“Claro", murmuró Briana, conociendo a Lucía, cuyo único objetivo era que ninguna mujer mirara a su marido, quien era la fuente de su dinero.
“Bueno, me iré. Tengo que ir a un turno de fisioterapia y esas cosas", dijo Lautaro.
“Suerte", comentó Briana, y él la sostuvo de la mano.
“¿Quieres ir a cenar a algún lado esta noche?", preguntó Lautaro mientras acariciaba con su pulgar el dorso de la mano de Briana.
“Claro", murmuró Briana, un poco avergonzada, como ayer se apartó.
“Nos vemos", comentó Lautaro, y en ese instante Briana sonrió. Se sentía tan avergonzada y feliz que su corazón rebotaba de alegría. En cuanto se alejó...
“Pude abrazar a Lautaro", comentó Briana con felicidad al acercarse corriendo a Eduar
“ En ese momento, Briana no podía hacer otra cosa más que sentirse confusa. A pesar de todo, estaba enamorada de Lautaro, pero al ver a Eduardo, todo se volvía más complicado.“Hola Eduardo", comentó con alegría acercándose a él, pero él la ignoró por completo.“Señor, ¿necesita algo?", preguntó dirigiéndose a Lautaro.“No, está bien. Puedes retirarte", respondió Lautaro. Eduardo asintió y Briana se sintió completamente ignorada.“ En cuanto llegaron a la casa para poder bañarse, Eduardo también lo hizo.“¿Te pasa algo?", preguntó Briana confundida.“ Él no dijo nada, ignorándola por completo y cerrando la puerta de su habitación.“ Briana, sin comprender, golpeó la puerta. "Eduardo", preguntó. Pero él no respondió ni abrió la puerta. Siguió golpeando hasta que se cansó, intentó girar la perilla, pero al parecer la puerta estaba cerrada.“ Se quedó allí con los brazos cruzados y entonces comprendió. Seguramente él la había escuchado y se sintió muy mal por haber hecho ese comentario.
Decidió abrir la puerta de su habitación y encerrarse allí, tratando de no pensar en nada más que en ella misma. Sin embargo, no lograba conciliar el sueño. Los besos que se escuchaban desde la otra habitación y los ruidos extraños despertaban su curiosidad y, al mismo tiempo, se sentía triste.Briana se sentía molesta no solo por el hecho de que Lautaro estuviera teniendo relaciones sexuales con alguien más en la otra habitación, sino porque se sentía bastante triste. Salió de la habitación, tomó su cartera y decidió encender su vehículo. Apoyó su cabeza en el volante, intentando de esa manera no sentirse tan triste. Su corazón se llenaba de pesar en ese momento. No sabía muy bien en ese instante cómo sentirse, y su corazón se detenía poco a poco.En cuanto llegó a la cocina,
Con el paso de los días, me hice más cercano a Blanca. No veía a la bella todos los días después del trabajo, y Briana lo sabía. Al principio, se sintió bastante molesta sin entender por qué, pero con el tiempo lo aceptó. Sin embargo, no le gustaba para nada la idea y ni ella misma se podía llegar a entender.—¿Estás bien? —preguntó de repente acercándose a ella.—Sí, ¿por qué? —preguntó curiosa.—Tienes una cara de querer asesinar a alguien que da miedo. —dijo de manera exagerada y Briana se rió.—Dime qué te ocurre.—Nada —murmuró Briana mientras batía algo en un bol.—¿Qué cocinas? —preguntó curioso.<
—Lucía me diría que soy patético.—Claro que no lo eres, ella siempre quería lo mejor para ti —dijo Briana, mintiendo para reconfortarlo.—La extraño —confesó, mientras Brenda sentía un agujero en el pecho.Luego, llegó la noche y Lautaro se sintió tan triste que se sentó en el jardín de la casa. Briana fumaba un cigarrillo, pensando en todo y a la vez en nada. Cuando Eduardo llegó, la vio y se acercó a su lado.—¿Estás bien? —preguntó.—Qué raro que no estés con tu novia —comentó Briana con desgana.—Estoy aquí —respondió mientras se sentaba a su lado.—Lo encontré nuevamente en la habitación de su difunta es
—Pero creo que era algo que él debía saber, así como a mí me gustaría saber si mi esposa me estuvo engañando u...Aquí tienes una versión revisada y corregida del texto:—Protesto —dijo Eduardo—, ¿tienes hambre? —comentó mientras extendía un brazo con un plato.—No sé ni qué demonios estoy pensando —comenté. —Gracias por esta comida —añadí.—De nada, disfrútala. Yo también comeré. ¿Quieres venir a la mesa o estás más cómoda en el sofá? —preguntó.—Iré a la mesa, no quiero manchar tu almohadón —señalé, mirándolo con desconfianza.—Claro —respondió un poco nervioso. Yo cerré los ojos.—No me digas que has usa
Eres tan bonito —comentó ella, y yo levanté una ceja. Bonito, ¿desde cuándo se usaba esa expresión para referirse a un hombre?—Tú eres más bonita —comentó él, riéndose mientras la besaba.Eso es lo que pude apreciar, ya que sus cuerpos, sus pechos se acercaban pronto, y las palabras quedaron en el olvido. Eduardo la envolvió con un abrazo y la acercó más a él, pero sus manos no se quedaron quietas en su cintura, sino que se deslizaron por su trasero. Sorprendida y avergonzada, me aparté y decidí ir de puntillas hasta la cama. Me cobijé lo mejor que podía y me sentía enojada, ni siquiera sé por qué demonios me sentía así. Pero me quedé dormida de igual forma.—¿Briana? —preguntó una voz a mi lado, y levanté una ceja y l
Finalmente, estaba caminando hacia el altar. No podía con la emoción, tenía tantas ganas de llorar, y mi madre también estaba observando. Quizás no estaba haciendo lo correcto, no lo sé. Pero algo me decía que casarme no era lo mejor que podía hacer. Ver de reojo que Eduardo me miraba, y tal cual todos lo hacían. Pero algo en sus ojos había que me hizo querer salir corriendo y abrazarlo, pero no lo hice y seguí adelante.Ahí caminando, desviando la vista hacia mi futuro esposo, quien era muy guapo con su traje blanco y su corbata de color negro, aunque tenía algunos encajes muy elegantes del color del traje.—Estás muy bonita —comentó él y yo sonreí.—Era un vestido sencillo pero elegante. No quería un vestido pomposo que me hiciera parecer una princesa inmóvil. Yo quería algo c&
—¿De verdad? —pregunté.—¿Y Emma? —añado .—Estará con su abuela, solo será una semana. No sé… si te molesta.—No, para nada —respondí con una sonrisa.Me encantaría viajar contigo y conocer nuevos lugares juntos.El día de nuestro viaje llegó, y estaba ansiosa por la aventura que nos esperaba. Con Eduardo a mi lado, sabía que cualquier destino sería mágico. Juntos, comenzábamos una nueva etapa en nuestras vidas llena de amor y felicidad.—Claro que no, no viajo muy a menudo porque...—¿Por qué? —preguntó sin entenderme.—Porque soy pobre —confesé, y empecé a reírme divertida.—¿Qué misterio? &mdash