Capítulo 18: ¡Él no las merecía!

Pasadas unas horas.

Cassandra se encontró en la amplia cama envuelta en sábanas de seda, el cuerpo de Angelo Fiorentino a su lado, profundamente dormido.

Una sonrisita maliciosa, curvó los sensuales labios color cereza de esa mujer rubia.

Con movimientos sigilosos, se levantó, su piel desnuda brillando por el sudor bajo la luz tenue que se filtraba desde las ventanas de cristal.

Sabía que el tiempo era esencial. Si Marco o Harold la llamaban esa noche, y Angelo respondía… ¡TODO ESTARÍA PERDIDO!

Su mirada recorrió la habitación y, al acercarse a la mesita del anexo, vio el teléfono de Angelo, pero no era el que buscaba.

Justo entonces, un ligero sonido de vibración la hizo detenerse en seco.

Se acercó, su corazón palpitando aceleradamente con la esperanza de que ese sonido fuera del suyo.

Justo en el sofá donde él anteriormente estaba sentado, su teléfono sonaba en una esquina, como si él lo estuviera viendo mientras tomaba y harto de esperar lo lanzó a la esquina del sofá.
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