—¿Y si no me importa lo difícil que te resulte? ¿Y si soy egoísta y… no quiero que lo hagas? —susurró ella, aferrándose con fuerza a las sábanas, su voz temblando con desesperación. Angelo se acercó a Cassandra, su rostro a solo unos centímetros del de ella, el aire entre ellos cargado de tensión. —Entonces, pídemelo y no lo haré. Cassandra levantó la mirada, sus ojos dorados brillando con incredulidad. Una de sus manos se apretó contra el cuello de la camisa de él, atrayéndolo más hacia sí. Tragando saliva, susurró con voz entrecortada: —No lo hagas. No quiero… No la veas. Fue en ese instante cuando Angelo la besó, un beso inesperado que tomó a Cassandra por sorpresa. Sin pensarlo, ella correspondió con fervor. El miedo que latía en su pecho comenzó a desvanecerse. Su otra mano, que antes se aferraba a la sábana, ahora se deslizó hacia el cabello oscuro de él, atrayéndolo con fuerza. Con movimientos aún más intensos de sus labios, ella se dejó caer sobre las almohadas blanca
✧✧✧ Un día más tarde, en Miami, Estados Unidos. ✧✧✧ El automóvil oscuro y polarizado se detuvo en la elegante propiedad de los Black. De inmediato, el chófer abrió la puerta. Una mujer rubia, alta y deslumbrante, con un sombrero y vestimenta negra, emergió con una gracia que capturaba la atención. Detrás de ella, un pequeño niño rubio tomó su mano, mirando hacia arriba con una sonrisa llena de amor. Ambos fueron escoltados al instante por el mayordomo, mientras varios empleados comenzaban a sacar las maletas del vehículo. Con sus gafas oscuras, la mujer paseó su mirada por el hermoso jardín frontal, un día soleado en el que las flores florecían con esplendor. Una ola de nostalgia la invadió, y una sonrisa apareció en su rostro. Finalmente, había regresado a su hogar. Al entrar, todos los empleados la esperaban con una cálida bienvenida. Los señores Black se acercaron a su hija, con lágrimas brillando en sus ojos. —¡Evelyn, niña mía! —exclamó don Alexander Black, abrien
Cassandra se quedó boquiabierta al entrar en la habitación del CEO. —Oh… fue remodelada —susurró, maravillada por la decoración en tonos blancos y grises que creaban un ambiente fresco y acogedor. Mientras exploraba el espacio, su mirada se detuvo en la pared adornada con los dos cuadros que ella había ayudado a crear junto a Cristal y Clara, como un obsequio para ese CEO. Una risa escapó de sus labios involuntariamente. —Eres un desgraciado… —murmuró, cubriendo ligeramente su boca con la mano—. Me encanta. Es… relajante —se dijo a sí misma, hasta que un sonido la hizo voltear hacia la puerta. Pensando que podría ser su exesposo, se acercó rápidamente, solo para encontrarse con una mujer de cabello corto oscuro, vistiendo el elegante uniforme femenino de las empleadas. —Mi nombre es Loretta Brooke. Seré su asistente desde hoy, señorita Brenaman. "Asistente… Claro. Este hombre es un controlador" Pensó la rubia, frunciendo el ceño al recordar a Angelo. —Puede descansar. De
—¡Voy a salir! —gritó Cassandra al reconocer la figura de su exesposo acercándose. Con determinación, la mujer rubia avanzó hacia él, aferrándose a su elegante traje oscuro. —La asistente me dijo que podía salir siempre y cuando estuvieras conmigo. No me importa, pero solo si te quedas en una esquina en silencio, lo aceptaré —dijo, levantando la vista y atrapando la atención del CEO en un intenso intercambio de miradas. Angelo frunció el ceño, una sombra de desagrado se mostró en su rostro. —No. Acabas de llegar y ya quieres salir. ¿Estás intentando escapar? —¿Escapar? —respondió ella, alzando una ceja con incredulidad—. ¿Qué ganaría con eso? —No lo sé. Te encanta hacer cosas absurdas. —¡JUM! ¡PUES NO VOY A ESCAPAR! Solo… quería salir con mis bebés. Pensaba en llevarlas a la playa y… luego… mostrarles la mansión donde crecí, aunque esté hecha ruinas —confesó, inclinando la cabeza cabizbaja, mientras sus manos temblaban ligeramente aferradas a Angelo. Él suspiró, sus
✧✧✧ Esa tarde en la ciudad. ✧✧✧ —Estoy a nada de abandonarte en este puto plan, Marco —habló fríamente, Harold, sus ojos fijos en la copa sobre su mesa. El sonido de la música en el bar de ese Club exclusivo, a un ritmo relajante que contrastaba con la ansiedad y molestia que sentía creciente en su pecho. En las afueras del sector de la mesa vip, hombres de Marco Fiorentino haciendo guardia. —¿Piensas huir? ¡No seas idiota!, sigues conmigo o te hundo en la cárcel. No sólo recibirás una buena cadena perpetua, serás la perra de todos los prisioneros —amenazó Marco, a la vez que llevaba la copa de licor a sus labios, tomando un sorbo—. Necesito que Madeline muera, ya no es útil su vida en mis planes, los Black deben hacer pública la reaparición de Evelyn. Angelo tendrá suficiente con qué lidiar cuando yo salga como su esposo~ —dijo ese hombre rubio soltando una sonrisa maliciosa. —Entiendo la muerte de Madeline, entiendo lo de la reaparición de Evelyn y usarla de escudo junto
—Sí —respondió Angelo sin siquiera dudarlo. —¿Y sobre qué hablaron?, sé que piensas que no debería meterme porque estoy sensible por mi embarazo, pero Angelo, me preocupo mucho por… —la mujer rubia hizo una pequeña pausa, dándose cuenta que estaba a punto de decirle algo bastante atrevido e insinuante. Ella no pudo evitar sentir un calor subirle a las mejillas, de inmediato, volvió a ver hacia atrás a las gemelas. —¡No! ¡Lo haces mal Clarita, mira mi boca! —decía Cristal intentando enseñarle a cantar en su inocencia a Clara. —¿Te preocupas mucho por…? —le preguntó Angelo, una sonrisita curvando las comisuras de sus labios, mientras veía de reojo a Cassandra. —¿Eh?, nada… Tras hablar con las niñas, Cassandra volvió su mirada a la ventanilla y en silencio admiró el paisaje hasta que minutos después, sintió el toque en su brazo. —Cassandra —la tocaba Angelo del brazo. ¡La mujer abrió sus ojos sorprendida, dándose cuenta que se había quedado dormida! —Angelo… —susurró o
Esa noche, en la mansión Black. El hombre ingresó recibido de inmediato por don Alexander Black. —No te esperaba hoy mismo. Hueles a alcohol. —Eso no te importa, viejo. ¿Dónde está tu hija? —Evelyn arropa a mi nieto, quédate en la sala, la llamaré para… Marco Fiorentino ignoró las palabras de don Alexander, pasándole de lado se dirigió a las escaleras. —Sube y guíame —le dijo Marco, casi como si fuese una orden. El señor Black, suspiró profundamente y continuó tras de Marco. Hasta que iban llegando a la habitación del hijo de ese hombre, cuando en ese instante, la puerta se abrió, Evelyn salió y abrió sus ojos en gran manera, sorprendida. —¿Qué haces aquí…?, yo pensé que… —susurró la mujer, sintiendo su corazón latir desenfrenado pero… ¡DE MIEDO! "¡M@LDITA SEA!, Que no me diga que se quedará aquí, ni que va a vigilarme quedándose conmigo todo el tiempo. Angelo me respondió esta tarde, aceptando verme…" Pensó Evelyn alterada. —Vamos a tu habitación, g
«Ya que estás decidido en ir a verla. Al menos deberías tomar preocupaciones por si se trata de una trampa y no ir solo. Enviaré algunos de mis hombres de encubiertos.» Cassandra leyó varias veces el mensaje que envió Antonio Rossi a Angelo. De inmediato, la mujer salió de la habitación dirigiéndose al salón de la cocina. Una vez encontró dicho salón. Vio a Angelo colocando los platos en la bandeja. —¿Qué es esto? —preguntó la rubia de inmediato, captando la atención de ese hombre. —Maldición… —susurró él, hablando consigo mismo. Cassandra se acercó. —¿"Ya que estás decidido en verla"? ¿Por qué Antonio te envío eso, Angelo? ¿A quién vas a ver? —preguntaba la rubia, en su rostro la ansiedad era notable, su mirada dorada expectante clavada en ese CEO. Por supuesto, ella ya sabía de quién hablaba, pero… ¡Quería la confirmación de boca de Angelo! —No significa… —¡¿ES A EVELYN, NO ES ASÍ?! ¡NO ME MIENTAS! ¡MENTIROSO! ¡DIJISTE QUE NO LA VERÍAS! —Cassandra coloc