Damien. Giro el cuello a mi hermana que se pone en pie. Si lo ve va a abogar por él y en lugar de ayuda, será más empecinamiento de mi padre por matarlo.—Creo que lo vi por allá. —apunto en dirección contraria de la real. —Igual no me hagas caso. Fue hace como diez minutos. —Iré a buscarlo. —al ponerse en pie se niega a moverse, se detiene mirando al frente con un tic en su ojo azul. —¡No puede ser! ¿A qué fecha estamos?—Veintiséis. —contesto sin entender. —¿Qué pasa?—Nada grave. —su nerviosismo contraría su respuesta. —¿Puedes decirle a maya que me alcance en el baño? Llegó un visitante del que no recordaba su visita.Asiento aún perdido.Sus pasos son rápidos al alejarse, pasa a lado de mi padre que la detiene al verla apresurada, pero solo se disculpa para seguir su camino. Busco a Maya con la mirada hasta encontrarla con Briana y la recién llegada Clarisse. Camino hacia ellas saludando a la mujer de cabello rizado, la cual me cuenta sobre el tiempo que pudo hacer para venir.
BennettAl abrir los ojos lo único que puedo ver es la espalda de la mujer que se encuentra con la mitad de su cuerpo sobre mí, en lo que su cabeza la tiene enterrada en una almohada. Busca comodidad en unas posiciones extrañas, aún así no la muevo. Me gusta que sepa que no se debe separar de mí. La necesidad de ella me sobrepasa. No quiero que se aleje. No quiero que su ausencia me obligue a ir por ella, porque es en lo único que pienso cuando no está conmigo. Coloco el brazo bajo mi cabeza, soltando un suspiro por primera vez sin tanto cansancio. Algo hace que sienta calma y prefiero atribuirlo a la falta de problemas, que de por sí, es extraño. Extraño y nada satisfactorio.Las cortinas de la habitación se mueven con el viento que las ondea, es frío y agradable. Un día que deseo que sea calmado por lo menos unas horas. Todas mis esperanzas de que sea de ese modo se van por la borda cuando ambos celulares comienzan a sonar incesantemente. El vibrar es tal que mi mal humor regresa
Bennett. La capilla alberga a cientos de personas que hablan de la decoración, los militares que hay en el lugar e innumerables temas irrelevantes en lo que estoy en el auto, deseando que esto acabe. No sé ni por qué acepté tal cosa si el documento está firmado por los dos. No es más que mero capricho de...—Zarya. —suspiro mirando el reloj. Aarón y Taddeo están dentro del mismo auto fumando a su gusto. —Hay una rubia que no te quita los ojos de encima. —señala Aarón para Taddeo. —Desde hace minutos no deja de observarte. —Esa rubia, aquella pelirroja y la castaña de la esquina. —contesta este despreocupado —Ya vi otras más, y adivina qué, se ven aburridas y con niñas sosas no me voy a saciar. —enciende el aire. —Quiero alguien que me ponga al límite, no que sonría todo el tiempo como payasa fracasada. Expulsa el humo casi en mi cara ganando que lo aniquile con la mirada. —El que no vayas por ellas ya es preocupante —le digo —¿Para cual iglesia te vas a postular? Por qué solo qu
Bennett Zarya disfruta los días que estamos libres de tanta mierd@ quedándose en la casa. Duerme, come, follamos y nos bañamos juntos hasta que su examen de sangre llega corroborando que están bien. Siento que debo tener todo controlado ya que tres pese a ser un número perfecto, superan a cualquiera y no será nada fácil cuando este llegue a término, por lo que la hago estar en constante revisión, más si estoy lejos cuando los viajes que he tenido que hacer para estar al tanto sobre el grupo mercenario que me quiebra la cabeza ahora.Duerme en mi brazo, en tanto le pido a Enzo que envíe los resultados de las encuestas sin dejarla separarse. Es hermosa, mis ojos no dejan de escanearla, cada vez me sorprende más el tenerla en esta posición tan vulnerable y a la vez confiada de que no dejaré nada le ocurra. Es en las pocas veces que podemos estar de acuerdo. Primero los destrozo antes de dejar que la toquen. Esa promesa es a la única que jamás podría faltar. —Arriba, debemos salir. —
Bennett. —Se me antoja comer unas papas fritas. —habla mirando el celular. —Bañadas en mayonesa y una barra de chocolate. La veo hurgar en su gabardina. —Juraría que traía aquí... estoy segura que sí puse unos, Bennett. —se desespera mirando al perro que está echado en la parte trasera. —Bennett, yo los dejé aquí.—¿Y yo que tengo que ver en eso? —sigo conduciendo. —Bennett, tus hijos y yo queremos comer... Cerbero también quiere. —dramatiza con más fervor. Es una mimada irreverente que no me deja de decir cuánto desea comer chucherías como esas durante varios minutos. —Zarya, contrólate que nos vamos a accidentar. —se cruza de brazos mirando por la ventana indicando que no me hablará. Puta mierd@, y lo peor es que me gusta más que sea tan obstinada. El perro comienza a pasarle la nariz por la mejilla y está lo abraza más. —Es un incomprensible, bebé. —le dice ella haciendo que la mire de soslayo. —Pero ¿qué esperabas de un amargado como él? No nos merece. La ignoro hasta qu
Bennett Con el cuerpo adolorido, las heridas sangrando y los puños ardiendo debido a la reciente misión, me arranco los auriculares para no perder tiempo. La herida de mi costado duele con cada movimiento que hago y los pies los tengo cansados, sin embargo; nada me va a detener, no lo hizo cuando el aviso llegó y no lo hará ahora.Ni toda la sangre que tengo encima puede quitarme el afán que tengo de llegar. Taddeo aterriza en la azotea de la casa, pese al mal estado del tiempo que complicó mi transporte desde Italia hasta aquí, pero el aviso que me lanzó el dichoso programa me tiene con el corazón disparado. Bajo los escalones de cuatro en cuatro con Aarón y Taddeo atrás de mí, con el mismo aspecto. Agotados y con señales de casi morir, nada alejado de la realidad. No me importa nada más, ni siquiera saber quién me quiere muerto. Solo quiero llegar. Escucho un grito y mi cuerpo reacciona a la carga de adrenalina que me avasalla el tórax al saber de quién se trata. —Señor Evans, d
ZaryaMeses después...Mi cuerpo sufre la más exquisita ola de placer que se extiende por mis extremidades, no puedo controlar mis jadeos ni las manos que se pasean por los pectorales del comandante. El aire frío de la mañana me vuelve más susceptible a las caricias calientes y la boca tibia del hombre a quien monto. Mi espalda se arquea, mientras mi cabello le baña la piernas y sus labios merodean mis pezones erectos, en lo que cabalgo la verg@ que me abre por completo. Mis piernas tiemblan, mis jadeos no los puedo calmar y sinceramente no quiero callar el placer que el maldit0 del comandante me está dando. Reclama mi boca con ímpetu, dando esas estocadas feroces que me ponen a vibrar. Me enamoré del infeliz más perverso del mundo, de ese hombre que besa como un demonio y tiene fuego en la mirada, ese que es un pecado que exista siquiera, pero disfruto el infierno que creamos juntos. —¡M@ldición, Zarya! —sisea con lentitud en lo que me muerde los pezones con rudeza, sin soltarme
Zarya Le coloco la camisa a la copia de Bennett, quien es más silencio que calma, lo que no deben confundir porque siendo una miniatura ya tiene los mismo gestos de su padre. La fotocopiadora Mikhailov me dicen. Hago lo mismo con los otros dos escuchando las anécdotas de Leska, en lo que me hago cargo de mis pequeñas marcas. —Tú haz lo que tanto te gusta, Leska. Que si decides ser monja también te vamos apoyar. —le recuerdo. —Mi papá sería el más gustoso de que sea monja. —se ríe. —Pero seré teibolera, ese es mi sueño. —¿Que serás qué cosa? —volteo para ver a mi padre parado en el marco de la puerta con los ojos clavados en su hija menor. —Una teibolera. Ya estoy ensayando y tengo tres propuestas en las que la paga es muy buena. —contesta ella hundiendo los hombros. —Haré crecer mi patrimonio con esa profesión que debo decir deja mucho sabiendo aprovechar. —Haberlo dicho antes, así cancelo todas los pagos que se harían a tu universidad. —se molesta Dante con cara se