dereck tuvo que callar muchas cosas y Fabrizio sacó mucho dinero para sobornar a los policías.No había problema en que él limpiara sus rebeldías, claro que no. El problema era que la Interpol estaba en Italia en busca de la Cosa Nostra. Un paso más y cae la mitad la organización.Alessandra no est