Después de la cena, Lily se levantó para recoger los platos, pero Alexander volvió a tirar de ella. “Te dije que no te movieras”. Él frunció el ceño con desaprobación y dijo: “Te prohíbo que vuelvas a entrar en la cocina. No tienes permiso”.

Lily se sintió impotente: “Solía cocinar por mi cuenta, así que...”.

“¡Eso era antes! ¡A partir de ahora, no tienes permitido hacerlo!”. Alexander apiló ordenadamente los utensilios y platos y se dirigió a la cocina. Poco después, el sonido del agua corriendo resonó mientras Lily se acercaba y se apoyaba en el marco de la puerta de la cocina para mirar a Alexander con las mangas subidas, revelando sus delgados brazos.

Su piel era particularmente clara, pero no como la de una persona poco saludable. Él lucía fuerte y varonil. Lily pensó en las manos de Alexander rodeando su cintura con fuerza, y su cuerpo tembló sin poder controlarlo.

“¿Vas a responder?”, preguntó Alexander mientras lavaba los platos. Lily se sorprendió al no captar del todo lo