En el momento en que Celia agachó la cabeza para mirar por debajo de la cama, Nigel se abalanzó sobre ella y le quitó el cuchillo de la mano.

Neil recogió hábilmente el cuchillo y lo sostuvo contra la cintura de Celia.

Todo había sucedido tan rápido que cuando Celia finalmente recobró sus sentidos, el cuchillo que había estado sosteniendo contra el cuello de Neil ahora apuntaba a su cintura.

La hoja afilada ya había atravesado su ropa, y ella podía sentir el borde frío contra su piel. Todo su cuerpo se tensó.

"Pon tus manos sobre tu cabeza y levántate lentamente", le ordenó Nigel.

La mujer, que tenía más de cincuenta años, quedó tan desconcertada por los dos niños que no tuvo más remedio que hacer lo que le ordenaron. Ella levantó los brazos por encima de la cabeza y se levantó tímidamente.

Unas gotas de sudor cubrían su frente. "Nigel, Neil, soy la esposa de su abuelo. Esto significa que soy su abuela. No puedes tratarme así...".

Neil se burló. "¿Por qué no dijiste eso cuando s