Isla Siento los besos de Artem en mi cuello, sus besos no son bien recibidos, pero no puedo hacer nada, el maldito me tiene en sus manos, no sé quién rayos soy, no recuerdo sino lo que él me ha dicho, soy su esposa y tengo una hija con él, pero nada de esto se siente bien, lo único que me alienta a seguir es mi hija, lo único bueno que tengo. Escucho el gruñido de su parte cuando no respondo a sus besos y se aleja para mirarme al rostro.—¿Qué rayos te pasa? —bufo levantándome de sus piernas.—Sabes que detesto este tipo de afecto.—Solo lo haces porque soy yo, soy tu maldito esposo, es tu deber atenderme. —Y lo he hecho este año que he estado a tu lado, es solo que detesto tanta meloseria —Aprieta la quijada con fuerza, no entiendo, si es mi esposo, ¿Por qué no siento nada por él?—Te convertiste en una mujer fría —río.—Creo que puede ser porque este año en el que he estado aquí, solo me has usado para ser tu maldita mercenaria.—¡Sabes que todo eso es por nuestro futuro, el de n
Reece Gruño apretando las manos con fuerza en el volante del auto. ¡Mierda, la encontré!, la encontré y pude tenerla entre mis manos. Hace tres meses Damion me dijo que estaba en Rusia, era la viuda negra y la maldita mujer de Artem, el maldito era un traidor, así como lo fue Azgar, se unieron a mi padre para jodernos y ahora estaba usando a mi mujer para que hiciera lo que él no podía porque el bastardo no tenía las pelotas para matar. Cuando supe eso no pude soportarlo y tomé un avión para Rusia, estaba aquí hace tres meses, y no me iría solo, regresaría a Inglaterra con mi mujer e hija, porque eso habíamos tenido, una hija.Conduzco hasta la casa de Damion con mi dura polla lista para jugar, sentir sus labios y la forma en como me respondía me volvió loco y aún más lo hizo cuando dijo que ese bastardo era su esposo, eso me enfureció y quería castigarla ahí mismo, pero cuando descubrí que no me conocía todo tuvo sentido para mí. Entro en la fortaleza del padre de mi mujer y bajo
Acerco mi rostro a él de ella y estrelló mis labios contra los suyos con fuerza, no puedo soportar las ganas de tenerla cerca y no besarla, eso me mata, así que solo dejo que mis instintos sean los que tomen la batuta. Sus labios responden mi beso de la misma manera, con fuerza y detenimiento y siento como mi cuerpo se enciende como un maldito volcán, la tomo entre mis brazos para empotrarla en los casilleros del lugar haciendo que gima y enrolle sus piernas alrededor de mi cadera. Tomo su nuca con fuerza para que el beso se intensifique más. Siento como sus caderas se mueven sobre mi polla y empiezo a perder la poca cordura que me queda, si ella sigue haciendo eso voy a follarla aquí mismo y esa no es mi idea, así que me alejo de su boca a regañadientes.—¿Por qué te detienes? —Sonrío viendo la frustración en su cuerpo.—Yo también quiero cogerte en todas las posiciones existentes, Amore Mío, pero no es el lugar ni el momento, necesito que primero seas tú —Su entrecejo se arruga en
No digo nada y simplemente la sigo escaleras abajo. Cuando llegamos al primer piso me lleva al fondo del gran jardín que tiene la casa, la veo detenerse en la puerta negra que tantas veces me dio curiosidad y cuando la abre la miro a los ojos.—¿Crees que es seguro?, porque no traigo mis armas conmigo —Sonríe.—Yo si traigo las mías, estaremos bien, necesitas mirar esto —Asiento siguiéndola a dentro.Pasamos un oscuro pasillo y cuando llegamos a un tipo de celdas tapo mi nariz porque el olor es asqueroso. Ella da un paso adelante y yo intento hacerlo lo mismo, pero un mareo junto con un tipo de imágenes borrosas se apoderan de mi cabeza, soy yo, yo en un tipo de celda cómo está que huele igual. Coloco mi mano izquierda en mí cien porque el mareo es intenso.—¿Estás bien? —asiento quitando la mano de mi cara.—Sí, solo un mareo y un tipo de recuerdo, parece que estuve en una mierda cómo está, no sé cómo explicarlo.—Si no te sientes bien, podemos irnos —niego. —No, quiero que me mues
ReeceHoy sería una de las entregas más importantes de los últimos meses, y también vería en acción a Isla, no podía negar que estaba nervioso, ver a mi mujer en acción después de un año de no saber nada de ella, me tenía jodido, jamás había sufrido de nervios y ahora tenerlos me enfermaba. Suspiro observando a Sergi que no ha dejado de mirarme y esa mierda me enferma.—¿Qué mierdas es lo que te pasa? —No creo que sea buena idea que vengas con nosotros, estás últimamente muy hormonal —gruño dejando que mi puño se estrelle en su maldito rostro.—No olvides que soy tu maldito jefe, puede que esté en sus territorios, pero sigo siendo el maldito capo de capi, por lo que me vas a respetar o voy a meterte una maldita bala entre ceja y ceja, ¿estamos claros?— Asiente bufando por el golpe que le di.—Bien, solo contrólate cuando mi hermana esté cerca, parece que el autocontrol ya no hace parte de ti — ruedo los ojos alejándome de él y su maldita estupidez.—Sé lo que hago, no necesito un ma
Isla Estaba muy enojada, el que ese hombre mintiera me enfureció y por eso cuando lo vi no pude aguantar las ganas de enterrar mi navaja en alguna parte de su cuerpo. El maldito era tan hermoso y ardiente que no pude matarlo, igual no lo haría, necesitaba saber la verdad y él sería el único que me la diría. Entró en la casa solo con dos hombres de los Diez que fueron conmigo, los malditos ineptos que trabajaban con Artem me tenían cansada, no servían para una mierda; Abro la puerta encontrándome con el rostro enojado de mi esposo, como odio decirle así ahora mismo. —¡¿Qué mierdas fue lo qué pasó?!, ¡Perdimos el maldito cargamento! —suspiro masajeando mi cien porque tengo una maldita migraña que me va a volver loca.—No me dijiste que era robado, pensé que era un acuerdo que tenías con los malditos italianos.—¡No importa que sea, tenías que cumplir una maldita orden! —Pues no pienso seguir haciendo tu maldito trabajo sucio, estoy harta, cansada de toda esta mierda —Con rapidez se
No sabía como rayos saldría de la casa sin que nadie me viera, eso fue lo que hice todo el viaje hasta la mansión, pensar la manera en como escaparía para verme con ese hombre que aunque se es el causante de mi supuesto accidente, algo dentro de mí me dice que no es así. Con rapidez entre a la mansión encontrándome de frente con una mujer que jamás había visto en mi vida, me detengo para mirarla fijamente, la chica es hermosa y no me resulta sospechosa.—Señora, lo siento, no la vi —Asiento ladeando mi cabeza.—Tranquila, ¿Y tú quién eres? —Sonríe moviéndose nerviosa en su lugar.—Ariel, la nueva muchacha de servicio, el señor me contrato para que la atendiera solo a usted.«Maldito, ahora quiere vigilarme».—Así que eres mi nueva guardaespaldas —niega riendo.—No, señora, mi lealtad está con usted, así que en lo que necesite puede decírmelo, soy una tumba.«¿Será posible que tanta lealtad sea tan buena?».—Eso lo veré con el tiempo, por ahora tendrás tu primera prueba —Asiente —. Si
Nuestras bocas son como una sola, no dejo de besarla y tomar todo de ella, sintiendo como sus labios toman también lo mismo de mí, nuestro beso es necesitado y feroz, por eso no me contengo de rasgarle la camisa dejándola en sostén. Siento como se aleja de mí para mirarme furiosa.—No traje nada más, imbécil, tendré que regresar en sostén —rio porque eso no pasará nunca. —Jamás dejaría que alguien te viera de esta manera, mandaré a alguien que te compre algo –digo tomando de nuevo su boca.No puedo dejar de tocarla, llevo un maldito año en el que no puedo sacármela de la cabeza y complacerme a mí mismo, no es lo mismo, necesito sacar todo lo que ahora mismo estoy sintiendo, no puedo ser delicado, nunca lo he sido y ahora mucho menos lo seré. Desabrocho su sostén tirándolo al piso y alejándome de su boca para llevar uno de sus senos a mi boca. Ella jadea por mi acción y es el sonido más delicioso que he escuchado en este tiempo.No dejo de chupar y morder su pezón, mientras que con m