- Esta lluvia que no moja entre tú y Tony me está poniendo de los nervios. Dije mientras ponía la llave en la puerta. - Quiero ver un beso, como los de las películas.- ¿Y yo entonces? Quiero besarte como en las películas, Babi.Tan pronto como se abrió la puerta, Salma y Daniel se alejaron rápidamente. Los cuatro nos mirábamos, confundidos.- Daniel me llevó. – dijo Salma rápidamente.- ¡Agradable! Sonrió, ya imaginando lo que podría pasar.- Hoy ni siquiera es un día para follar, cariño. - dijo Ben, cerrando la puerta.- Ben... No tiene nada que ver con eso. No es lo que estás pensando. – dijo Daniel.- ¿No? - Salma lo miró. - Pensé que era. - Se levantó del sofá, aún con la ropa que había dejado en la casa.Salma se fue quejándose. Ben se encogió de hombros, tomó un poco de jugo de la nevera y desapareció por el pasillo.Seguí mirando a Daniel.- ¿Todo cierto? Se puso de pie, metiendo las manos en los bolsillos y no pude evitar notar la erección debajo de sus pantalones.Sus ojos s
Ciertamente tenía el dedo de Allan Casanova. Porque terminé con el auto nuevo de Heitor Casanova. No había forma de que pudiera haber pasado la entrevista.Me levanté, abrí la ventana y vi el sol brillar afuera:- Hola vida... Hola suerte... Por fin me estás sonriendo. Y no perderé la oportunidad.Tomé el resto del dinero de la chaqueta de Casanova y compré un vestido nuevo, zapatos nuevos y un perfume más caro. Y no quedó nada.Necesitaba invertir en mí mismo. Y parecer una mujer seria. Ese trabajo era el sueño de la vida de todos.Me miré en el espejo y me impresionó el resultado. Faltaban una hora para las ocho, pero ya salí de casa, para evitar cualquier posibilidad de retraso.Llegué a la selección media hora antes. Pero aparentemente no fui el único que tuvo la misma idea. Ya esperaban cuatro personas más.Me senté y esperé. Ya eran las ocho y media y mis pies comenzaban a debutar en los nuevos zapatos y su sonido al golpear el suelo extremadamente limpio y reluciente. No sabía
- Creo que todo el mundo vende vino. Y Perrone al frente produce lo mejor, porque están hechos por ellos mismos... La familia Perrone ama lo que hace.- ¿Entonces nos negamos a trabajar en el proyecto porque prefieres el vino de Perrone? - él se rió. “Es solo una historia falsa e hipotética. Has oído hablar de eso, ¿verdad? ¿O es tu primera selección?- He hecho más selecciones y entrevistas de las que te imaginas, ¡créeme! Y no me dejaste terminar.- Está bien, termina.- Tenemos que tener un diferencial. Seguro que no tendremos el mejor vino, pero podemos apostar por una botella diferente. Me centraría en el vino para regalar o para consumir en eventos. Para ello, se personalizaría la etiqueta. Se vende por encargo, para cualquier ocasión: boda, cumpleaños. ¿Te imaginas ganar un vino con tu nombre en la etiqueta?- No...- Tal vez lo guardarías para siempre y ni siquiera lo consumirías, te gustaría tanto. O, si lo consumiera, me quedaría con el envase... Y ahí, además de su nombre,
- ¿No puede esperar para saciar su sed, señorita Novaes? La mujer ya sabía mi nombre. Esto no fue bueno.- No tengo sed... Necesito tomar un analgésico. - Expliqué.- Traiga agua para la candidata, señorita Macedo. – preguntó secamente Heitor Casanova.En poco tiempo, trajeron un vaso de agua en una bandeja, especialmente para mí. Abrí la bolsa y saqué dos pastillas más. Miré el reloj y no me había dado la cantidad de tiempo que necesitaría entre dosis, pero era imposible tomar más tiempo.Tomé ambas pastillas a la vez y unos sorbos de agua para bajar por mi garganta.La mujer reapareció.- Entonces no está bien... O no tomaría medicina. – habló Héctor en voz baja, volteándose hacia mí, sin volver a mirarme.- ¿Por que estas preocupado?- ¿Por qué no deberías?- Porque no te importa nada. ¿Quieres... desestabilizarme antes de la actuación?- ¿Es eso lo que piensas de mí? – ahora me miró directamente.- Sí. - Fui sincero, mirando de vuelta a la chica que trató de llamar la atención, pe
Intenté abrir los ojos, pero podía oler el buen olor que me envolvía por todos lados. Era él... No tenía dudas. Sabía que íbamos en un auto... Pero él no conducía, porque... Me sostenía en sus brazos... La mitad de mi cuerpo estaba sobre él y el resto en el asiento.¡Qué carajo! ¿Adónde me estaba llevando? ¿Casa?- ¿Cree que se puso rudo con ella, señor? Escuché la voz en el asiento delantero.- La señora Bongiove es fuerte. No te preocupes, Anon.Vale, Anon defendiéndome. Me gustó mucho desde el principio. Debería abrir los ojos y decirles que me dejaran donde estaba, que estaba solo. Solo necesitaba a Ben o Salma. Llamaría y todo estaría bien.Un gancho nuevo y fuerte me hizo gemir y retorcerme un poco. Sentí sus fuertes brazos envolverme tiernamente. Y mi corazón se aceleró. ¿Heitor Casanova tenía bondad dentro de él? ¿Y un poco de compasión? Mezclado con... Oh, mierda, no importa. No podía bajar la guardia. Yo solo era el candidato que se enfermó por su culpa, así que me llevó a c
- Primero te dirigiré a una habitación. Allí se quedará hasta que llegue el Ginecólogo y la atienda. Creo que cuando se entere de que es el señor Casanova quien está ordenando, vendrá en unos minutos. Puedes arreglar todo rápidamente, ¿no? le preguntó al otro médico.- Ya te avisé en el teléfono de emergencia, por mensaje de texto. – respondió el otro.- ¿Estoy muriendo? pregunté, sintiendo un nudo en la garganta mientras escuchaba su conversación.- No. – Hablaba en serio. - Pero hará todas las pruebas necesarias y solo será liberado cuando crea que todo está realmente bien contigo.- No puedo quedarme aquí... yo..."No tengo dinero para pagar, muchachos". Pero, ¿cómo decirles esto?La enfermera me trajo la silla de ruedas.- Siéntese, señora, por favor. - Trató de ayudarme.Le quité las manos. Estaba bien. No necesitaba ayuda. Fue solo un calambre, del tipo que solo desaparece con muchos analgésicos y bolsas de agua caliente y Ben y Salma. ¿Dónde estaban mis amigos? Pensé que me est
- Piensa en el lado positivo, Bárbara. Si no tuviera tus joyas, tendría que venderlas para pagar la cuenta ahora. Es decir, de una forma u otra, se habría deshecho de ellos para salir de uno de sus apuros.- ¿Piensas en devolvérmelos algún día? Volví la cabeza hacia él.- Sí... Lo mismo que piensas sobre devolverme mi blazer. – dijo serio.Volví la cabeza de nuevo, mirando al techo. Sentí que mi corazón se aceleraba. Bien, vendí su chaqueta. Entonces nunca volvería a ver las joyas de mi madre. A menos que... volviera a comprar la chaqueta. O tal vez le di la ropa que vestía, lo cual hice con el dinero. Había sido la noche en el Hazard.- Te devolveré la chaqueta. Dije, sin mirarlo.- ¿Cómo lo harías tú?- Entregando en tus manos. ¿De verdad crees que tomaría algo que no me pertenece?- No creo que lo haría. Tal vez... ¿Vender?- ¿Eso es lo que piensa de mí, señor Casanova? - Fingí estar molesto.- La chaqueta está conmigo, Bárbara.Volví a sentarme, confundido y atónito:- No puede...
- No... Tomé tus datos del formulario que llenaste en la empresa, Bárbara. – dijo Héctor empujándome hacia el auto.- ¿Y así también enviaste a un delincuente a escribir en mi edificio?- Nada que declarar, señorita Bongiove. – se burló.- Anon 1, detén el auto. - Yo hablé.- No puedo, señora. Sólo obedezco al señor Casanova.Me recosté en el asiento, cerrando los ojos. Estaba cansado. Anon me entregó un paquete de comida. Todavía estaba caliente. Lo olí incluso antes de abrirlo.- No lo creo, Anon 1. Eres muy amable. – Lo abrí rápidamente.- Comida ordenada. Ya es la segunda vez que lo compra, ya que el primero se fue a la basura porque tardaste mucho en hacer los exámenes. – explicó Héctor.- ¿Puedo... comer en el coche? Pregunté con incertidumbre.- Sí. - El Confirmó.- No tiras comida a la basura. Incluso es un crimen cuando tanta gente no tiene suficiente para comer. - le dije, mientras disfrutaba del primer bocado.No hablamos durante el resto del viaje. Terminé la comida cuando