Lucas
—Ella me contó todo y ahora pareciera que todas las piezas caen en su sitio. Ernest había sido ese hombre quien le había dicho daño cuando teníamos poco tiempo de casados. Él la había amenazado y ella tenía mucho miedo, juro que no puedo creer todo lo que ella ha sufrido, sin duda no merece nada de lo que ha pasado— le cuento a Owens y Octavio que me escuchan asombrados.
—La señora poco a poco está recordando, seguramente va a tener que hablar con ella en detalle de otras cosas— dice Octavio y es obvio que sí.
—Lo tengo planeado para hoy mismo en la noche. Necesito que no haya más secretos y es obvio que ella está empezando a confiar mucho más en mí. Cada vez que recuerda algo bueno o ma
Dalila—¿Embarazada? No, no, no puede ser——Sí señora, esos son los resultados y coincide totalmente con los síntomas que describe, debo decir— me decía la doctora. Me enseñaba los análisis y no lo podía creer. Lucas había insistido tanto en que viniera el médico que había terminado de volver a la doctora a la que él me había llevado cuando nos encontramos, y ahora me daba estas noticias totalmente inesperadas. Es cierto que yo le había dicho que quería tener una familia con él, se lo había dicho hace pocas noches, y era realmente algo que yo deseaba de corazón, y también que habíamos estado… como desesperados desde hace días, prácticamente sin soltarnos cada noche. Pero de repente todo esto era muy repentino.—Es solo que… mi esposo pareciera que tiene problemas de fertilidad… ya estuve embarazada de él una vez… una segunda, parece…——Si ya estuvo embarazada de él, pues eso demuestra que es posible. Usted misma había mencionado los síntomas: mareos, buen apetito y a la vez cansanci
Lucas Desde el momento en que estos hombres habían entrado a mi casa sabía que mi destino estaba sellado. —¿Qué demonios? ¿Cómo se atreven a entrar así? —decía yo a los gritos mientras la policía entraba por la puerta de mi casa empujando a Victoria como si ella no existiera. —¿Quiénes son ustedes? ¿Con qué derecho entran a mi casa?—preguntaba mientras me colocaba enfrente de ella y la alejaba de todo este embrollo que se comenzaba a formar. Los policías ni siquiera me contestaban pero desde atrás sobresalía una voz que ya yo conocía muy bien. —Señor Dantes... — —¿Detective Fernández? —preguntaba asombrado. Había visto al hombre ya unas cuantas veces y si bien no suponía que me fuera a prestar una atención más dedicada, me sorprendía que viniera así, sabiendo él lo que sucedería si se metía conmigo. Especialmente de él y todos sus problemas, demasiado oscuros para un personal de la policía. —¿Podríamos hablar en un lugar más tranquilo? —pregunta él y le hace señas a sus hom
DalilaYo lloraba desconsoladamente por todo lo que había pasado, simplemente en mi cabeza no entraba la idea de que esto había sucedido. Mi objetivo había sido que yo iba a llegar, iba a contarle la buena noticia, nos íbamos a reír y quizás llorar. Luego pensar en cómo sería nuestro futuro y que íbamos a hacer. —Tiene que haber una forma de que podamos solucionar esto... yo temo que mi hermana y Ernest estén metidos en todo esto, haciendo lo posible para sacar lo peor de esta situación. —Lo sé, señora... el señor no quiere que usted actúe, los abogados ya están hablando y se han presentado en la comisaría, pero... sabemos que su hermana y ese hombre son capaces de cualquier cosa, de lo peor. Pero el señor insiste en que usted se quede de lado— me decía Octavio. —¡Pues no lo voy a hacer! —digo y empiezo a actuar. Parecía mentira pero el lugar más seguro de la casa no era el estudio de mi esposo ni su caja fuerte, sino ese pequeño espacio en mi clóset donde yo había dejado la llave
Lucas Odiaba la idea de que ella me hubiese visto esta situación, pero con todo y eso no podía evitar la sensación de felicidad que tuve al verla y como ella me prometía que iba a llegar hasta el fin de esto. Yo no quería que ella se ensuciara sus manos con estos temas, pero mi esposa había demostrado poder manejar tantas cosas que yo confiaba en que ella junto con mis hombres iban a poder lograr esto. Además… había algo en su mirada, tan determinada que me dejaba asombrado. Luego de esa improductiva interrogación habían llegado mis abogados y en poco tiempo los volvía a tener enfrente, me tenían aún esposado pero yo no perdía mi dignidad. —Señor Dantes, su esposa, se ha comunicado con nosotros y ella misma ha traído aquí a la policía el certificado que demuestra que el anillo fue heredado por ella y que no tiene a lugar la causa por el robo— decía mi abogada pero luego ponía mala cara. —Supongo entonces que el problema es la otra causa — —Así es señor, no está resultando tan
Lucas—¿Estás bien? ¿Realmente te sientes bien? Pasé todo el tiempo que estuviste en la cárcel angustiada— dice ella mirando las cicatrices en mis manos, que con todo y que ya están cicatrizadas no impidieron que yo tocara a mi esposa y le hiciera el amor en cuanto estuvimos solos. Ahora la tenía desnuda, recostada sobre mi pecho mientras acariciaba su espalda. —Y yo estuve preocupado por ti, de que algo te pasara en mi ausencia pero ya me di cuenta de que habías manejado todo a la perfección y no podía esperar menos de ti— le decía y ella se reía. —Todos ayudaron tanto y en el momento en que ellos se vieron perdiendo y con miedo desestimaron todas las causas que tenían. Por supuesto que muchos vinieron a ayudar y estás aquí gracias a ellos, no solo por mí. Eres importante para muchas personas mi amor— dice ella, yo le doy un beso en la frente. —Pero tú eres la más importante para mí... no hay nadie más importante en el mundo Dalila— digo feliz de estar en mi cama aquí junto a ella
Dalila Sabía que no tenía que hacerlo, pero igual algo de mí me decía que esto era lo correcto. Claudia había sido un personaje realmente nefasto para mi historia y para toda mi vida, y si bien yo no recordaba que había sucedido en nuestra infancia, o si en alguna oportunidad habíamos tenido buenos momentos, la verdad es que lamentablemente los dudaba. Pero con todo y eso no creía que nadie mereciera ser golpeado y abusado, de esa manera. Yo había perdido mi memoria, pero supongo que lo que somos, no se perdía tan fácilmente y yo intentaba tener algo de compasión con los demás. No es que creyera que ella fuera a cambiar o inclusive que hiciera algo por mí, pero por la memoria de mi familia, yo al menos tenía que intentar ver si ella estaba bien… podía decir que no la dejé sola en este momento. Lucas estaba viendo a sus abogados y terminando todo el papeleo de la demanda fallida de Ernest, y, por lo tanto, yo había quedado bajo el cuidado de Carter y Owens. Nuestro amigo y soci
DalilaCuando me desperté tenía un gran dolor en la cabeza y todo era oscuridad. Estaba sentada en el suelo y con las manos atadas, me sentía mareada y completamente perdida, no podía ver nada pero no tenía nada en la cabeza ni tampoco en los ojos. Simplemente, estaba tirada y como si fuese una cosa. Por lo poco que podía ver parecía estar en una especie de depósito, escuchaba que algo goteaba a lo lejos, y más allá de voces de hombres discutiendo... no podía percibir otra cosa más. Literalmente nada que me dijera dónde demonios estaba. Pero si algo era claro era que estaba, atrapada. Con certeza completamente aislada, en algún lugar lejano de la ciudad o quizás hasta fuera de esta. Sola, sin mi esposo, incomunicada y presa de esta gente. Lucas me había hablado de la mafia en la que estaba involucrada Ernest. Y no tenía que imaginarme mucho, pues había vivido una persecución espantosa de parte de ellos, en mi propia casa. Pero ahora estaba sola a merced de ellos... Lucas no sabría
Lucas—Se han llevado a la señora ——Fuimos atacados y ella ha desaparecido…— —Intentamos contenerlos pero finalmente se la han llevado— me decían.Ella se había ido. Me la habían arrebatado prácticamente de las manos. Mi esposa estaba haciendo un buen acto visitando a su hermana, que no lo merecía y se la han llevado. Esas eran las únicas palabras que se repetían en mi cabeza, una y otra vez. Algo innombrable y que debería ser prácticamente prohibido decir, pero que, sin embargo, era verdad. Mi esposa no solamente no estaba conmigo, sino de que no tenía la menor idea de dónde estaba. Ella no me había dejado, sino que la habían arrancado de mí. Mis hombres me habían llamado cuanto antes y podía notar la vergüenza de sus caras, pero también podía ver las heridas que tenían, les habían disparado y uno prácticamente me había venido a ver sangrando. Los habían acorralado y atacado, sabiendo exactamente qué es lo que iba a suceder. Como si fuera poco, tenía a Owens en un quirófano, y