Ofelia salió de la oficina de su madre con mucha más confianza de cuando llegó. Por un momento había llegado a temer que el motivo de la reunión era para hacerla desistir de su deseo de independizarse y de prohibirle el contacto con Luciano. Pero la sorpresa que se había llevado fue grata en más de un sentido.
Caminó con prisa hacia el estacionamiento, donde Luciano y su hija esperaban por ella.
—Hola —saludó, apenas subió al auto. —Lamento la demora, ¿llevas mucho tiempo esperando? —preguntó, dejando su bolso en el asiento de atrás y extendiendo sus manos hacia su hija para alimentarla.
—No, en realidad hemos llegado apenas hace unos minutos. Mamá vino a la oficina y…
—¿Tu mamá? —Ofelia sintió su cuerpo temblar, aunque sabía la razón por la cual los padres de Luciano le hab&i
Ofelia no quería abrir los ojos y descubrir que todo lo que había ocurrido y sentido no era más que un sueño. Uno de esos tantos sueños que había tenido durante mucho tiempo.—Abre los ojos, mi bonita —susurró Luciano a su oído.El cuerpo de la muchacha volvió a sufrir un espasmo de placer al sentir el cálido aliento del hombre rozar su oído, la piel de la nuca se le erizó y el cosquilleo recorrió su columna vertebral.—Quiero verme en ti —le insistió Luciano al ver que ella se negaba a abrir los ojos. Deseaba saber que después de aquel momento intenso ella estaba bien.Ofelia abrió lentamente los ojos, sus mejillas estaban rojas, podía sentirlo por la manera en que le ardían.—¿Te lastimé? —se apresuró a preguntar al ver que ella no movía ni un solo músc
Ofelia se sonrojó ante la muestra de amor que Luciano le estaba dando frente a sus padres. El instinto le gritaba que ese hombre dulce y amoroso frente a ella, estaba marcando territorio y dejando un golpe claro sobre la mesa en cuanto a su relación.Algo que la llevó a pensar en lo que ella sentía por él. En el pasado había creído estar enamorada de ese hombre; hoy tenía la seguridad de que lo había sentido en ese entonces no era amor, era fascinación. Una atracción que su padre había utilizado a su favor.Pero hoy. Hoy podría decir con la mayor seguridad que lo que sentía por Luciano Barrera no era otra cosa que el más puro amor.A su lado, tenía apoyo, amor y la seguridad de que el pasado estaría muerto y enterrado como era su deseo.—¿Ofelia?—Te amo —le respondió la joven sorprendiendo al hombre
—Es maravilloso saber que a pesar de los años me sigues recordando —pronunció la mujer acercándose dos pasos hacia él.—¿Qué haces aquí? —preguntó dando un paso atrás para evitar que ella se le acercara más de lo necesario.Habían pasado exactamente seis años desde la última vez que se habían visto. El mismo día que había descubierto que el embarazo de Laura era una mentira. El día que le habían roto el corazón y las ilusiones de manera brutal. Laura era dos años mayor que él, aun así, él la había amado, era su primer amor.—Quisiera decirte que es una simple casualidad, pero me temo que no es el caso, querido. He deseado verte desde hace mucho tiempo —expresó como si fueran dos viejos amigos y ella nunca lo hubiese engañado y roto el corazó
Luciano dejó un beso sobre el dorso de la mano femenina y otro sobre el anillo que recién le había colocado en el dedo anular como muestra de su amor y compromiso. Sé puso de pie, la tomó de la cintura y la atrajo contra su cuerpo y la besó como si su vida dependiera de ello.Ofelia tembló de pies a cabeza ante aquel apasionado beso, por su columna vertebral corrió un ligero y placentero escalofrío al sentir las manos grandes de Luciano sobre la piel desnuda de su espalda.Ofelia cerró los ojos ante la manera tan posesiva de Luciano para besarla. Sus lenguas se enredaron y solo se separaron por la falta de aire.—Eres tan perfecta —susurró Luciano mientras seductoramente acariciaba con la punta de su lengua el lóbulo de la oreja de Ofelia y sus manos apartaban el vestido perfecto de su cuerpo.Ofelia tembló y no era de frío, ella lo sabía.
Ofelia sonrió al sentir el cosquilleo recorrer su espalda. Las manos de Luciano tenían el poder de calentar su cuerpo antes siquiera de que pudiera llegar a entibiarse.Habían hecho el amor toda la noche, casi hasta el amanecer y tal como Luciano le había prometido. Fue su postre y parecía ser que él deseaba convertirla en su desayuno.—Es tarde, debemos ir a casa de tus padres por Luciana —murmuró en medio de un suspiro. Sentir las manos de Luciano, recorrer su piel sensible era demasiado para su corazón.—Está con mi madre, está bien —le aseguró mordiéndole el oído para luego aliviar el dolor con la punta de su lengua.—¡Cielo Santo, pareceré un Bambi recién nacido si vuelves a hacerme el amor! —exclamó Ofelia cuando los dedos de Luciano se movieron sobre su clítoris hinchado.—Pero
—¡No! ¡Nooo! —el grito de Ofelia fue desgarrador, sintió su pecho abrirse y sangrar, su garganta dolió, sus manos lanzaron golpes a diestra y siniestra, mientras Luciano intentaba sostenerla.—¡Despierta mi vida, por favor! —gritó Luciano asustado de verla en aquel estado de locura.—¡Mi hija! ¡Luciana! —otro desgarrador grito abandonó los labios de la chica.—Mi amor, todo está bien. Solo abre los ojos. Luciana está aquí, está con nosotros —le susurró al oído, mientras Ofelia se tranquilizaba.—¿Dónde está mi hija? —sollozó.—Está aquí, con nosotros —le aseguró el hombre, mientras ella se aferraba a su cuerpo.—Fue una pesadilla, una horrible pesadilla —murmuró con los ojos cerrados.Ofelia sinti&o
Luciano la miró por un largo momento, sopesando sus posibilidades. Miró a Ofelia y a su hija antes de volver a ver a la mujer delante de él.—Cariño, te presento a Laura —dijo sin ver a la mujer, su mirada estaba sobre Ofelia, temía que ella fuera a enojarse.—Su ex prometida —añadió la mujer extendiendo la mano a Ofelia.—Encantada de conocerla Laura, soy Ofelia, la prometida de Luciano y madre de su hija —respondió con una ligera sonrisa en los labios.El rostro de Laura pasó del rojo furioso al pálido intenso.—S-su pro—prometida —tartamudeó la rubia parpadeando varias veces como si no pudiese creerlo.—Sí, y ella es nuestra hija Luciana Barrera —añadió Ofelia mientras sus dedos se cerraban aferrados a los dedos de Luciano.Ofelia miró a la mujer y esperó u
Luciano sonrió mientras miraba el cuerpo desnudo de Ofelia enredado entre las sábanas y sus propias extremidades enredadas entre ellas.—Es hora de levantarse —susurró a su oído, bañándola con la calidez de su aliento.—No quiero, estoy cansada y tengo sueño —se quejó la muchacha moviéndose para pegarse más al cuerpo masculino.—O-fe-lia —Luciano deletreó su nombre y la manera tan sexy de hacerlo, envío un escalofrío por toda su columna vertebral y la obligó a abrir uno de sus ojos, mientras ronroneaba como un pequeño felino.—Un ratito más —pidió y el hombre negó.—Es el cumpleaños de Luciana —le recordó.—¡Es verdad! ¡No puede ser! Estaré como un Bambi escaldado —gritó provocando que Luciano estallara en c