Hola hola! Estamos cerca de saber qué pasará con Ernest y Claudia Los leo! Bso Kika
Lucas—¿Estás bien? ¿Realmente te sientes bien? Pasé todo el tiempo que estuviste en la cárcel angustiada— dice ella mirando las cicatrices en mis manos, que con todo y que ya están cicatrizadas no impidieron que yo tocara a mi esposa y le hiciera el amor en cuanto estuvimos solos. Ahora la tenía desnuda, recostada sobre mi pecho mientras acariciaba su espalda. —Y yo estuve preocupado por ti, de que algo te pasara en mi ausencia pero ya me di cuenta de que habías manejado todo a la perfección y no podía esperar menos de ti— le decía y ella se reía. —Todos ayudaron tanto y en el momento en que ellos se vieron perdiendo y con miedo desestimaron todas las causas que tenían. Por supuesto que muchos vinieron a ayudar y estás aquí gracias a ellos, no solo por mí. Eres importante para muchas personas mi amor— dice ella, yo le doy un beso en la frente. —Pero tú eres la más importante para mí... no hay nadie más importante en el mundo Dalila— digo feliz de estar en mi cama aquí junto a ella
Dalila Sabía que no tenía que hacerlo, pero igual algo de mí me decía que esto era lo correcto. Claudia había sido un personaje realmente nefasto para mi historia y para toda mi vida, y si bien yo no recordaba que había sucedido en nuestra infancia, o si en alguna oportunidad habíamos tenido buenos momentos, la verdad es que lamentablemente los dudaba. Pero con todo y eso no creía que nadie mereciera ser golpeado y abusado, de esa manera. Yo había perdido mi memoria, pero supongo que lo que somos, no se perdía tan fácilmente y yo intentaba tener algo de compasión con los demás. No es que creyera que ella fuera a cambiar o inclusive que hiciera algo por mí, pero por la memoria de mi familia, yo al menos tenía que intentar ver si ella estaba bien… podía decir que no la dejé sola en este momento. Lucas estaba viendo a sus abogados y terminando todo el papeleo de la demanda fallida de Ernest, y, por lo tanto, yo había quedado bajo el cuidado de Carter y Owens. Nuestro amigo y soci
DalilaCuando me desperté tenía un gran dolor en la cabeza y todo era oscuridad. Estaba sentada en el suelo y con las manos atadas, me sentía mareada y completamente perdida, no podía ver nada pero no tenía nada en la cabeza ni tampoco en los ojos. Simplemente, estaba tirada y como si fuese una cosa. Por lo poco que podía ver parecía estar en una especie de depósito, escuchaba que algo goteaba a lo lejos, y más allá de voces de hombres discutiendo... no podía percibir otra cosa más. Literalmente nada que me dijera dónde demonios estaba. Pero si algo era claro era que estaba, atrapada. Con certeza completamente aislada, en algún lugar lejano de la ciudad o quizás hasta fuera de esta. Sola, sin mi esposo, incomunicada y presa de esta gente. Lucas me había hablado de la mafia en la que estaba involucrada Ernest. Y no tenía que imaginarme mucho, pues había vivido una persecución espantosa de parte de ellos, en mi propia casa. Pero ahora estaba sola a merced de ellos... Lucas no sabría
Lucas—Se han llevado a la señora ——Fuimos atacados y ella ha desaparecido…— —Intentamos contenerlos pero finalmente se la han llevado— me decían.Ella se había ido. Me la habían arrebatado prácticamente de las manos. Mi esposa estaba haciendo un buen acto visitando a su hermana, que no lo merecía y se la han llevado. Esas eran las únicas palabras que se repetían en mi cabeza, una y otra vez. Algo innombrable y que debería ser prácticamente prohibido decir, pero que, sin embargo, era verdad. Mi esposa no solamente no estaba conmigo, sino de que no tenía la menor idea de dónde estaba. Ella no me había dejado, sino que la habían arrancado de mí. Mis hombres me habían llamado cuanto antes y podía notar la vergüenza de sus caras, pero también podía ver las heridas que tenían, les habían disparado y uno prácticamente me había venido a ver sangrando. Los habían acorralado y atacado, sabiendo exactamente qué es lo que iba a suceder. Como si fuera poco, tenía a Owens en un quirófano, y
Dalila—Pues nos encontramos de nuevo Nadia... y ahora estás de nuevo en mis manos... yo creo que todo indica que nuestro destino y dejar de intentar apartarnos, ¿no lo crees? —me decía ErnestHabía aparecido de nuevo como un mal recuerdo del que uno quiere deshacerse, pero no puede. Parecía que todas las desgracias de mi vida estaban marcadas por él de alguna u otra manera, y ahora al final. Yo tenía que buscar la forma de deshacerme de él, o si no acabaría conmigo. —Eso es lo que tu mente retorcida puede pensar. Me has estado buscando una y otra vez para abusar de mí— le decía yo y veía como su expresión cambiaba de disgusto. Escuchaba que el calvo de la mafia resoplaba. —Pues parece que no la tienes tan controlada como decías Smith... —contestaba y eso sin duda le generaba malestar al rubio. —Solo déjame con ella unos instantes y verás cómo estará quebrada, lograré lo que ella tenga que hacer para que el estúpido de su esposo nos dé el dinero que necesitemos— decía Ernest y el o
Lucas La imagen de mi esposa en ese video retumbaba en mi cabeza. Se veía angustiada, sola en manos de ese desgraciado. No podía dejar de pensar que yo tenía que buscar alguna manera de haber evitado todo esto, pero ahora, no había forma de volver en el tiempo y tenía que actuar lo antes posible. Sufría viéndola, me partía el corazón. Devon Smith me había dado un dato importante y era que su hijo tenía una especie de localizadora en su celular, debido a que se perdía tanto cuando se emborrachaba y sabrá dios qué cosas más, que el padre lo tenía vigilado, pero el muchacho no lo sabía. —Esto coincide con los datos que nos dieron Señor Dantes— me decía la detective Roberts, quien desaparecía buscando refuerzos. Mientras yo volvía a casa y montábamos una base junto con mis hombres, ella había buscado ayudarme pero sabía que yo tenía aquí todos los recursos necesarios. Ya nos encontrábamos en mi estudio intentando analizar la ubicación de Ernest. —Aquí aparece, señor, se pierde la s
Dalila Había intentado lo más posible no llorar mientras él grababa el video pero había resultado imposible por más que yo quisiera. Sabía que esto iba a angustiar terriblemente a Lucas pero la situación era más fuerte que yo misma. No deja de preguntarme qué estaría pensando y sintiendo mi esposo en este momento y qué plan traería en mente para no caer en los pedidos y demandas de Ernest. Lucas era un hombre inteligente y buscaría una solución, pero igual tenía miedo. Ernest parecía muy satisfecho con el video, ya lo había enviado y yo sabía que mi esposo no iba a dejar de hablar con la policía, no iba a ceder así como así, menos con sus contactos con los detectives de la policía. —No te preocupes, querida Dalila, esto será más rápido de lo que pensamos... yo tendré mi dinero y me alejaré de estos hombres. Estos imbéciles creen que son mis dueños— decía él muy convencido, y a la vez odiando estar en manos de ellos. De repente, los de la mafia entraban al lugar.— Bien Smith… supo
LucasSe había desarrollado prácticamente una batalla campal en el galpón. Los hombres de la mafia se habían sorprendido, pero por muy poco tiempo y ya comenzaban a atacar. No iban a dejarse atrapar como cualquier cosa, sino que iban a luchar con todo lo que tenían. Salían y salían cada vez más hombres muy bien armados, mientras yo me escondía tras una de las paredes, intentando que no me dieran las balas. Tenía que llegar hasta ella, mi amor estaba aquí en esta lluvia de disparos, sola y desprotegida, no sabía si iba a ser prioridad para ellos mantenerla con vida en esta situación. —Manténgase en el suelo, señor Dantes, esto va a durar un rato —me decía el agente Martins mientras él continuaba como si nada. Afortunadamente, si los de la mafia estaban preparados, pues los del FBI no se quedaban atrás. Estaban muy organizados, y con seguridad disponían de varios recursos. —¡A los costados! ¡Ahora! ¡Equipo! ¡A mí! —gritaba el agente y yo los seguía. Ahora pensaba en que no sé si real