—¡Voy a salir! —gritó Cassandra al reconocer la figura de su exesposo acercándose. Con determinación, la mujer rubia avanzó hacia él, aferrándose a su elegante traje oscuro. —La asistente me dijo que podía salir siempre y cuando estuvieras conmigo. No me importa, pero solo si te quedas en una esquina en silencio, lo aceptaré —dijo, levantando la vista y atrapando la atención del CEO en un intenso intercambio de miradas. Angelo frunció el ceño, una sombra de desagrado se mostró en su rostro. —No. Acabas de llegar y ya quieres salir. ¿Estás intentando escapar? —¿Escapar? —respondió ella, alzando una ceja con incredulidad—. ¿Qué ganaría con eso? —No lo sé. Te encanta hacer cosas absurdas. —¡JUM! ¡PUES NO VOY A ESCAPAR! Solo… quería salir con mis bebés. Pensaba en llevarlas a la playa y… luego… mostrarles la mansión donde crecí, aunque esté hecha ruinas —confesó, inclinando la cabeza cabizbaja, mientras sus manos temblaban ligeramente aferradas a Angelo. Él suspiró, sus
✧✧✧ Esa tarde en la ciudad. ✧✧✧ —Estoy a nada de abandonarte en este puto plan, Marco —habló fríamente, Harold, sus ojos fijos en la copa sobre su mesa. El sonido de la música en el bar de ese Club exclusivo, a un ritmo relajante que contrastaba con la ansiedad y molestia que sentía creciente en su pecho. En las afueras del sector de la mesa vip, hombres de Marco Fiorentino haciendo guardia. —¿Piensas huir? ¡No seas idiota!, sigues conmigo o te hundo en la cárcel. No sólo recibirás una buena cadena perpetua, serás la perra de todos los prisioneros —amenazó Marco, a la vez que llevaba la copa de licor a sus labios, tomando un sorbo—. Necesito que Madeline muera, ya no es útil su vida en mis planes, los Black deben hacer pública la reaparición de Evelyn. Angelo tendrá suficiente con qué lidiar cuando yo salga como su esposo~ —dijo ese hombre rubio soltando una sonrisa maliciosa. —Entiendo la muerte de Madeline, entiendo lo de la reaparición de Evelyn y usarla de escudo junto
—Sí —respondió Angelo sin siquiera dudarlo. —¿Y sobre qué hablaron?, sé que piensas que no debería meterme porque estoy sensible por mi embarazo, pero Angelo, me preocupo mucho por… —la mujer rubia hizo una pequeña pausa, dándose cuenta que estaba a punto de decirle algo bastante atrevido e insinuante. Ella no pudo evitar sentir un calor subirle a las mejillas, de inmediato, volvió a ver hacia atrás a las gemelas. —¡No! ¡Lo haces mal Clarita, mira mi boca! —decía Cristal intentando enseñarle a cantar en su inocencia a Clara. —¿Te preocupas mucho por…? —le preguntó Angelo, una sonrisita curvando las comisuras de sus labios, mientras veía de reojo a Cassandra. —¿Eh?, nada… Tras hablar con las niñas, Cassandra volvió su mirada a la ventanilla y en silencio admiró el paisaje hasta que minutos después, sintió el toque en su brazo. —Cassandra —la tocaba Angelo del brazo. ¡La mujer abrió sus ojos sorprendida, dándose cuenta que se había quedado dormida! —Angelo… —susurró o
Esa noche, en la mansión Black. El hombre ingresó recibido de inmediato por don Alexander Black. —No te esperaba hoy mismo. Hueles a alcohol. —Eso no te importa, viejo. ¿Dónde está tu hija? —Evelyn arropa a mi nieto, quédate en la sala, la llamaré para… Marco Fiorentino ignoró las palabras de don Alexander, pasándole de lado se dirigió a las escaleras. —Sube y guíame —le dijo Marco, casi como si fuese una orden. El señor Black, suspiró profundamente y continuó tras de Marco. Hasta que iban llegando a la habitación del hijo de ese hombre, cuando en ese instante, la puerta se abrió, Evelyn salió y abrió sus ojos en gran manera, sorprendida. —¿Qué haces aquí…?, yo pensé que… —susurró la mujer, sintiendo su corazón latir desenfrenado pero… ¡DE MIEDO! "¡M@LDITA SEA!, Que no me diga que se quedará aquí, ni que va a vigilarme quedándose conmigo todo el tiempo. Angelo me respondió esta tarde, aceptando verme…" Pensó Evelyn alterada. —Vamos a tu habitación, g
«Ya que estás decidido en ir a verla. Al menos deberías tomar preocupaciones por si se trata de una trampa y no ir solo. Enviaré algunos de mis hombres de encubiertos.» Cassandra leyó varias veces el mensaje que envió Antonio Rossi a Angelo. De inmediato, la mujer salió de la habitación dirigiéndose al salón de la cocina. Una vez encontró dicho salón. Vio a Angelo colocando los platos en la bandeja. —¿Qué es esto? —preguntó la rubia de inmediato, captando la atención de ese hombre. —Maldición… —susurró él, hablando consigo mismo. Cassandra se acercó. —¿"Ya que estás decidido en verla"? ¿Por qué Antonio te envío eso, Angelo? ¿A quién vas a ver? —preguntaba la rubia, en su rostro la ansiedad era notable, su mirada dorada expectante clavada en ese CEO. Por supuesto, ella ya sabía de quién hablaba, pero… ¡Quería la confirmación de boca de Angelo! —No significa… —¡¿ES A EVELYN, NO ES ASÍ?! ¡NO ME MIENTAS! ¡MENTIROSO! ¡DIJISTE QUE NO LA VERÍAS! —Cassandra coloc
✧✧✧ Cuatro años atrás. ✧✧ —¡POR FAVOR!… ¡AYÚDENME! ¡AYUDEN A MIS BEBÉS! La enfermería en esa prisión de Miami era un lugar frío y desolado. Sin embargo, ese día en particular, estaba sumergido en un ambiente tenso. Cassandra Brenaman, con su gran barriga de embarazo, se retorcía en la camilla, el dolor la atravesaba como cuchillas afiladas por todo su delgado y frágil cuerpo. —¡AAAAAH, DIOS! ¡¡AAAY!! —gritaba con su rostro rojo, el sudor presente recorriendo su cuerpo tembloroso. La angustia se adueñaba de ella, mientras las contracciones la sacudían, cada una más intensa que la anterior. —¡¡¡SOCORRO!!! De repente, la puerta se abrió y un grupo de médicos, vestidos con batas blancas y con un aire de autoridad, entraron en la enfermería. No eran del personal de la prisión; venían de parte del temido y respetado, señor Fiorentino. Sin tiempo que perder, comenzaron a preparar el equipo mientras Cassandra, con el rostro empapado en sudor y lágrimas, se aferraba a las sá
✧✧✧ En la actualidad. ✧✧✧ —Cassandra Brenaman —se escuchó la voz de la guarda en la prisión. —Felicidades, niña, por fin has demostrado tu inocencia, aunque sólo un año antes. —se despidió la única amiga que había hecho en prisión. —Gracias —dijo agradecida, tomando la mano de esa mujer—. Gracias por cuidar siempre de mí, no sé cómo habría sobrevivido a este infierno sin ti. —Recuerda hacer pagar a ese maldito miserable, por cómo te jodió cuatro putos años. —¡Lo haré! ¡Recuperaré a mis gemelas! Te lo juro —exclamó Cassandra, con un brillo de determinación en sus ojos dorados. Las rejas se abrieron y de inmediato la escoltaron fuera de ese sector. Había llegado el día en que sería absuelta por los crímenes que la sentenciaron y que ella… ¡¡JAMÁS COMETIÓ!! …….. —Se ha comprobado que usted es inocente, señorita Brenaman. Felicidades, hoy ha recuperado su libertad —sonrió la encargada de la prisión, entregándole una caja con las pertenencias que le fueron de
Casandra abrió sus ojos lentamente, sintiéndose aturdida. Cuando intentó mover su cuerpo, se percató que estaba atada en esa incómoda silla, de inmediato observó sus alrededores mientras parpadeaba varias veces… ¡Quedó petrificada en ese instante! La oficina del CEO Angelo Fiorentino, lucía como si fuese un monumento a su ego: paredes cubiertas de cuadros brillantes que lo mostraban en ceremonias de premiación, su sonrisa arrogante se plasmaba de manera eterna en cada fotografía. Trofeos que relucían en estantes, títulos y diplomas que colgaban con orgullo. "No… No puedo quedarme aquí…" Pensó ella entrando en pánico. Miró por las ventanas, donde la noche ya se mostraba… ¡No había tiempo que perder!, con todas sus fuerzas, comenzó a forcejear contra las sogas que le ataban las muñecas y los tobillos. Un acto inútil, y ante sus bruscos movimientos… ¡PUM! ¡Cayó al suelo con todo y silla!, justo en ese instante, escuchó unos sonidos provenir de la distancia. ¡ALGUIEN