ReeceHoy sería una de las entregas más importantes de los últimos meses, y también vería en acción a Isla, no podía negar que estaba nervioso, ver a mi mujer en acción después de un año de no saber nada de ella, me tenía jodido, jamás había sufrido de nervios y ahora tenerlos me enfermaba. Suspiro observando a Sergi que no ha dejado de mirarme y esa mierda me enferma.—¿Qué mierdas es lo que te pasa? —No creo que sea buena idea que vengas con nosotros, estás últimamente muy hormonal —gruño dejando que mi puño se estrelle en su maldito rostro.—No olvides que soy tu maldito jefe, puede que esté en sus territorios, pero sigo siendo el maldito capo de capi, por lo que me vas a respetar o voy a meterte una maldita bala entre ceja y ceja, ¿estamos claros?— Asiente bufando por el golpe que le di.—Bien, solo contrólate cuando mi hermana esté cerca, parece que el autocontrol ya no hace parte de ti — ruedo los ojos alejándome de él y su maldita estupidez.—Sé lo que hago, no necesito un ma
Isla Estaba muy enojada, el que ese hombre mintiera me enfureció y por eso cuando lo vi no pude aguantar las ganas de enterrar mi navaja en alguna parte de su cuerpo. El maldito era tan hermoso y ardiente que no pude matarlo, igual no lo haría, necesitaba saber la verdad y él sería el único que me la diría. Entró en la casa solo con dos hombres de los Diez que fueron conmigo, los malditos ineptos que trabajaban con Artem me tenían cansada, no servían para una mierda; Abro la puerta encontrándome con el rostro enojado de mi esposo, como odio decirle así ahora mismo. —¡¿Qué mierdas fue lo qué pasó?!, ¡Perdimos el maldito cargamento! —suspiro masajeando mi cien porque tengo una maldita migraña que me va a volver loca.—No me dijiste que era robado, pensé que era un acuerdo que tenías con los malditos italianos.—¡No importa que sea, tenías que cumplir una maldita orden! —Pues no pienso seguir haciendo tu maldito trabajo sucio, estoy harta, cansada de toda esta mierda —Con rapidez se
No sabía como rayos saldría de la casa sin que nadie me viera, eso fue lo que hice todo el viaje hasta la mansión, pensar la manera en como escaparía para verme con ese hombre que aunque se es el causante de mi supuesto accidente, algo dentro de mí me dice que no es así. Con rapidez entre a la mansión encontrándome de frente con una mujer que jamás había visto en mi vida, me detengo para mirarla fijamente, la chica es hermosa y no me resulta sospechosa.—Señora, lo siento, no la vi —Asiento ladeando mi cabeza.—Tranquila, ¿Y tú quién eres? —Sonríe moviéndose nerviosa en su lugar.—Ariel, la nueva muchacha de servicio, el señor me contrato para que la atendiera solo a usted.«Maldito, ahora quiere vigilarme».—Así que eres mi nueva guardaespaldas —niega riendo.—No, señora, mi lealtad está con usted, así que en lo que necesite puede decírmelo, soy una tumba.«¿Será posible que tanta lealtad sea tan buena?».—Eso lo veré con el tiempo, por ahora tendrás tu primera prueba —Asiente —. Si
Nuestras bocas son como una sola, no dejo de besarla y tomar todo de ella, sintiendo como sus labios toman también lo mismo de mí, nuestro beso es necesitado y feroz, por eso no me contengo de rasgarle la camisa dejándola en sostén. Siento como se aleja de mí para mirarme furiosa.—No traje nada más, imbécil, tendré que regresar en sostén —rio porque eso no pasará nunca. —Jamás dejaría que alguien te viera de esta manera, mandaré a alguien que te compre algo –digo tomando de nuevo su boca.No puedo dejar de tocarla, llevo un maldito año en el que no puedo sacármela de la cabeza y complacerme a mí mismo, no es lo mismo, necesito sacar todo lo que ahora mismo estoy sintiendo, no puedo ser delicado, nunca lo he sido y ahora mucho menos lo seré. Desabrocho su sostén tirándolo al piso y alejándome de su boca para llevar uno de sus senos a mi boca. Ella jadea por mi acción y es el sonido más delicioso que he escuchado en este tiempo.No dejo de chupar y morder su pezón, mientras que con m
Isla No entendí muchas de las cosas que me decía Reece, pero algo en lo profundo de mí me decía que tenía razón, cuando estuvimos todo fue tan fuerte y bueno que pude sentir que no fue la primera vez que estábamos juntos, sabía que él y yo nos conocíamos del pasado, de eso no tenía duda. Había cometido un error, pero no me arrepentía de nada, lo qué pasó hoy con él en esa cabaña fue lo mejor que pude vivir en todo este año, hace mucho no me sentía tan viva y que todo estaba bien, por eso haría lo que él quisiera si eso me permitía librarme de Artem y tener de nuevo mi vida, una que estaba segura tuve y Artem me robó. Cuando llegue a la mansión todo estaba oscuro, eso no era bueno, no me daba buena espina que el lugar estuviera tan en silencio, solo esperaba que el maldito de mi esposo no me estuviera esperando para joder, porque ahora mismo eso era lo que menos quería, necesitaba una ducha y pensar en todo lo que vendría ahora. Abro la puerta y cuando la cierro no puedo moverme po
Ariel me ayudó a salir de la casa como la noche anterior, Artem estaba con una de sus zorras y lo agradecía, necesitaba que lo entretuviera mientras yo hablaba con Reece, él creía que estaba con Alicia y necesitaba que siguiera siendo así por el tiempo en el que estaría fuera de casa. Llegó a la cabaña un poco retrasada, esta vez tomé otro camino, no podía tomar él mismo, cuando entro en la cabaña lo veo sentado en el gran sofá con un puro en su boca.—No sabía que fumabas, eso sí que es extraño en ti —Lo veo sacarlo de su boca para ponerlo en un posavasos en la mesa. —Hoy dejarás de sentirte así, siéntate, tenemos mucho de qué hablar —Asiento haciendo lo que me dice.—Espero que tengas pruebas de todo lo que me dirás, porque no pienso creer solo lo que me digas.—Primero ven aquí, quiero un beso —Levantó una de mis cejas en su dirección.—¿Quién rayos te crees?, no pienso hacer lo que me dices —Sonríe guiñando su ojo izquierdo. —Tu esposo, y quiero un beso ahora mismo —río por sus
Rece Hablamos por no sé cuanto tiempo, y eso fue tan reconfortante para mí, que no quería dejarla ir, pero sabía que lo debía hacer, necesitábamos acabar con todo lo que pusiera en riesgo nuestra familia y ese bastardo era uno de ellos. Sonrío imaginando lo que le hará mi mujer a Artem cuando recuerde todo lo qué pasó por su culpa y ni hablar de Azgar que aún sigue vivo en Inglaterra, el maldito sigue vivo sin muchas extremidades de su cuerpo, lo he mantenido todo este tiempo vivo por eso, porque esperaba que ella fuera la que le diera un final. Llegué a la mansión de Damion con una gran sonrisa en el rostro, la jodida felicidad que sentía nadie me la iba a quitar, mi mujer estaba conmigo de nuevo y haría lo posible porque terminara esto rápido para tenerla a ella y a mi hija lo más rápido posible. Entró al estudio de Damion encontrándolo metiéndole mano a Melissa, gruñó y cierro con fuerza para llamar su atención. —Dejen de coger y aléjense que necesitamos hablar —Melisa sonríe
Isla Al final sabía quién era, aunque no me espere que estuviera casada con el capo de los capos, y que mis padres fueran los Boss de la mafia rusa, todo esto era más grande de lo que pensaba y ahora si entendía el porqué Artem necesitaba tenerme a su lado y no me mataba, el condenado solo me manipuló por este tiempo para que estuviera a su lado y pudiera quitarle a mis padres y a Reece los que le correspondía, pero ahora todo iba a cambiar, haría que perdiera todo, poco a poco. Cuando llegue a la casa el maldito aún no estaba y lo agradecía, pude pasar más tiempo con mi hija sin tenerlo cerca, ahora empezó a joder como siempre y me espera en su despacho. Bajo las escaleras con la rabia fluyendo en mi cuerpo, tenerlo cerca solo me ocasionan ganas de matarlo, últimamente estoy muy irritante y eso me tiene muy preocupada, necesito que un doctor me vea pronto, necesito volver a ser yo, la mujer que todos conocían y la cual extraño y no recuerdo. Entro encontrándolo con el bastardo de