UNA SEMANA DESPUÉS.Siete días más tarde, Sophia, Noah y Daniel McKenzie se sumergieron en una investigación exhaustiva para desatar otro de los nudos que se había presentado en todo lo que había sucedido en el último tiempo.Los tres estaban determinados a descubrir quién era el hombre desconocido que estaba metido en todo aquello.Sin perder tiempo, se encerraron en la oficina de Daniel, dejando al pequeño Liam al cuidado de Charles, el padre de Noah, y comenzaron a analizar toda la información; documentos, archivos y fotografías, que Daniel había conseguido en los últimos días.—Por ahora, lo único que sabemos es que este individuo nos ha estado siguiendo en cada paso que hemos dado —dijo Noah con los ojos clavados en una carpeta llena de documentos.Sophia suspiró y asintió con determinación. Su mirada reflejaba valentía, una que había adquirido, por culpa o gracias —depende del cristal a través del que se lo mirara— de las adversidades que le había tocado enfrentarse durante el ú
Durante los días posteriores, continuaron investigando de manera exhaustiva todo lo que habían recolectado, para desenmascarar al hombre misterioso.Por ese motivo, Sophia, Noah y Daniel McKenzie habían llegado a un edificio oscuro y en evidente estado de abandono, siguiendo una pista crucial.—¿Crees que es buena idea entrar? —preguntó Noah, mirando a Daniel.—¿Y para qué hemos venido, entonces? —lo interrogó Daniel en un suspiro.—Sí, pero en el plan no estaba que Sophia viniera con nosotros —repuso Noah, mirando a su esposa.—¿No me crees capaz de hacerlo, de entrar en ese edificio? —preguntó, mirando con asco hacia la edificación.Sinceramente, no le agradaba demasiado meterse allí, pero si eso significaba encontrar su tranquilidad, pues lo haría.—A ver, Noah, entiendo tu miedo —repuso Daniel—, pero dale tu voto de confianza, anda.—Sé que no es demasiado sigilosa, mientras menos silencio quiere hacer más hace.—¡Oye! —exclamó Sophia, dándole un suave golpe en el brazo.—A ver, t
El haberse adentrado en el edificio, no había servido para nada. No habían logrado obtener más que más ansiedad de la que ya sentían.Se sentían agotados y agobiados, sin embargo, Noah consideró que, tal y como había comprendido en el café, la mejor manera de sobrellevar todo aquello, era permitirse un tiempo a solas, olvidándose de los miedos, la incertidumbre y las obligaciones.Por este motivo, había organizado una improvisada cita con Sophia en uno de sus restaurantes favoritos. Había hecho una reserva en una mesa de un reservado, es decir, lejos de las miradas y oídos de otros comensales del restaurante. Y había enviado a organizarlo todo de manera romántica y, para gusto de algunos, bastante cursi. Sin embargo, así era él y poco le importaba lo que pensaran de él.El suave resplandor de las velas bailaba sobre la mesa, y envolvía a Sophia y a Noah en un aura mágica mientras disfrutaban de una deliciosa cena. El espacio estaba impregnado de una atmósfera de romanticismo.Sophia s
DOS NOCHES MÁS TARDELa noche ya se había hecho presente, mientras Sophia y Noah continuaban en la fundación, enfrascados en los documentos de la misma, con la intención.En ese momento, se encontraban en la azotea del edificio, tomándose un merecido descanso de la agotadora investigación.El suave viento acaricia sus rostros, mientras sienten cómo la noche los envolvía en la tranquilidad.Noah sacó un paquete de tabaco del bolsillo de su chaqueta, y tras sacar un cigarrillo lo encendió y le dio una profunda calada, antes de soltar el humo con lentitud.—¿Desde cuándo fumas? —preguntó Sophia con el ceño fruncido.—Comencé a fumar a los diecisiete años, pero hice la promesa de dejarlo porque Liam tiene asma, pero, desde que comenzó todo esto, no pude evitar retomar el maldito vicio.—¿Me invitas uno?—¿Qué? Tú no fumas.—Anda, es solo uno, no me hará nada.Noah se lo pensó por un momento y, a continuación, tomó un cigarro, lo encendió antes de pasárselo a Sophia.—Tampoco sabía que fum
Sophia, Noah y Daniel McKenzie se encontraban anonadados frente a la desvencijada y, evidentemente, abandonada mansión que se erigía, a duras penas, frente a ellos.Aunque en un principio a los tres les había parecido una estupidez que aquel insignificante lugar tuviera algo que ver con Sophia, una reciente triangulación de señales de móvil había revelado una sorprendente conexión.Los tres se encontraban en el interior del coche y Daniel sostenía su portátil en sus piernas, mientras examinaba los resultados de la triangulación.—He seguido cada una de las señales de móvil que se comunicaron con Irina. Y aunque parezca increíble, la señal provenía de aquí —dijo, haciendo un gesto con la cabeza en dirección a la desvencijada construcción—. No tengo ni la más remota idea de qué relación tiene con todo esto, pero, definitivamente, hay algo importante allí.Sophia miró a Noah, sintiendo que su corazón latía por la anticipación.—Noah, esto significa que hay algo más detrás de esta mansión
La atmósfera estaba completamente cargada de tensión, mientras Sophia y Noah se encontraban inmersos en una acalorada discusión.Ambos se lanzaban palabras envenenadas, cada uno defendiendo con vehemencia su postura.Ya ni siquiera eran conscientes de por qué peleaban, por culpa del estrés que les generaba, no tener la seguridad de si estaban realmente cerca de resolverlo todo. No habían vuelto a atacar, pero necesitaban hacerlos pagar por lo que les habían hecho.Sin embargo, eso más que acercarlos, parecía separarlos y Noah, que se había percatado de esto, se acercó a Sophia y la tomó por las mejillas ejerciendo una leve fuerza, como queriéndole hacerle entender. —Sophia, por favor, déjame hablar. Necesito que entiendas lo que siento.Con lágrimas en los ojos, Sophia miró a Noah y con la voz estrangulada le preguntó:—¿Y qué es lo que sientes, Noah? Parece que solo vemos nuestras diferencias en lugar de lo que nos une. —Sophia, ya, no es broma, estoy profundamente enamorado de ti
Aquella tarde, Sophia y Noah se encontraban en la oficina de la primera en la fundación, enfrascados en la investigación, a la que aún no le podían poner fin.El escritorio de color blanco de Sophia estaba a rebosar de documentos y fotografías que habían ido recopilando junto a Daniel McKenzie.Los últimos días habían sido un completo caos, cada vez que creían que se acercaban a las respuestas que ansiaban, aparecía algo nuevo que los hacía retroceder varios pasos.En el momento en el que ambos estaban enfrascados en el análisis de un fragmento de video que habían logrado recuperar del circuito cerrado de la fundación, el móvil de Noah comenzó a sonar con insistencia.Conscientemente, dejó que sonara. Estaba demasiado concentrado en las imágenes que se reproducían frente a ellos en la computadora de escritorio.Frente a ellos se reproducía una imagen en la que un sujeto desconocido y, completamente, sospechoso que se encontraba hablando con varios hombres, vestidos de negro, de pies a
La noche había cubierto la ciudad, en un abrir y cerrar de ojos, y había envuelto el despacho de Noah, en el que se encontraba junto a Sophia, en una suave penumbra.—¿Qué hora es? —preguntó Sophia frotándose los ojos con cansancio. Le ardía la vista de tanto tenerla enfocada en la pantalla del ordenador y en los diversos documentos, que habían llevado de la empresa hasta allí y que habían desperdigado sobre la mesa.Noah miró la hora en su móvil y alzó las cejas con sorpresa.—Es más de la medianoche —sentenció.—¿Qué? —preguntó Sophia con los ojos abiertos de par en par—. Dime que estás bromeando.Noah negó con la cabeza.Sophia no lo podía creer. Llevaban largas horas investigando…, y ya sentían sus mentes tan agotadas que ansiaban y necesitaban un respiro, un momento de alivio en medio de la intensidad en la que habían vivido durante los últimos días.Sophia, en un intento de tranquilizar sus mentes, se acercó a la consola de sonido que Noah tenía en una esquina del despacho y col