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—Lucía me diría que soy patético.

—Claro que no lo eres, ella siempre quería lo mejor para ti —dijo Briana, mintiendo para reconfortarlo.

—La extraño —confesó, mientras Brenda sentía un agujero en el pecho.

Luego, llegó la noche y Lautaro se sintió tan triste que se sentó en el jardín de la casa. Briana fumaba un cigarrillo, pensando en todo y a la vez en nada. Cuando Eduardo llegó, la vio y se acercó a su lado.

—¿Estás bien? —preguntó.

—Qué raro que no estés con tu novia —comentó Briana con desgana.

—Estoy aquí —respondió mientras se sentaba a su lado.

—Lo encontré nuevamente en la habitación de su difunta es

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