MargothNo creo que esto sea una buena idea—susurro sin que nadie logre escuchar.—Esto es una idea genial—el ogro ruso, lleva su celular en la mano, stalkeando a la señora Diana, imagino que es una señora. Lleva desde que subimos al vehículo hasta casi llegar al restaurante perdido entre la información que dan las noticias digitales sobre ambas compañías.—No ayuda nada el hecho de que no me digan que es lo que tengo que hacer—susurro esta vez un poco más alto y ambos me miran.—Camaleón—indica Vane, restando importancia—¡Eso no ayuda! —chillo y el ruso me mira con desaprobación.—Deja el berrinche—entrecierra los ojos y su ceño se frunce—no eres una niña, antes alardeabas de que los demás te tomaran como una ignorante, bueno, llegó el momento de demostrar tus capacidades.Aparto la mirada de la suya me remuevo incomoda por el regaño. Es verdad que me muchos me han tratado como si yo no tuviera ningún tiempo de conocimiento. Parpadeo varias veces, para evitar que las lagrimas salgan,
Gregory Admitir que esta pequeña demostración de Margoth, me llena de orgullo, es algo que no voy a decir en voz alta. La pequeña ave está aprendiendo con rapidez, y eso me sorprende, sé que ese brillo que miro en sus ojos al lograr algo, es prueba de que, si sigue así, podrá volar tan alto como lo ha deseado. —Hablemos en privado—indica Diana, después de comer y a la espera del postre, por que para ella no sería un buen almuerzo sin él, camino tras ella, sus primos y su mejor amigo, Valentino Fontaine. Al llegar al jardín trasero, se gira con los brazos en jaras, me acusa con esos bellos ojos marrones—No puedes hablar en serio. Mi silencio le afirma que si estoy hablando muy enserio. —Al parecer los rusos están siendo valientes arriesgándose a semejante conflicto—Valentino esta mas relajado sosteniendo una copa de vino, toma un sorbo y lo degusta—Una Richmond, aplaudo el valor que tienes. —Nosotros no permitimos siquiera que el padre de Cornelio asomara su nariz por nuestra com
Margoth 1 mes después Veo la pantalla de la laptop y sonrío como tonta. He podido superar un nivel en mecanografía. Es un gran logro para mi y me siento orgullosa. He estado trabajando y al mismo tiempo estudiando, no quiero perder el tiempo. La información que Gregory me dio, resuena contantemente en mi cabeza. Y temo por mi madre, pero según él, ella insiste en que debe quedarse ahí. —Vanessa, no está por ningún lado—confirmo al ruso que esta atengo a su laptop —Suele hace eso, necesito que lleves esto a importaciones, y vayas personalmente por unos documentos a la agencia—extiende la carpeta amarilla y la tomo, de inmediato levanto mi pequeño bolso y lo cuelgo, no es la primera vez que lo hago me estoy adaptando a todo esto —Regreso pronto—de prisa paso por importaciones, entrego la carpeta y tomo el ascensor para bajar hacia el estacionamiento, tarareo la canción que suena en el elevador, me siento muy contenta por que hoy, podré hablar con mi madre por teléfono, después de c
MargothCaminamos juntos hasta mi habitación, se queda quieto, no dice nada, abro la puerta para entrar y antes de que lo haga, rodea la cintura con sus brazos, aprisiona el cuerpo contra el suyo. Una electricidad recorre mi columna vertebral y se instala en el centro del estómago.Nuevamente mi corazón corre un maratón, recuesta mi cuerpo sobre la puerta, estoy paralizada, cierro los ojos e instintivamente, mis brazos rodean su cintura, se inclina más de lo que debería, por su tamaño, que pequeña me siento ahora.—No debería —es lo que susurra antes de unir sus labios con los míos, en un beso muy cálido, nervioso de mi parte y protector, a pesar de la herida por el los goles de Tamara, no me incomoda, la sensación que siento cubre por completo el poco dolor por la herida.Subo mis manos hacia su cuello y el me carga mientras mis piernas, se enredan en su cintura. Me recuesta más a la puerta, sin separar sus labios de los míos.Sus manos hacen recorrido por mi cuerpo, por donde muy po
GregoryAl verla llorar, no puedo evitar consolarla para que al fin se desahogue entre mis brazos, y retrocedo a esos años cuando éramos niños, en donde no podía acércame, ni hablarme, mucho menos tomar su mano y consolarla.—¿Qué haremos papá? —susurro sin apartarme de Margoth—Vane…—Estamos esperando a que ciertos sujetos tengan un poco de tiempo—¿Ciertos sujetos? —se aparta de mi lado y limpia sus ojos, acaricio su mejilla y le sonrío con ternura para transmitirle seguridad. Nos sentamos para hablar mejor sobre el asunto—Estoy seguro de que número uno, Lucia, no seguirá escondida de por vida y que tenemos algún plan y dos, no podemos entrar a esa guerra directamente—indico—La guerra es con ustedes sino me entregan—Y no estamos pensando hacerlo, le prometí a tu madre protegerlas y lo haremos—mi padre sorbe de su segundo trago de licor—¿De qué sujetos estás hablando? No quiero que te desvíes del tema Misha—le indico tratando de no perder la paciencia.—Podrías llamarles, mercen
Esto no es un cuento de hadas, mientras el ruso lleva su vida mas “normal”, sigo encerrada, hace tres días fui a la librería, y conocí a Paolo, un italiano carismático, que si no fuese por la intervención de mi guarda espaldas, hubiéramos intercambiado números de teléfono.Molesta, resoplo viendo hacia un lado de la sala de estar, Oscar, le fue con el chisme al ruso de que fui imprudente al hablar con un desconocido, así que, estoy con los brazos en jarra, escuchando su sermón.—Las cosas están calmada, por el momento, mas, no sabemos que está tramando Emilio, o tu abuelo. No es fácil para ti, lo sé, estamos consciente de ello, pero al menos no estas como tu madre escondida en no sé qué lugar.—No he tenido la oportunidad de socializar con libertad, nunca, toda mi vida ha sido controlada por el miedo que le tengo a mi padre, y ahora eres tu quien me lo prohíbe, dijiste que no soy una prisionera aquí, pero eso es lo que parece, con tantas trabas que me pones.—Es la verdad, no eres una
Al regresar de mi breve escape, me doy por enterada de que Oscar, no me perdió nunca de vista, no es de extrañar, es un tipo entrenado. Pongo las cartas sobre la mesa, voy a trabajar como lo hice desde que llegué aquí, es el trato, me siento en deuda con los Novikov. Voy en el automóvil con el ruso, esta callado desde anoche, apenas ha respondido a los buenos días. No está metido en el periódico o en algún libro, menos en su celular, solo está ahí, sosteniendo su barbilla, de piernas cruzadas, se le nota ansioso y serio, perdido en algún lugar. Cuando llegamos al edificio, me pongo manos a la obra, me da ordenes sin tener que salir de la compañía. Corro a la sala de copias, espero no encontrarla llena, entro con esa esperanza, que se va dentro de una alcantarilla, cuando miro a Viviana, usando una de las maquinas —Qué terrible placer, es verte por aquí, respirando el mismo aire que yo—siempre es lo mismo, cada vez que me mira lanza un comentario desagradable sobre mi persona, y m
Despierto de la pesadilla, encontrándome con otra. Vanne, me mira con pesar, extiende un frasco, lo tomo sin ánimos, el cuerpo me duele horrible, como si algo me hubiese arrastrado por kilómetros.—Esto te ayudará con los moretones en el cuello—al tacto duele, no puedo siquiera moverlo, observo el frasco es como si estuviera metida en alguna dimensión paralela a lo que he vivido tiempo atrás y los recuerdos por los maltratos de padre, aparecen, se acerca a mí, toma el ungüento y con sumo cuidado frota en las zonas afectadas.No respondo nada, dejo que me aplique y tomo los analgesicos que ha traído.Oscar entra y me anima a levantarme, estoy en modo automático, me dejo llevar por él hasta el auto, y arranca conmigo dentro. veo la mansión hacerse más pequeña mientras me alejo, hasta perderse.—Estamos por llegar—inica, aparca el auto, me toma del brazo con delicadeza, abre la puerta de un edificio y entramos al elevador, presiona el número cinco y cuando estamos en ese piso, salimos pa