Nathaniel apartó con fuerza su mano del agarre de Melanie y suspiró. “Olvídalo, Mel, todos sabemos que no hay forma de echar el tiempo atrás. ¡Es imposible empezar de nuevo!”, exclamó él. Entonces bajó su mirada y le miró el vientre. “Creo que deberíamos olvidarnos de este bebé”.

Aquellas palabras tomaron a Melanie desprevenida, ya que no esperaba que él estuviera tan decidido a no tener al bebé. Él era una persona a la que le gustaban los niños y se había preocupado por el bebé en su vientre hasta ese momento. Pero ahora, le estaba proponiendo que abortara. Sus palabras significaban que iba a romper con ella.

Sin embargo, Melanie no lo permitiría. Incluso si rompían, ella pensaba que debía ser ella quien lo propusiera, no él. ¿Qué derecho tenía él para sugerir tal cosa? Ella había sacrificado mucho por él, tantos años de su juventud. ¿Qué derecho tenía Nathaniel a decidir cómo terminaría su relación?

“Por supuesto, si insistes en quedarte con este bebé, seré responsable de proporci