Ofelia sonrió al sentir el cosquilleo recorrer su espalda. Las manos de Luciano tenían el poder de calentar su cuerpo antes siquiera de que pudiera llegar a entibiarse.
Habían hecho el amor toda la noche, casi hasta el amanecer y tal como Luciano le había prometido. Fue su postre y parecía ser que él deseaba convertirla en su desayuno.
—Es tarde, debemos ir a casa de tus padres por Luciana —murmuró en medio de un suspiro. Sentir las manos de Luciano, recorrer su piel sensible era demasiado para su corazón.
—Está con mi madre, está bien —le aseguró mordiéndole el oído para luego aliviar el dolor con la punta de su lengua.
—¡Cielo Santo, pareceré un Bambi recién nacido si vuelves a hacerme el amor! —exclamó Ofelia cuando los dedos de Luciano se movieron sobre su clítoris hinchado.
—Pero
—¡No! ¡Nooo! —el grito de Ofelia fue desgarrador, sintió su pecho abrirse y sangrar, su garganta dolió, sus manos lanzaron golpes a diestra y siniestra, mientras Luciano intentaba sostenerla.—¡Despierta mi vida, por favor! —gritó Luciano asustado de verla en aquel estado de locura.—¡Mi hija! ¡Luciana! —otro desgarrador grito abandonó los labios de la chica.—Mi amor, todo está bien. Solo abre los ojos. Luciana está aquí, está con nosotros —le susurró al oído, mientras Ofelia se tranquilizaba.—¿Dónde está mi hija? —sollozó.—Está aquí, con nosotros —le aseguró el hombre, mientras ella se aferraba a su cuerpo.—Fue una pesadilla, una horrible pesadilla —murmuró con los ojos cerrados.Ofelia sinti&o
Luciano la miró por un largo momento, sopesando sus posibilidades. Miró a Ofelia y a su hija antes de volver a ver a la mujer delante de él.—Cariño, te presento a Laura —dijo sin ver a la mujer, su mirada estaba sobre Ofelia, temía que ella fuera a enojarse.—Su ex prometida —añadió la mujer extendiendo la mano a Ofelia.—Encantada de conocerla Laura, soy Ofelia, la prometida de Luciano y madre de su hija —respondió con una ligera sonrisa en los labios.El rostro de Laura pasó del rojo furioso al pálido intenso.—S-su pro—prometida —tartamudeó la rubia parpadeando varias veces como si no pudiese creerlo.—Sí, y ella es nuestra hija Luciana Barrera —añadió Ofelia mientras sus dedos se cerraban aferrados a los dedos de Luciano.Ofelia miró a la mujer y esperó u
Luciano sonrió mientras miraba el cuerpo desnudo de Ofelia enredado entre las sábanas y sus propias extremidades enredadas entre ellas.—Es hora de levantarse —susurró a su oído, bañándola con la calidez de su aliento.—No quiero, estoy cansada y tengo sueño —se quejó la muchacha moviéndose para pegarse más al cuerpo masculino.—O-fe-lia —Luciano deletreó su nombre y la manera tan sexy de hacerlo, envío un escalofrío por toda su columna vertebral y la obligó a abrir uno de sus ojos, mientras ronroneaba como un pequeño felino.—Un ratito más —pidió y el hombre negó.—Es el cumpleaños de Luciana —le recordó.—¡Es verdad! ¡No puede ser! Estaré como un Bambi escaldado —gritó provocando que Luciano estallara en c
La sonrisa de Laura se extendió por su rostro con fingida cordialidad y tanto Luciano como Ofelia pudieron ver sus negras intenciones detrás de aquella mano extendida.—Un placer conocerlos —dijo, como si fuera la primera vez que se vieran.Ofelia fue la primera en extender su mano hacia ella.—Encantada señora González, aunque creo que nos hemos visto antes ¿No le parece? —el comentario de Ofelia deliberado y la mujer borró la sonrisa del rostro.—Me temo que no, debe haberse confundido —respondió y Ofelia sonrió.El encuentro de esa noche no era deliberado, pero era claro que Laura había intentado arruinarla para ellos, esperando no quedar al descubierto ante su marido.—Señor Barrera —dijo Laura, apartando la mirada de Ofelia y dirigiéndose a Luciano.—Señora —la voz de Luciano salió
Ofelia dejó la oficina de Luciano y cambió su rumbo de casa a la tienda de su madre. La saludaría y aprovecharía para hablar sobre la boda.El asunto de Laura le preocupaba, pero no lo suficiente como para quitarle el sueño. ¿Por qué debería? Ella fue muy sincera con Luciano y no mentía en absoluto. Si resultaba que Laura si tenía un hijo de su prometido. Le daría cariño y amor como si fuera uno de sus hijos, pero temía que solo fueran artimañas de la mujer.Debía ser el tipo de persona que era su padre y ella ya había tenido suficiente Valerio para dos o tres vidas y lo último que iba a permitir es que una mujer como Laura intentara arrebatarle la felicidad que le había costado lágrimas y sangre.Ofelia era consciente de que no era perfecta, ella había cometido errores y Luciano unos cuantos. Pero como adultos conversaron y
“¡Estoy embarazada! ¡Seremos padres de nuevo!”“¡Estoy embarazada! ¡Seremos padres de nuevo!”¡Seremos padres de nuevo!”Aquellas palabras era lo que Luciano esperaba escuchar en algún momento, pero se vio sorprendido por el cúmulo de emociones que le embargaron, al escuchar la voz de Ofelia darle la noticia. Él ya era padre de una hermosa princesa y sabía lo que era esperar un hijo. Sin embargo, este embarazo era muy distinto. Esta vez no estaría escondido detrás de ninguna cortina para estar presente.Esta vez él estaría en todo momento al lado de Ofelia, le tomaría la mano en la primera cita, en la primera ecografía. Los dos conocerían a su bebé al mismo tiempo y podrían reír y llorar de la emoción juntos. También iba a asegurarse de que se tomara las prenatales sin falta y se alimen
El pequeño punto en el monitor era casi nada, pero para la pareja lo era todo. Esta era la primera imagen de su bebé con solo siete semanas de gestación y ya estaba robándose el corazón de sus padres.—Es hermoso —aseguró Luciano provocando que Ofelia esbozara una ligera sonrisa.—Es una pequeña manchita —le contradijo sin apartar la mirada del monitor. El corazón de Ofelia latía como la primera vez que miró a Luciana. Las situaciones habían sido diferentes, pero era exactamente la misma felicidad que embargó todo su ser.Luciano no se sentía diferente de su prometida. La primera vez que acudió a una cita médica lo hizo a escondidas.—El embrión se encuentra en perfectas condiciones, para las semanas de gestación, tiene el tamaño adecuado. Estaremos controlando el embarazo periódicamente y nos a
Luciano deslizó el cierre del traje de novia del cuerpo de su esposa, dejando pequeñas caricias sobre la columna vertebral, haciéndola temblar.—No debimos irnos de la fiesta así —murmuró Ofelia mientras el cosquilleo corría por su cuerpo hasta hacerle erizar la piel.—No van a echarnos de menos, cariño, puedes jurarlo —Luciano se acercó por la espalda desnuda de Ofelia y pegó la piel de su pecho y abdomen contra la piel desnuda de su esposa. —Además, no quiero esperar para tenerte en mis brazos y escucharte gritar mi nombre. Veinticuatro horas han sido un verdadero infierno para mí —confesó Luciano.Él bajó la cabeza para dejar un sendero de besos por el cuello y los hombros de Ofelia. Sus manos recorrieron el costado del cuerpo femenino hasta ahuecar los senos y los pezones de la mujer entre sus dedos.Ofelia suspir&oacut