Es un poco extraño conversar con una desconocida, pero me resulta entretenido y ahora una rutina hablar con ella de cualquier cosa que se le ocurra cada noche. Al principio me pareció más raro de lo que ahora se me hace, sobre todo, porque ella es una chica que suelta palabrería una detrás de la otra sin cansarse y, hasta en algunas veces, sin sentido.
Hecho que no me molesta en lo absoluto, puedo ser tan hablador como ella; sin embargo, me gusta mantener la mente ocupada con su verborrea y todo lo que tiene para contar. Si no fuese por sus mensajes, estaría colapsando una vez más en los pies de Lili o embriagado cuando los recuerdos me invaden de un momento para el otro. La desconocida se ha vuelto un pase directo para no pensar y no sentir cada intercambiamos mensajes; lo cierto es que me saca sonrisas a diario con sus ocurrencias.
No sé su nombre y eso lo hace más divertido y casual. Aunque suele poner la inicial siempre que se despide, no me hago una idea de cuál pueda ser su nombre. ¡En este mundo hay cientos de nombres que empiezan por la letra E! Y puede que ella me lo diga mucho antes que lo encuentre. Por ahora me gusta así; me mantiene en calma en momentos de frustración y soledad. Quizás lleguemos a ser buenos amigos virtuales.
«¡Buenos días, bizcocho! ¿Cómo amaneciste? Espero que igual de rico que siempre. Estaré de viaje unas cuantas semanas, dudo mucho que me pueda comunicar contigo a diario, pero prometo, aunque sea, darte señales de vida para que no vayas a pensar que he pasado a una mejor. Mi jefe me chupa como zancudo, y no lo digo en doble sentido o porque tenga un romance con él, aunque tampoco voy a negar lo que hacemos en pensamientos. ¡La cosa es que abusa de mí! Ahora debo irme porque me está dando una mirada de muerte si no suelto el teléfono ahora mismo. Extrañaré hablar contigo en las noches. ¡Cuídate mucho, bizcocho!». Rezaba su mensaje, con su inicial y un corazón negro como de costumbre.
«Buenos días, Srta. E. He amanecido muy bien; y, ¿por qué negarlo? Estoy más rico con el pasar de los años. Veo que tú estás tan activa e hiperactiva como cada día. ¿Acaso no descansas? ¿No duermes? ¿No respiras un poco? Si fueses mi empleada, créeme, no te chuparía como el zancudo de tu jefe. También voy a extrañar mucho tus mensajes. ¿Ahora quién me hará compañía...? Ten un buen viaje». Terminé por escribir, dándome cuenta que por hoy no tendré más de ella y sus textos bíblicos cada que abra mi buzón de mensajes en I*******m.
Hice mi rutina diaria de ejercicios, tomé una ducha,e cambié sin prisas y luego salí en dirección a casa de mis padres tal como lo había prometido. Amelia, Serena y Harper ya se encontraban allí cuando llegué. Todo indica que hay noticias nuevas en la familia, aunque es normal que nos reunamos varios días de la semana a desayunar y pasar la mañana todos juntos.
-¿Y tú amiga Emma no vendrá? - mi madre lanzó la pregunta en cuanto tomamos asiento en el comedor.
-No podrá estar presente, pero ella sabe lo que vamos a hablar aquí.
-Ah, entonces sí hay chisme hoy - murmuré, sirviendo un vaso de jugo y tomando dos tostadas con mantequilla.
-Es una lastima que no nos pueda acompañar. Es una chica muy agradable.
-Su trabajo es muy demandante.
-¿En qué trabaja? Claro, si se puede saber.
-Es la asistente personal de Marino Rinaldi; el diseñador de modas de italiano.
-Oh, es un trabajo bastante demandante, más si se trata de ese bombón de la moda. La compadezco, cuando era joven trabajé para una diseñadora que, en esos tiempos, no era tan reconocida, pero tenía sus clientes fijos. Aprendí tanto de ella - mi madre suspiró, evocando el recuerdo en su mente-. Bueno, es una historia que después contaré. Comamos antes que el desayuno se enfríe.
-¿El bombón de la moda? - cuestionó mi padre, enarcando una ceja.
-Es un hombre atractivo, pero no te preocupes por nada, Sr. King; no me gustan los hombres jóvenes.
-¡Qué alivio! - bufó-. Pero si es uno el que mira jovencitas bonitas pasar por la televisión y de hace un comentario, se enojan y no me dejan dormir por una semana en mi propia habitación.
-¿Sabes a dónde puedes llevarte tus ridículos comentarios?
-No, dímelo tú. Quiero oír a dónde los tengo que llevar - la desafió divertido.
Mi madre solo se le quedó viendo con el rostro sonrojado, mientras los tres la mirábamos fijamente sin parpadear en espera del contraataque. Mi madre no es una mujer de quedarse con las palabras por dentro.
-Pensándolo bien, siete días es muy poco. Creo que un mes entero sin tocar mí cama será suficiente para que recapacites y limpies tu sucia mente - le sonrió ladeado-. Cuando hayas suplicado lo suficiente por mi perdón, te diré a dónde puedes meterte los comentarios.
-Querrás decir; meterte...
-Bueno, eso ya no lo queremos saber. Aquí seguimos, y es desagradable escuchar como se tiran palabritas en doble sentido.
-¡Qué va! Si el día hasta ahora empieza y no he agarrado energía para darle batalla a tu padre.
-¡No olviden que hay un menor con ustedes! - interrumpió Harper en vista del giro que dio mi madre-. No queremos saber sus intimidades desde tan temprano.
-Su padre me provoca, él tiene la culpa de todo.
-Esa señora de ahí es la que ataca primero - le tiró un guiño descarado.
-Cuando se vayan los niños, lo arreglamos todo tú y yo...
Borré la sonrisa de los labios, dejándome gobernar por el recuerdo de todo lo que pasamos juntos estando en esta misma mesa mientras tomaba mi mano y jugueteaba con mis dedos. Me sentí tan fuera de lugar; mis padres coqueteando descaradamente y demostrando lo mucho que siempre se aman, y mi hermano susurrándole cosas al oído a Amelia que la hacen sonrojarse y reír por lo bajo me hacen sentir que soy el único que sobro y está incompleto.
Esto y más era lo que añoré con Lili, pero todo quedó en el pozo del olvido de sus mentiras.
-Debo irme, tengo algunos pendientes que atender - me levanté de mi lugar, sintiéndome mal por permitir que siempre me gane su recuerdo-. Lo que sea que tengan que decir, me lo hacen saber después.
-Quedate un poco más. ¿Que asunto es más importante que estar con tu familia, mi cielo? - inquirió mi madre.
-Ninguno, pero...
-Pero nada - mi madre me volvió a sentar en mi silla-. Vamos a escuchar lo que tu hermano y tu cuñada tienen por decirnos. El trabajo puede esperar.
-Saben que nos hemos comprometido antes que Serena naciera, pero con el nacimiento de ella, el trabajo y la labor como padres no nos ha permitido establecer un fecha como tal, pero lo hemos hablado y no queremos perder más tiempo. La boda se llevará a cabo el veinte de diciembre.
-Y queremos que seas nuestro padrino, Colin - completó Amelia por Harper.
-No puedo negarme, ¿verdad? - bromeé, haciéndolos reír-. Orgulloso y nostálgico llevaré del brazo a lo más preciado que tengo en la vida para entregarlo a una mujer de buen corazón como tú. Acepto ser el padrino de su boda, y desde luego que seré el único capaz de llevar tal título en lo alto.
-¡Mi hijo se convirtió en todo un hombre, padre y futuro esposo responsable! - mi madre los abrazó efusivamente a los dos-. ¿En qué puedo ayudar? Estamos a escasas cuatro semanas de la boda.
-Emma es la que me está ayudando a planear todo. Hablaré con ella para saber en qué puedes ayudarnos, Sra. King.
Nos quedamos el resto de día en casa de mis padres recibiendo la noticia de la boda de Harper y compartiendo la felicidad juntos. Al final de la tarde, cuando ya no soporté el hecho de verme hundido y miserable, usé una excusa barata para volver a mi apartamento y encerrarme el resto de noche en completa soledad y una punzada en el pecho difícil de explicar. Inconscientemente me quedé viendo mi teléfono en la espera de algún mensaje de la desconocida Srta. E.
-No vas a estar por largos días... - murmuré entrando a su perfil, dándome cuenta que el tiempo que llevamos hablando no la había empezado a seguir-. Qué imbécil...
Inmediatamente la seguí, esperando la notificación que nunca llegó de aceptarme como su amigo.
EmmaPreparar una boda en tan pocas semanas se ha vuelto todo un reto, más por mi trabajo y lo demandante que es, pero tengo batería y disponibilidad de sobra para encargarme de todo a la misma vez. La felicidad que siento por Amelia me hace darlo todo al cien por ciento para que su día sea como en sus más grandes sueños.Pero también nace mi temor y mis inseguridades con respecto a lo que estoy viviendo casi irreal e imaginario con Colin King; mi amor platónico e ideal desde hace cinco años.Luego de ese primer intercambio de mensajes con mi amor platónico e imposible, me cuestioné si era correcto hacerlo, a sabiendas que en cualquier momento nos vamos a tener que ver la cara. Y, aunque he huido de los encuentros una y otra vez con éxito, no siempre será de ese modo. En cualquier momento lo tendré de frente, y es ahí donde todo mi mundo se va a tambalear. Una cosa es hacerse ilusiones con alguien que solo puedes tener en sueños locos y húmedos, pero saberlo real es algo que no espera
Son solo los nervios los que me tienen al borde de un colapso. Son solo los nervios los que me tienen con un enorme hueco en el estómago por donde las lombrices están empezando a emerger y de eso modo a revolcar todo en mi interior. Son solo los nervios los que me tienen apretando como nunca las nalgas para que ni un viento se me pueda llegar a escapar. Son solo los nervios de tener en pocas horas a mi amor frustrado frente a frente que no he podido ni siquiera ponerme el vestido que Amelia escogió para mí.—Si no lo veo, es como si no estuviera presente — me digo a mí misma al espejo, deslizando la yema de los dedos por el encaje del vestido—. Si demuestras los nervios, más rápido te pillan, Emma. Solo relájate.Suspiré profundamente, sonreí y me puse el vestido con precaución para no arruinar el peinado. Retoqué el brillo rosa de mis labios antes de ir en la búsqueda de Amelia a su habitación.—Hola — asomé la cabeza por la puerta, quedando maravillada por lo hermosa y radiante que
ColinMe quedé en completo silencio viendo a la mujer frente a mí, esperando que diga lo que sea que vino a decir; contrario a eso, también mantuvo un silencio denso que estaba empezando a desesperarme. ¿Qué hace aquí? ¿Qué es lo que está buscando? Eso de querer hablar conmigo es más como una excusa para arruinar la boda de Amelia y Harper, porque se nota en las miradas que les da, que le duele que hayan unido sus vidas.—¿Qué es lo que quieres decir, Lili? — corté el silencio que se formó entre todos, atrayendo la mirada de las tres personas a mi lado, seguramente la de mis padres y también la suya—. Habla.—¿Podríamos hablar a solas, por favor?Resoplé molesto, indicando la salida de la iglesia con la mano.Lili le dio una mirada a Harper antes de darse la vuelta y enfilar a la salida.—No es necesario que hables con esa mujer. Es obvio que vino a molestar — Harper se veía enojado, y no era para menos.—Escucharé lo que sea que tenga que decir y le pediré que se vaya. Confía en mí
Todo indica que una maldición me ha caído encima, esa posibilidad abierta de que pueda llegar a ser el padre de ese bebé me tiene con la mente en blanco. Es decir, deseé con todas mis fuerzas tener muchos hijos con Lili, pero eso era cuando estaba tan perdido e idiotizado en ella. Ahora todo cambió, no solo porque ella nunca me amó, sino porque hasta este punto, ella ya no es lo que quiero en mi vida. Sería un completo imbécil si con todo lo que ha hecho, sintiera amor y deseos de firmarlo todo con una máscara de falsedad.Tengo gran parte de la culpa, porque fui yo quien fue a buscarla y acepté acceder a su cuerpo en búsqueda de un amor que nunca ha existido. Aunque para mí esa última vez me supo más a necesidad y costumbre que a amor. Después de todo, no conozco otra piel que no sea la de ella.Existe la posibilidad de que sea el padre de su bebé, ese es un hecho que no puedo cambiar de la noche a la mañana, pero también me enoja que haya tenido el descaro de buscar calor en otro cu
La Srta. E fue la primera persona que me vino a la mente mientras veía a Amelia y Harper bailando en su burbuja. Quizás sea ella ese alguien que llegó en el momento que menos lo esperaba. Le envié un mensaje sin pensar muy por qué quería hablar con ella, pero me desanimé bastante al ver que no había respondido a los mensajes que la noche anterior le había dejado.Nuestras conversaciones se han extendido a lo largo de los días, y a mi parecer no he dicho nada que la ofenda para que no responda a mis mensajes. Anoche extrañé sus «Dulces sueños» y esta mañana volví a pensar en sus «Buenos días, bizcocho».No sé por qué ese pensamiento me llevó a mirar a Emma, quien mordía una de sus uñas sin dejar de mirar fijamente su teléfono. Su sonrisa nerviosa no me pasó desapercibida, tal vez está hablando con su novio o algún pretendiente y por esa razón está tan perdida de todo a su alrededor. Tenía toda la intención de escribir, porque parecía hacerlo y luego sacudía la cabeza, volviendo a lleva
EmmaDescribir lo que siento en este momento tan sublime de mi vida me resulta casi imposible. Me siento flotando en lo más alto del cielo, embobada por ese aroma a hombre y ese calor que brota todo su cuerpo y trata de derretir el mío. Sus ojos son tan grises, tan puros y tan divertidos, que hasta muero por ser la única dueña de esa mirada tan traviesa e intimidante.«Debo estar muerta o soñando, es eso lo que debe estar pasando ahora mismo. Este Colin no es real». Cerré los ojos y apoyé mi cabeza sobre su pecho, maravillada con su perfume y los intranquilos latidos de su corazón. Disfruté de este sueño tan palpable y único, pegándome aún más a su cuerpo y acariciando sus brazos poco a poco.Sentí de repente tantas ganas de llorar, esto es un sueño del cual no quiero despertar nunca. Nadie puede sentir esto que estoy viviendo entre los brazos del hombre que he amado desde hace mucho tiempo y que hace unos meses ni siquiera sabía de mi existencia, pero ahora me hallo entre sus brazos,
—No quiero acercarme a ti con mentiras y malas intenciones, por eso te voy a dictar mi carta de presentación para que luego no salgas corriendo como otros — desvié la mirada—: Soy intensa, un poco sarcástica y grosera cuando hace falta relucir la clase. A veces no controlo lo que digo, pero estoy trabajando en que mi lengua no se vaya sin sentido alguno cuando no hace falta. Hago amigos con facilidad, soy bastante sociable y agradable cuando me lo propongo, pero soy el tipo de persona que insiste en construir amistades hasta con personas que no quieren saber nada de mí. Así como tengo temple para decirte las cosas en la cara sin pañitos de agua tibia, también soy una estúpida. No sé por qué razón las personas se alejan de mí, si lo único que trato de hacer es ser siempre yo. Muchos me han dicho que es porque soy intensa y que voy muy rápido en la vida, pero no sé cómo es andar a paso de tortuga. Trato de cambiar y de controlar mis defectos, pero no funciona, siempre seré la chica agra
Al llegar a casa de Amelia y Harper, aseé a Serena, la cambié de ropa y le di su biberón antes de acostarla a dormir. No tenía contemplado nada de esto, Amelia nunca lo mencionó, por lo que me resulta fascinante que esté a pocos pasos de él. Pero también estoy tan nerviosa de pasar toda una semana viviendo y compartiendo espacios con él. Verlo a cada segundo no será más que uno de mis tantos sueños. Ahora sí comprendo esa oración que dice: «Está tan lejos y tan cerca a la vez». Es una tortura no poder sacar mis sentimientos a flote frente al hombre con el que me he hecho un mundo en mi cabeza sin llegar a asustarlo. Así que mejor me mantengo reservada en ese aspecto, no quiero que piense que estoy tan mal de la cabeza al hacerme un mundo con él.Nerviosa y con mil ideas en la cabeza, salí de la habitación de Serena hacía donde Colin. Lo encontré estirado a sus anchas en el sofa, ya no tenía puesto su gabán y su camisa blanca la tenía arremangada hasta los codos, dejando ver una magní