Luego de la celebración de la boda, Bruno llevó a su esposa al hotel más lujoso de la ciudad, esa noche le haría el amor por primera vez a Valentina como la señora de Lombardi. La felicidad no le cabía en el pecho, fue bendecido con segunda oportunidad con una mujer maravillosa, dulce, apasionada, fuerte, valiente, hermosa, leal y, lo más importante, buena madre.Cuando perdió a su primera esposa, lo menos que pensó fue en rehacer su vida con nadie más, quedó devastado, creía que sus ilusiones y esperanzas habían muerto con ella, pero el destino puso delante de él a Valentina demostrándole lo poderoso del amor, capaz de sanar un corazón roto y devolver la ilusión perdida.Cuando llegaron a la suite, la alzó en sus brazos y la llevó hasta la habitación recorriendo un camino de pétalos de rosa iluminado por cientos de velas que crearon un ambiente tan romántico como sensual. Aquella sería una noche especial, única, que recordarían el resto de sus vidas. Con cuidado, la dejó frente a la
Un año y medio después Bruno y Valentina cada día estaban más enamorados, su relación no era perfecta, ninguna lo es, pero se amaban profundamente y siempre encontraban la manera de resolver sus diferencias. En pocos días, el pequeño James cumplía dos años y habían decidido celebrarlo en Orlando, donde pasarían unas merecidas vacaciones de una semana. El trabajo siempre mantenía ocupado a Bruno y no le dedicaba tanto tiempo a su familia como quería. Brooke no cabía en sí de la felicidad, no era su primera vez en la ciudad de Disney World, pero ahora era distinto porque su familia había crecido, tenía iba mamá y un hermanito al que adoraba. Pasaba tanto tiempo con él que su primera palabra fue algo muy parecido a su nombre; Brooke era muy difícil para él, le decía Boo. A Valentina le decía mamá y a Bruno papá; lo amaba como suyo así no llevara su sangre, de la misma manera que Valentina amaba a su hija. Orlando era un sueño para Valentina, de niña, siempre quiso conocer las popular
¡Leucemia! ¡James tenía leucemia! Valentina no podía creerlo, su bebé estaba muy enfermo, podía morir, y sintió como si el mundo se le viniera encima. Su instinto se lo había advertido, pero jamás imaginó que se tratara de cáncer.El médico esperó a que Valentina se calmara para hablarle sobre el tratamiento que debían iniciar: quimioterapia de inducción con el objetivo de lograr una remisión, que se lograba cuando las células leucémicas dejaban de aparecer en las muestras de médula ósea. También debían suministrarle antibióticos, plaquetas y glóbulos rojos, lo que requería que se quedara en el hospital durante un tiempo. Todo aquello parecía una pesadilla, hacía solo unos días su niño estaba feliz, sano, correteando por la casa, y ahora le decían que necesitaba quimioterapia, que estaba enfermo. Era muy difícil de asimilar. Luego de responder todas sus preguntas, el médico salió de la habitación y Valentina se desplomó en llanto. Intentaba ser fuerte, pero no podía, al menos no
El plan de Bruno no había funcionado, en vez de resolverlo, parecía que lo había empeorado. Estaba muy seguro de que Zack aceptaría su dinero a cambio de dejar en paz a su esposa, pero no mostró ningún interés. Y es que a Zack el dinero lo importaba, solo quería una cosa: a Valentina, y si no podía tenerla, Bruno tampoco. Si tenía que apartarlo del camino, lo haría. Antes lo había intentado, pero cometió el error de confiar en Madeline, esta vez sería distinto. Luego de que Bruno se marchara, Zack estuvo pensando en todo lo que dijo y decidió no continuar con la demanda, no porque él se lo pidiera, sino porque no le convenía. Sus planes habían cambiado, con James enfermo, tenía una mejor oportunidad de acercarse a Valentina. Con ayuda de Mario, el investigador de confianza de su padre, encontró su número de teléfono y la llamó. Valentina se sorprendió mucho al escuchar su voz, iba a colgarle, pero Zack le pidió que por favor lo escuchara, que la estaba llamando para pedirle perdón,
Un par de días después de haber recibido la noticia de la remisión de James, la asistente del doctor Méndez se comunicó con Valentina para pedirle disculpas porque no le había dado toda la información. El miedo heló su sangre pensando que le diría que el cáncer no se había ido, pero lo que no le había explicado era que, aunque James estaba en remisión, era necesario hacerle un trasplante de médula ósea para asegurar una cura completa. El donante podía ser un familiar directo siempre que fuera compatible. Esa misma semana, Valentina acudió al hospital para hacerse los análisis, esperaba que pudiera ser la donante para James, pero los resultados fueron negativos. Ella no era compatible. Elotro familiar directo era Zack, pero él sería su última opción. Bruno, Lorena, Lilibeth, Alexander, hasta Jason, se realizaron análisis dispuestos a donarle médula al pequeño, pero ninguno era compatible. —Podemos incluirlo en la lista de trasplante, pero puede tomar un tiempo para encontrar un don
Valentina llegó temblando a la habitación con James en los brazos y despertó a Bruno para que la llevara a urgencias, él se levantó enseguida y se vistió rápido. Después, tomó a James en los brazos mientras ella se cambiaba la bata por un vestido, el primero que encontró. Lo menos que le importaba era cómo se vería. Dejaron a Brooke bajo el cuidado de una de las empleadas domésticas y se fueron al hospital temiendo lo peor. Era imposible no pensar en una recaída, era muy posible que el cáncer hubiera regresado. Tan pronto entraron a urgencias, el médico de guardia examinó a James. Tenía la temperatura bastante elevada y, con sus antecedes médicos, lo mejor era realizarle todos los análisis necesarios para descartar una recurrencia de la enfermedad. —Tiene la garganta roja y algunos puntos de infección, iniciaremos con antibióticos luego de extraerle sangre —les informó el médico que lo estaba atendiendo, no lo conocían, era nuevo en el hospital. Y aunque parecía ser bueno, Valentina
Zack no paraba de mirar la hora en su reloj de muñeca, estaba impaciente, sentía cada minuto como si fuera una hora. Se preguntaba si Valentina iría o no como acordaron. La había llamado en cuanto tuvo los resultados de los análisis que tanto estaba esperando. Era compatible con James, podía donarle parte de su médula ósea y convertirse en el héroe de su hijo. Aquella era la oportunidad que necesitaba para recuperar a Valentina, la única que tendría, y no iba a desperdiciarla. Se levantó del mullido sofá donde estuvo sentado los últimos quince minutos y se acercó al ventanal desde donde podía ver la ciudad de San Francisco en todo su esplendor. El apartamento, propiedad heredada de su madre, situada en el piso quince de un lujoso edificio residencial anclado en una zona privilegiada de la ciudad, sería el lugar perfecto para vivir con su familia, pero no pensaba quedarse en San Francisco, si lograba convencer a Valentina de volver con él, se la llevaría lo más lejos posible de esa ci
Valentina se sentía indignada y muy enojada, lo que Zack le exigía a cambio de donarle médula a su propio hijo era terrible. La vida de James no podía importarle menos, lo había convertido en un objeto de intercambio, en algo que se usa, deshumanizándolo.—Eres un desgraciado, manipulador. ¡Se trata de un niño, de tu hijo! ¿Cómo te atreves a usarlo así, Zack? ¿no tienes un corazón latiendo en tu pecho? —cuestionó con deseos de golpearlo, nunca en la vida había estado tan furiosa, como una leona a la que le habían herido a su cachorro.—Es mi única oportunidad de recuperarte, de que estemos juntos… —respondió acercándose hacia ella. Valentina retrocedió, alejándose.—El amor no se obliga, Zack, y tú me quieres tener a la fuerza.—Lo que quiero es estar contigo, Val. ¿Por qué no puedes entenderlo? Te amo, eres la única mujer que siempre he querido, y todo lo que deseo es que los tres estemos juntos y seamos una familia —dijo una vez más, estaba muy decidido—. Si no aceptas, me iré lejos