— Sí, por supuesto, que me interesan esos planes... y no, en lo absoluto vamos a perder dinero. Búscalo y haz lo posible para que acepten. Pero haciendo una propuesta coherente, por supuesto— digo en mi llamada con uno de mis inversores mientras la veo a ella entrar. ¿Para qué voy a negar que la extrañaba? Que tenía hasta la tentación de... llevármela a la oficina. Enseñarle todo... darle todo el maldito mundo. Porque cuando ella entraba a mi estudio, casi con vergüenza, de forma adorable, pero aun así con una mirada tan insistente... hacía que todo mi cuerpo despertara. Había sido un día agotador...tenía que ponerme al tanto de todas las cosas que dejé pendientes luego de mi visita y paseo en yate a los Hamptons... pero todo valió la pena solo por ella. Tenía un vestido por encima de la rodilla, ligero y sencillo, y cuando se inclinó hacia mí y me dio un suave beso, sin importar la remotamente mi llamada... pude ver su escote. Por Dios como yo deseaba tanto a esta criatura.
Lucas Juro que si no me detienen soy capaz de incendiar esta estúpida ciudad. Nueva York me había traído más dolores de cabeza que felicidad, aun cuando mi padre había venido conmigo hace ya tantos años, en busca del sueño de hacer dinero y una vida digna. No creo haberla logrado. — Señor, es simplemente un triste intento de hacerlo perder el control... de molestarlo...— me decía Octavio persiguiéndome. —¡Pues lo ha logrado con bastante éxito!— le grito. —Owens llama a mis hombres y a mis abogados ¡Ya!— grito y me voy a mi estudio. Empiezo a comunicarme con algunos contactos, a mis detectives, a todos, cuándo en una hora ya tengo a todos mis abogados en medio de una llamada. — Señor esto que dice el Señor Smith no tiene ningún sentido— dice mi abogada principal Sarah. —¿Estás segura? ¿No tendrá alguna carta bajo la manga? ¿Algo que pueda confirmar que él no solo tiene alguna relación válida con mi esposa... sino que quiere quitarme las acciones? Tengo conocimiento de que Ernest
Lucas — Señor, por qué no habla cuando esté un poco más tranquilo...— me dice Octavio, prácticamente persiguiéndome mientras yo camino de un lado a otro de la casa, gritando y apurando a que todo el mundo haga, cualquier cosa. Cuando la realidad es que no puedo controlar nada. Me mata solamente la idea de que ella realmente haya sido un espía, ni siquiera me puedo detener a pensarlo, así que simplemente camino como un imbécil de un lado para el otro. Ella me está investigando. Me sedujo en mi propio estudio y yo casi caigo como un tonto. Realmente me he puesto más estúpido con el tiempo. No debí confiar en ella, pero caí igualmente. Yo pensando que podríamos tener una oportunidad. Y quizás tener una familia... pendiente de protegerla, de no usarla en mis planes. Yo usaba a todo el mundo, mis planes estaban primero antes que cualquier cosa. Pero ella... Esa mujer era mi perdición. Siempre lo supe, pero igual continúe con mis objetivos obviando ese detalle. —¡Basta, Octavio! ¡No
Dalila ¡Había pasado justo lo que no quería! Me lamentaba tarde ahora de no haber destruido ese estúpido celular. Realmente no significaba nada para mí, y ahora… jugaba todo en mi contra. Habíamos discutido y, le había hablado con honestidad, pero él no quería oírme, y no cuando no hay voluntad, no hay nada que se pueda hacer. Le había pedido que se colocara en mi lugar, le había preguntado nuevamente por qué nunca me buscó… y estuve a muy poco de contarle del aborto, pero él salió como un ventarrón del cuarto. Y no había vuelto. Volvía a estar aquí encerrada, en esta magnífica casa, sintiéndome perdida y abandonada, una vez más. Tenía en mi mano el anillo de Ernest, él que había dicho que era una baratija y me entristecía. También el que había encontrado en mi caja que me dio él. Tú eres mi fuerza... cuando yo estoy contigo, pierdo el miedo. Decía la inscripción. Los dos anillos pesaban en mi mano, me dolían de formas diferentes. Escuchaba atrás de mí, cerca de la puerta, lo
Dalila Lo que él me pedía no era nada sencillo. Yo sentía que no tenía por qué demostrar esto, que él tenía que confiar en mí y a la vez comprendía por qué él lo hacía. Tenía miedo de que yo realmente estuviera metida con Ernest, sin contar que finalmente era una Ferrero. Todo jugaba a mi contra… y con todo y eso… me sentía herida.Por fin me había explicado todo el tema de la alianza entre Smith y Claudia, y el papel que está llevando grupo Ferrero. Y debía decir que era aterrador. No me parecía del todo erróneo ni una idea alocada, puesto que ya había visto en los archivos de Celeste que las cosas en las empresas no eran del todo legales. —¿Qué... qué es lo que tengo que hacer?— le preguntaba mientras estábamos en el auto. Lucas parecía determinado de hacer uso de todas las estrategias que podría encontrar, agotar todas las posibilidades para que yo le demostrara que realmente estaba de su lado. — Simplemente vamos a presentarnos... y vas a responder a todas las dudas de mis abog
Lucas Sabía que lo que le estaba pidiendo no era fácil e inclusive parecía contradictorio a lo que yo siempre había clamado: que tenía que protegerla y cuidarla. Y ahora la colocaba al frente, en la primera fila, contra nuestros enemigos. Le había pedido que se probara ante mí, lo que había dicho era cierto, honestamente no tenía idea y parte de mí esperaba que realmente ella estuviera de mi lado. Pero ya me había cansado de las traiciones y necesitaba al menos una prueba de lo que ella decía era verdad. Estaba seguro, eso sí, de que Ernest tenía un plan terrible del que ella siempre había formado parte, sea consciente o no. Quería aprovecharse de las Ferrero, y cada vez estaba convencido de que venía desde hace años. Dalila no parecía tan convencida de esto, aun cuando había aceptado demostrar que no me había traicionado, de que no era la persona que yo creí, que aunque hubiese encontrado esas pruebas en el teléfono... ella realmente no había formado parte de esto. Luchaba po
DalilaHoy me había sentido como un simple juguete. Había actuado como una mujer que tiene el esposo perfecto, que por supuesto no era tal cosa... y luego me había reunido con un hombre aún más perverso. Era sin duda una de las noches más bizarras que había tenido en mi vida, de las que por lo menos me acordaba. Cada vez estaba más convencida que debía salir lejos de aquí, que cuando todo esto terminara tenía que buscar un poco de paz. Ernest parecía ser peor, incluso de lo que imaginaba. Me había tratado como un objeto, como si yo hubiese sido alguien sin cerebro, que él puede manipular como le plazca, y eso me había llegado a lo más hondo de mi corazón. Él sin duda intentaba manipularme y ahora estaba asustada preguntándome en qué rayos me estaba metiendo. Pensé que había mejorado de alguna forma, que ahora tenía algo de poder, que podía inmiscuirme las cosas de mi familia y de la empresa. Pero la realidad es que no tenía nada. Después de reunirme con Ernest, él se había ido y
Lucas —Vaya vaya… esto ha sido realmente sorprendente. Debo reconocer que tienen agallas tú y ella… meterse en la boca del lobo directamente así… ¡Guao! Simplemente… ¡Guao!...me quito el sombrero con esto— me decía Carter riéndose contento, quien me visitaba en mi oficina mientras caminaba viendo todo, que al parecer era muy serio para su gusto. —Era lo que teníamos que hacer… ya lo sabes, no confío en esa tal Mabel… es demasiado lanzada para mi gusto…— digo recordando ese episodio con ella. No, jamás confiaría en esa mujer. —Qué lástima… en realidad todas las mujeres son de mi gusto, tú sabes…— dice y creo que parece agregar: todas, pero especialmente mi esposa que no quiere volver conmigo. —La cuestión es que tenemos un plan entre manos… y es dentro de unos días— le señalo. —Pues…supongo que habrá otra forma, ¿no? No hacer lo que Smith pide— me dice. —¿A qué te refieres?— —Pues que… me parece poco prudente exponer a Dalila así… ¿No lo crees? Ella sola…— me dice y se me qu