Antonella:
Las cosas entre Giancarlo y yo han vuelto a la normalidad, de nuevo dormimos juntos. Lo bueno es que esta semana salgo de vacaciones, son dos semanas libres. En las que pasare con mi madre mínimo una semana, Giancarlo también tiene que venir porque necesita hablar con unos clientes. Lo único que me preocupa es este fin de semana, Alexandra sale el sábado de la clínica. Giancarlo ha insistido en acompañarme, espero que no traiga problemas. Aunque Giovanni debe acostumbrarse a la idea de que estoy con él.
—¿Lista para partir cariño? — Siento a Giancarlo rodeándome la cintura desde atrás.
—Si. Recuerda que hoy me quedo con mi mamá y vienes en la mañana para que mi mamá te engría e irnos a la clínica por lo de Alexandra — Le cuento nuestros planes.
—Qued
Giovanni: —Reinaldo — Digo a regañadientes. —Carlos — Me sorprende que él también lo conozca, eso me da mala espina. Cualquiera que tenga relación con Reinaldo es por algo malo. —Madicci. Que sorpresa encontrarte aquí — Interviene Reinaldo. —¿Qué haces aquí? – Le pregunto. —Vengo por mi hija, que otra razón tendría — Habla como si nada. —Esa niña es mi hija — Le aclaro. —Ni tú te crees esa mentira, así que hazte un favor y entrégame a la niña — Se muestra soberbio Reinaldo. —Legalmente la niña es su hija y mientras él no dude de su paternidad o haga una prueba de ADN, no puedes hacer nada. Así que tú estás de más en la historia — Me sorprende la intervención de Giancarlo. Reinaldo le muestra mala cara. —Ya oíste Reinaldo así que lárgate — Le ordeno.
Giancarlo: Me pareció extraña la petición de él, pero me di cuenta de sus intenciones cuando me hizo señas que lo siguiera. Llegamos a su despacho, supongo que no desea interrupciones. Es raro sin embargo si busca pelea lo evitare en lo posible, aunque si no queda otra alternativa. —Toma asiento. – Me pide. —Estoy bien. – Lo veo serio. —(Suspira) Disculpa si no te ofrezco nada. Como comprenderás estoy en un proceso rehabilitación y no hay una sola gota de alcohol en el lugar para evitar tentaciones. – Me cuenta. —¿Qué deseas? – Le pregunto, no quiero perder el tiempo en cosas sin importancia. —¿Por qué estás aquí? ¿Por qué me ayudas? — Me cuestiona. —Antonella — Es mi respuesta. — Suficiente ha padecido contigo como para agregarle más problemas — —¿Es una especie de tregua? — Está incrédulo. &n
Antonella: Las cosas con Giancarlo no han estado del todo mal, aunque a pesar que Giovanni cuenta con una enfermera que cuida a la pequeña Alexandra (Al final, se eligió el nombre de su madre) casi todo el día, siempre es tan inoportuno, llegando a ser molesto. Varias veces me he aguantado las ganas de mandarlo a lo profundo de los infiernos, pero me contengo sólo por educación. Giancarlo trata de ser comprensivo, pero lo noto molesto, hasta ha llegado a decirme, corre contesta debe ser algo importante, usando un tono sarcástico. No le puedo reclamar nada, aunque la última vez me enoje con Giovanni y le dije que tanto me preguntaba después de todo no soy madre y no he tenido un recién nacido al cual cuidar por lo que no sabría decirle que es normal o no. Hubo un silencio incomodo por parte de ambos para que de ahí fuera yo la que colgara. Lo dije sin pensar al sentirme tan fastidiada, lo peor es que Giancarlo justo
Giancarlo:No la entiendo, porque hemos llegado a un punto en el que si pregunto algo de su pasado con ese, ella quiere terminar. Ahora estoy así, puedo arriesgarme y preguntar y luego salirme con la mía. No obstante cabe la posibilidad que todo termine. Me aventurare.—¿Cómo lo conociste?— Pregunto.—Un día fui con Alexandra y otros amigos al cine, ella lo llevo a él entre su grupo de amigos, nos lo presento como un viejo amigo de la infancia. Al pTeodoracipio nos llevábamos mal, no lo soportaba hasta que un día Giovanni me defendió de unos delincuentes… Descubrí que no era tan malo, nos hicimos amigos y me enamore. Creí que Alexandra y él tenían algo pero ambos lo negaron así que un día me propuso ser su enamorada, un año después su novia y luego de un periodo largo en que su p
Bradley: Regreso al patio esperando encontrarme con Antonella, pero no fue así, al que hallé fue a un furioso Giancarlo maldiciendo a la nada. No cabe duda que su conversación con Antonella no ha terminado nada bien. Por más que Antonella me diga que Giancarlo fue comprensivo y todo, estoy seguro que no es así. Conozco lo posesivo que puede llegar a ser y que es muy bueno ocultándolo. Estoy seguro que no le agrado del todo encontrarme con Antonella así y seguro dijo alguna cosa que no debía, digamos que la situación con Giovanni lo exaspero. —¿Qué hiciste? – —¿Por qué todo tiene que ser tan complicado? – Su respuesta. —Supongo que lo malograste de nuevo. – Con solo verlo se conoce su respuesta.— Tu sabes que adoro a mi Clarissita y Antonella es una amiga. —Lo sé… — Da un suspiro.— Antonella es muy diferente a la que era antes. —Si aunque cuando es
Antonella: Ha pasado una semana desde que hable con Giovanni y tres semanas desde que hable por última vez con Giancarlo. Giovanni me dice que merezco a Giancarlo que no debería sentirme menos sin embargo es difícil aceptarlo. Ese pasado que tanto me agobia no me permite seguir, no quiero su lastima ni pena. Además, no quería que me presionara, me es difícil hablar de ello porque me avergüenza de lo estúpida que fui. Por otra parte, ha sido complicado evitar a Giancarlo especialmente porque esta como depredador esperando su presa sin embargo sigue conservando su rutina de la mañana. Aunque he tenido que levantarme temprano al igual que salir y entrar por la ventana. Pronto se va a dar cuenta y me acorralara, estado buscando un lugar al cual mudarme, pero no hay nada y en el pueblo vecino están un poco caros, tendré que sacrificar unas cosas porque seguir bajo el mismo techo lastima. —Antonella ¿Estás bien? Desde ha
Giancarlo: Antonella luego que le pusieron aquella manta de enfriamiento por fin reacciono por unos momentos y comenzó a gritar al sentir las inyecciones. Ahí me acerque y tome la mano. No tardo en quedar dormida otra vez, está vez creo que no es tanto por la fiebre que según el medico llego a los 40°C, si quedo dormida es por los antipiréticos que le inyectaron vía intravenosa. —Señor usted es su esposo de la señora. ¿Verdad?— Se acerca el doctor. Lo mejor es decir que si porque si me negaba no querrían darme información de Antonella. —Si.— Asiento. —El estado de ella no es tan grave, se habrá dado cuenta que en la zona hay una epidemia de gripe bastante fuerte. Por lo que en esta última semana nos han llegado muchos pacientes con fiebre muy alta.— Me cuenta. —Supongo que tanto adultos como niños. – Lo interrumpo. —Si. Lo q
Giancarlo: A la mañana siguiente fui por el desayuno de Antonella e ingrese por la ventana. La encontré todavía durmiendo. Dejo la bandeja a un lado y me acuesto junto a ella. Apenas me acuesto ella se mueve y comienza abrir los ojos. —Giancarlo ¿Qué haces aquí?— Habla toda adormilada. —Vine a cuidarte. – Contesto como si nada. —Estoy bien, ya me tengo que ir a trabajar.— Se quiere levantar y pronto comienza a toser y estornudar. —Nada de eso. Te quedaras en cama.— La retengo. —Está bien… — Se acuesta de nuevo sin poner resistencia, eso no es normal. —¿Te sientes muy mal?— La miro. —Por gusto discuto contigo, diga lo que diga no me dejaras ir a trabajar.— Bosteza. Sonrío: Estás cansada. Si, los medicamentos dan sueño… Pronto estaré mejo