Capítulo 1 Reece Golpeo con fuerza el rostro del bastardo que decía ser mi amigo, el maldito traidor que puso en las manos de mi despreciable padre lo que más amaba, joder, no sé cómo puedo decirlo tan fácil, pero es lo que siento, esa condenada chiquilla hizo que la amara.por primera vez sentía de lo que mi madre tanto me hablaba, sabía lo que era amor y no iba a perderlo, todos decían que estaba muerta, yo sostuve su mano cuando todo se derrumbó sobre nosotros, pero algo me decía que no era así, ella y mi hijo no estaban muertos y los encontraría aunque tuviera que acabar con el maldito mundo. —¿Dónde está? —digo, clavando una navaja en su pierna y escuchando como grita como una maldita niña. —¡No sé, yo vi como caí todo sobre ella, no puede estar viva! —gruño apretando mis manos a mis lados.—La torturaste, hiciste que pasara hambre y que uno de tus asquerosos hombres pusiera sus manos sobre ella, vas a pagarme el que la tocaras, te voy a matar tan lentamente que me suplicaras
Cuando me quede de nuevo solo en la oficina no dejaba de pensar en lo que mi madre me dijo, después de que Isla desapareció, cuatro meses después las muertes empezaron, una mujer muy parecida a ella estaba siendo la causante de la guerra, no sabíamos por qué, pero era una mercenaria muy buena, sabia moverse y no dejar ni una huella, mi paciencia se estaba acabando y quería acabar con el maldito mundo, parecía que quien me frenaba siempre era ella y ahora que no estaba me sentía perdido. La puerta vuelve a abrirse, pero esta vez es Dimitri que tiene cara de perro enojado, río escuchándolo gruñir.—Me enferma tener que curar a ese maldito bastardo.—No podemos dejar que muera, no sería una muerte digna para él, aún no acabamos y no pienso dejar que mi juéguete de diversión se muera —bufo sentándose en el lugar en el que estaba mi madre.—Green está con la mujer de Roce, tenemos que hacer algo, la mujer está embarazada y no deja de llorar, mi mujer va a terminar metiéndole un tiro entre
Isla Siento los besos de Artem en mi cuello, sus besos no son bien recibidos, pero no puedo hacer nada, el maldito me tiene en sus manos, no sé quién rayos soy, no recuerdo sino lo que él me ha dicho, soy su esposa y tengo una hija con él, pero nada de esto se siente bien, lo único que me alienta a seguir es mi hija, lo único bueno que tengo. Escucho el gruñido de su parte cuando no respondo a sus besos y se aleja para mirarme al rostro.—¿Qué rayos te pasa? —bufo levantándome de sus piernas.—Sabes que detesto este tipo de afecto.—Solo lo haces porque soy yo, soy tu maldito esposo, es tu deber atenderme. —Y lo he hecho este año que he estado a tu lado, es solo que detesto tanta meloseria —Aprieta la quijada con fuerza, no entiendo, si es mi esposo, ¿Por qué no siento nada por él?—Te convertiste en una mujer fría —río.—Creo que puede ser porque este año en el que he estado aquí, solo me has usado para ser tu maldita mercenaria.—¡Sabes que todo eso es por nuestro futuro, el de n
Reece Gruño apretando las manos con fuerza en el volante del auto. ¡Mierda, la encontré!, la encontré y pude tenerla entre mis manos. Hace tres meses Damion me dijo que estaba en Rusia, era la viuda negra y la maldita mujer de Artem, el maldito era un traidor, así como lo fue Azgar, se unieron a mi padre para jodernos y ahora estaba usando a mi mujer para que hiciera lo que él no podía porque el bastardo no tenía las pelotas para matar. Cuando supe eso no pude soportarlo y tomé un avión para Rusia, estaba aquí hace tres meses, y no me iría solo, regresaría a Inglaterra con mi mujer e hija, porque eso habíamos tenido, una hija.Conduzco hasta la casa de Damion con mi dura polla lista para jugar, sentir sus labios y la forma en como me respondía me volvió loco y aún más lo hizo cuando dijo que ese bastardo era su esposo, eso me enfureció y quería castigarla ahí mismo, pero cuando descubrí que no me conocía todo tuvo sentido para mí. Entro en la fortaleza del padre de mi mujer y bajo
Acerco mi rostro a él de ella y estrelló mis labios contra los suyos con fuerza, no puedo soportar las ganas de tenerla cerca y no besarla, eso me mata, así que solo dejo que mis instintos sean los que tomen la batuta. Sus labios responden mi beso de la misma manera, con fuerza y detenimiento y siento como mi cuerpo se enciende como un maldito volcán, la tomo entre mis brazos para empotrarla en los casilleros del lugar haciendo que gima y enrolle sus piernas alrededor de mi cadera. Tomo su nuca con fuerza para que el beso se intensifique más. Siento como sus caderas se mueven sobre mi polla y empiezo a perder la poca cordura que me queda, si ella sigue haciendo eso voy a follarla aquí mismo y esa no es mi idea, así que me alejo de su boca a regañadientes.—¿Por qué te detienes? —Sonrío viendo la frustración en su cuerpo.—Yo también quiero cogerte en todas las posiciones existentes, Amore Mío, pero no es el lugar ni el momento, necesito que primero seas tú —Su entrecejo se arruga en
No digo nada y simplemente la sigo escaleras abajo. Cuando llegamos al primer piso me lleva al fondo del gran jardín que tiene la casa, la veo detenerse en la puerta negra que tantas veces me dio curiosidad y cuando la abre la miro a los ojos.—¿Crees que es seguro?, porque no traigo mis armas conmigo —Sonríe.—Yo si traigo las mías, estaremos bien, necesitas mirar esto —Asiento siguiéndola a dentro.Pasamos un oscuro pasillo y cuando llegamos a un tipo de celdas tapo mi nariz porque el olor es asqueroso. Ella da un paso adelante y yo intento hacerlo lo mismo, pero un mareo junto con un tipo de imágenes borrosas se apoderan de mi cabeza, soy yo, yo en un tipo de celda cómo está que huele igual. Coloco mi mano izquierda en mí cien porque el mareo es intenso.—¿Estás bien? —asiento quitando la mano de mi cara.—Sí, solo un mareo y un tipo de recuerdo, parece que estuve en una mierda cómo está, no sé cómo explicarlo.—Si no te sientes bien, podemos irnos —niego. —No, quiero que me mues
ReeceHoy sería una de las entregas más importantes de los últimos meses, y también vería en acción a Isla, no podía negar que estaba nervioso, ver a mi mujer en acción después de un año de no saber nada de ella, me tenía jodido, jamás había sufrido de nervios y ahora tenerlos me enfermaba. Suspiro observando a Sergi que no ha dejado de mirarme y esa mierda me enferma.—¿Qué mierdas es lo que te pasa? —No creo que sea buena idea que vengas con nosotros, estás últimamente muy hormonal —gruño dejando que mi puño se estrelle en su maldito rostro.—No olvides que soy tu maldito jefe, puede que esté en sus territorios, pero sigo siendo el maldito capo de capi, por lo que me vas a respetar o voy a meterte una maldita bala entre ceja y ceja, ¿estamos claros?— Asiente bufando por el golpe que le di.—Bien, solo contrólate cuando mi hermana esté cerca, parece que el autocontrol ya no hace parte de ti — ruedo los ojos alejándome de él y su maldita estupidez.—Sé lo que hago, no necesito un ma
Isla Estaba muy enojada, el que ese hombre mintiera me enfureció y por eso cuando lo vi no pude aguantar las ganas de enterrar mi navaja en alguna parte de su cuerpo. El maldito era tan hermoso y ardiente que no pude matarlo, igual no lo haría, necesitaba saber la verdad y él sería el único que me la diría. Entró en la casa solo con dos hombres de los Diez que fueron conmigo, los malditos ineptos que trabajaban con Artem me tenían cansada, no servían para una mierda; Abro la puerta encontrándome con el rostro enojado de mi esposo, como odio decirle así ahora mismo. —¡¿Qué mierdas fue lo qué pasó?!, ¡Perdimos el maldito cargamento! —suspiro masajeando mi cien porque tengo una maldita migraña que me va a volver loca.—No me dijiste que era robado, pensé que era un acuerdo que tenías con los malditos italianos.—¡No importa que sea, tenías que cumplir una maldita orden! —Pues no pienso seguir haciendo tu maldito trabajo sucio, estoy harta, cansada de toda esta mierda —Con rapidez se