Isla Llegue a la habitación de la cabaña con un mal sabor de boca, todo lo que había pasado en el bar me tenía furiosa, detestaba que Reece me vigilara, entendía que lo hacía por mi bien, quería saber que todo estuviera en su lugar conmigo, pero no me gustaba que hiciera las cosas a espaldas mías. Ahora no solo me vigilaba fuera de la casa, también lo hacía dentro, cuando escuche su voz mientras me bañaba casi sufro un infarto, pensé que estaba volviéndome loca, pero no, el maldito me podía ver y escuchar. Suspiro terminando de quitarme la ropa para entrar a la cama, ese momento la puerta es abierta y él aparece por ella. —¿Pensabas decirme en algún momento lo que ese bastardo te hizo? —Suspiro, sabía que no era buena idea decirle nada.—No me gusta recordar lo mal que lo pase, además sabía que enloquecerías y eso es lo que menos necesitamos.—Me acabó de enterar de que ese bastardo té repartía entre sus hombres como si fueras su maldita muñeca, empiezo a cansarme de esta mierda,
Esa noche terminamos haciendo el amor dos veces más, sentirlo tan cerca de mí me ayudaba para borrar todo rastro de esos imbéciles que me tomaron sin mi consentimiento, él me ayudaba a olvidarme un poco de ello y poder sobrellevar mejor lo que estaba pasando conmigo que cada vez era peor, las imágenes me hacían querer salir y acabar con todos, creo que me contuve mucho con Yan para no matarlo. Aprieto las manos alrededor del volante recordando que está a mi lado y que no puedo matarlo. —Si estás apretando así las manos es porque tus pensamientos no son nada buenos —Sonrío sin quitar la mirada de la carretera.—No, en realidad estoy pensando cómo voy a matarte, aunque aún no pueda hacerlo. —Ya te dije que no fue mi culpa, ese bastardo también nos engañó y no podía permitir que nada malo le pasara a mi familia.«Mierda, eso me enfurece más».—¿Entonces todo este tiempo ella solo fingía que me quería?—No, Luciana siempre te quiso, aún lo haces, le recuerdas mucho a su hermana, dice q
Reece Pasó las manos por mi pelo con desespero, esto tiene que ser una maldita broma, ¿Cómo Rayos hizo eso?, no entiendo por qué mi maldita mujer hizo esa estupidez, esto tiene que ser una maldita broma, una maldita broma.—¿Estás seguro de eso? —Le digo a Dimitri.—Si Reece, Ariel acaba de llamar para comunicármelo, enloqueció, incendió parte de la mansión de Artem, muchos de sus hombres murieron —gruñó apretando con fuerza las manos. —¿Pero qué mierda paso?, todo estaba bien cuando se fue de la cabaña —Suspira masajeando su cien. —Según lo que me dijo Ariel fue algo que le digo Lucia, ambas hablaron por un largo tiempo y cuando salió de la habitación junto con ella, enloqueció, así que debió ser algo que le dijo.—¡Mierda!, ¡Donde mierda está! —No puede decirme nada por qué la puerta de nuestra habitación se abre y las chicas aparecen por ella. —Cuál es el escándalo, se escucha hasta la sala, ¿Qué está pasando hijo?—Que Isla enloqueció mamá, esa mujer esta loca, incendió la mit
Regreso al bar buscando con la mirada a la amiga de Isla, ella debe decirme qué pasó para poder saber dónde está mi hija, sé que está mal, pero su maldita terquedad de no dejarse ayudar está haciendo que más personas inocentes salgan lastimadas y eso no pienso permitirlo. Veo a la mujer al fondo del bar y caminó hasta ella para tomarla del brazo y voltearla, sus ojos se posan sobre los míos y levanta una ceja con confusión. —¿Necesita algo? —Sí, que me digas, ¿Que mierdas paso? —Asiente suspirando.—Después de decirle lo qué pasó, enloqueció, me dijo que sí estaba con ella, y luego de eso salió y tomó unas canecas de gasolina, intente detenerla, pero parecía estar fuera de sí, sus ojos estaban perdidos, me dio mucho miedo.—¿Y mi hija?, ¿Dónde está mi hija? —La escondí en una parte lejos de la mansión, no sé si Ariel pudo sacarla, si no es así deben ir por ella, está sola, si Artem la encuentra la usará para dañarlas —gruño apretando las manos con fuerza, maldita sea, esto es una
Isla Observo con furia e impotencia al maldito hombre que dice ser mi padre, es un maldito bastardo y ahora mismo lo único que quiero hacer es cortarle la garganta, siempre supo de la obsesión que su hermano tuvo por mí y jamás tuvo las pelotas para decirlo, es su culpa, todo lo que me paso es su maldita culpa. —Tranquilízate nena, es tu padre no puedes matarlo —dice mi hermana intentando hacer que suelte a Damion el cual tengo en el piso con un cuchillo en la garganta.—¿Alguna vez te importé? —digo observándolo a los ojos. —Eres mi hija, claro que me importas, no actúe bien, lo reconozco, pero jamás quise que todo esto pasará —río por las estupideces que están saliendo de su boca, es un maldito cretino. —¿Qué?, el que me secuestraran por su culpa, o el que el maldito me violara una y otra vez sin importarle que era su sobrina, o sin contar con que ya lo habían hecho antes, ¿Crees que yo merecía eso? —Aprieta las manos con fuerza.—¿Él te hizo eso? —Si, Damion, lo hizo, es un hi
Suspiro alejándome de ella y camino a la cama para ponerme mi ropa interior y una pijama que encuentro entre los cajones del closet, parece que Reece sabía que regresaría pronto y lo tenía todo listo, es un maldito del control, pero ahora mismo solo quiero estrangularlo. Media hora después escuchó el sonido de la puerta siendo abierta, alejó la mirada del libro que leía y encontré entre sus cosas. Una hermosa mujer de cabello negro entra por la puerta con una sonrisa en el rostro que me da náuseas. —Señora O’Sullivan, mucho gusto soy Claudia, su terapeuta —Asiento dejando el libro en la cama. —Me imagino que la envió el imbécil de mi marido.—Estoy aquí y puedo escuchar todo, Piccola Ragazza —Sonrío con cinismo cuando lo veo aparecer por la puerta al lado de la mujer.—Qué bueno, así no te lo dice nadie, sino que lo escuchas de mi propia boca.—Puedes insultarme todo lo que quieras, eso no cambiará que seguirás aquí hasta que regreses a tu estado normal y aceptes que no estás bien
Recce Odiaba verla de esa manera, desde que empezó su tratamiento sus noches eran un infierno, no podía dormir tranquila porque las pesadillas eran constantes, quería salir corriendo con ella en brazos y largarnos de todo esto, pero no podía hacerlo, lo qué pasó con nuestra hija era una señal de que ella no estaba bien y no me equivoque. Isla usaba drogas para reprimir el dolor y los recuerdos, por eso cuando no lo hacía sus ataques eran tan grandes como lo qué pasó en la casa de Artem, el cual había escapado. Acarició el pelo de mi mujer mientras duerme plácidamente o eso era lo que hacía hasta que empieza a moverse con fuerza.—¡No, no, suéltenme, no me toquen! —Intentó detener sus movimientos, pero es peor —. ¡Nooo, déjenme, no más! —Nena, mírame, soy yo —digo tomando sus manos para que deje de dañarme porque está enterrando sus uñas en ella —. Mírame, amor, soy yo, soy Reece. «Joder, odio verla de esa manera, lo detesto, quisiera hacer lo mismo que ella y hacer que arda el ma
Las puertas se abren y los ojos de todos se posan sobre nosotros, si malditos bastardos, llegaron sus putos dueños. Sonrío como un loco y camino hasta la mitad del salón donde los japoneses no pueden creer lo que ven, sé que creían que ella me había traicionado, pero hoy van a saber la verdad, me detengo en frente del líder de la Yakuza que aprieta la quijada con fuerza cuando nos ve.—Mi querido amigo, ¿Te sorprende vernos? —El viejo bufa sin quitar la mirada de nuestras manos. —Lo que en realidad me sorprende es saber que la gran patrona es una Zorra que anda de cama en cama, no sabía que perdonabas traiciones, Capo —Sonrío reprimiendo las ganas que tengo de pegarle un tiro. —Deberías investigar mejor Shun, no todo lo que te dicen es verdad —Él me observa con una ceja alzada. —¿De qué mierdas hablas? —Alejo la mano de mi mujer para ponerla en su cintura y acercarla a mi cuerpo. —Isla jamás me traicionó, el bastardo de mi padre junto con Artem y otro traidor la secuestraron, la