La primera impresión que una mujer como la señora Isabel Costello te deja, es que no puedes hacer algo sin que ésta lo sepa. Neal ya me había advertido sobre como era su madre, y no pretendía meterlo a él en problemas. Fue él quién los buscó al darle la espalda a esa mujer.
Durante una semana desde lo ocurrido no supe nada de él tras enterarse de mi destitución y renuncia.
Al principio insistió en que no comprarían la propiedad, estaba planeando ganar tiempo diciéndole a su madre que si compraban la residencia no se casaría, pero solo buscaba perjudicar a Esteban haciéndome justicia, una que yo no estaba pidiendo, y por su lado encontrar la manera de deshacerse de ese matrimonio que no quería.
Lo único que logró, fue retrasar la compra hasta la fecha que inicialmente se indicó en el contrato, pero su madre se encontraba realmente interesada en adquirirla gracias a la influencia de la tal Corny, pues al parecer la chica ignoraba mi relación con Neal y sí le gu
En cuanto Babs despertó preguntó de inmediato por Jessi. La niña ya había salido de cirugía, pero se encontraba en cuidados intensivos. Mientras Babs cuidaba de ella hasta que despertara, me encargue de ir a la administración, pues había problemas con el seguro de Babs, pero yo no quería agobiarla con ese tema, así que me hice cargo. —Me temo que el seguro se encuentra vencido —dijo la señorita, que inclusive se mostró comprensiva. —¿Desde cuando? —Hace seis meses. —¿Seis meses? —pregunté sorprendida. Babs no era el tipo de persona que dejara sus cuentas para después—. ¿Me puede dar la cantidad exacta de lo que se debe? Cuando la mujer desglosó los procedimientos y me dijo la cantidad que se estaba debiendo, quería tener todo el dinero del mundo para que mis personas favoritas no sufrieran. —Deja que te ayude —pidió Neal como por quinta vez, y no sabía de qué modo decirle que no. —Neal, ya lo tengo solucionado.
Teníamos una semana en la granja, y Charles estaba adaptándose bien, pero Jessi se rehusaba a salir de la casa. Me encontraba peinando a los caballos cuando Babs me gritó. Salí de las caballerizas para verla, y me acerqué a ella pues se veía desesperada. —¿Qué ocurre? —pregunté una vez frente a ella. —Es Neal. No vas a creer que ha hecho —dijo con una sonrisa. —¿Qué hizo? —insistí y corrí tras ella. Con su sonrisa me dejaba un poco tranquila, pero por otra parte sí se me sentía algo angustiada, pues Neal era amante de la locura. —Rainbow —saludó dejando un beso en mis labios, pero honestamente no le presté atención. Es difícil hacerlo cuando un piano ocupa la mitad de la sala—. Sí yo también te extrañé. —Neal, ¿de dónde has sacado esto? —cuestioné evidentemente interesada, porque era obvio que eso era obra suya. —Tenía algunos ahorros. Sé que Jessi ama tocar el piano, y quizá esto le ayude a animarse un poco. —Muchas gr
El camino al pueblo fue muy complaciente. Era la primera vez que iba desde hace años que había estado por ultima vez en la granja. Llegamos a comprar todo lo que indicaba la receta medica de Jessi, y algunos víveres que hacían falta en casa. ―¿Evelyn? ―preguntó un chico llamando mi atención. Lo conocía, sí. Era amigo de Babs, solía jugar con nosotras cuando su padre iba a dejar la paja para el granero. ―Tuck ―mencioné con seguridad, sabía que era él. ―Me recuerdas ―dijo con sorpresa. ―¿Cómo olvidarte? Ehm, ¿Cómo has estado? ―Bien, ¿qué tal tu? ―Todo bien. ―Escuché que Babs volvió a la granja, ¿estás de visita? ―No. Estoy viviendo con ella. ―Vaya, eso me parece genial ―El carraspeo de Neal nos sacó de nuestra conversación dejándome avergonzada por lo grosera que fui. ―Ah, lo siento. Tuck, él es Neal… ―Su novio ―aclaró estrechando muy fuertemente su mano, Tuck puso cara de no agrada
Jessi estaba más que contenta el día que nos fuimos de picnic al río, el asunto del piano realmente le sirvió para levantarle el ánimo, incluso recibía a la terapeuta con más entusiasmo. Charles la cargaba en su espalda y Babs jugaba con ella dentro del río. Neal y yo nos quedamos observándolos sentados sobre la manta cuadrada donde estaban nuestros aperitivos. ―Esa felicidad, te la debemos a ti, Clover. ―Si ella es feliz, tu lo eres, y si tu lo eres, yo también. Dime algo, Rainbow ―dijo mirándome―. ¿Te gusta este lugar? ―¿El río? ―Todo. La granja, el río, la naturaleza. ―¿A quién no puede agradarle todo esto? Cuando era niña, le pedía a mis padres que viniéramos a vivir con Babs y los tíos a la granja. Pero mis padres siempre fueron de ciudad, así que les costaba adaptarse incluso si era poco el tiempo que veníamos a vacacionar. ―A mi me gusta. ¿Te imaginas? ―inquirió y me dio curiosidad saber que diría―, Vivir en una
Neal insistió en ir a dejarme al pueblo, y no pude persuadirlo. Llegamos a la biblioteca que fungía también como cafetería y parecía tener buena fluidez de clientes. Al entrar solo vi a Tuck y otra chica que no se daban abasto con los clientes. ―¡Evy! ―exclamó alegre―, creí que no vendrías. ―¿Necesitas ayuda? ―pregunté al ver que se le complicaba cargar unos libros, por lo que al mismo tiempo le quitaba peso de encima. ―Bastante, Evy. ¿Vas a quedarte? Sería bastante prudente si lo haces ahora. ―Sí, no tengo problema. Además, Neal ya se fue ―dije asegurándole, pues no quería irse, pero Charles iba a necesitar ayuda. ―Perfecto, ven conmigo y te explico ―Lo seguí―. Primero que nada, ella es Chloe. ―Hola ―saludó la chica muy amablemente, yo respondí a su saludo obviamente, pero no pude evitar mirar a Tuck que parecía haberse quitado kilos de encima tras haber colocado la pila de libros sobre una mesa, tomó los que yo traía y los co
Habían pasado dos meses y todo marchaba relativamente bien, pero ese día pasaron tantas cosas, que lo veía más lejano que cercano. Tuck me había invitado a un pequeño festín que hacían en el pueblo, Chloe iría con su novio, pero la verdad lo dudé. Ese día al terminar el turno, no fue Neal quién me recogió, y yo sabía que no iba a ir. Por la tarde, esa mujer se presentó en mi trabajo. La reconocí en cuanto entró y no fue nada grato, pues me sentía asustada y desprotegida. No se acercó a nadie, y Tuck notó que ella no iba precisamente como clienta. ―¿Cuánto es lo que quieres? ―preguntó directamente y aunque me infundía miedo, pude sostenerle la mirada. No quería demostrarle que me aterraba verla. ―No entiendo, señora Costello. ―¿Cuánto quieres por dejar a mi hijo tranquilo? ―¿Usted cree que con dinero puede lograr que me aleje de él? ―Con dinero puedo solucionar las cosas. No seas tan insolente y ahorrémonos todo este dra
El fin de semana llegó y le dije a Babs de mis planes. No estaba muy de acuerdo con ellos, pero aun así me apoyó. Alisté mis cosas y Charles me llevó a la estación de autobuses, pues no quería afectar el trabajo de la granja, y si dejaba que Charles me llevara solo iba a retrasar el trabajo que había de hacerse. El camino, como toda la semana, se me hizo notablemente eterno, pero finalmente llegué. No pude evitar alimentarme un poco de la nostalgia, y pase por el apartamento que era de mis padres. Faltaba aun para las siete, así que fui a la cafetería por un buen vaso de café y una ración de esas deliciosas galletitas de mantequilla que yo amaba, y extrañaba. No sentía que el día avanzara, así que opté por adelantarme al lugar. Faltaban al menos tres horas más, así que me senté en la acera de la entrada a esperar la hora. No sé cuantas veces mire el celular. Durante toda la semana había visto mas de una vez el chat en messapp y no había notici
—Voy a ser clara contigo,muchacha. Te alejas o te alejo.Te di la oportunidad y la opciónde elegir la cantidad.Nealno es un chico que puedas manejar a tu antojo, no me gusta que se metan con mi familia.No se siente bien. Supongo que tendré que recurriruna vez másde la misma manera, ya sabes… ojo por ojo —señaló esa mujer sin sentimientos, y sabía perfectamente a donde queríallegar con esa citación.Bárbara y Jessica. Y no solo ellas, porque entonces Charles se veía involucrado también.—Yo no hice nada malo —aseguré sin poder retener mis lágrimas llenas de impotencia.