La frustración me llenaba. Era verdad lo que dijo Alejandro: las cosas habían cambiado desde el primer día. Me sentí reacio a utilizar a Nadin para mis objetivos. Pero al conocer su historia, solo quería ayudarla a cumplirla, sin darme cuenta de que había introducido mis planes malvados en su vida. El juego había comenzado, y ahora, ¿cómo doy marcha atrás? Perdía la cordura cada vez que estaba cerca de ese maldito Ángelo Clindy. No la odio a ella; la amo. Pero, ¿cómo separo mi odio por su familia sin que ella se vea implicada?Puede que odie a su familia, sí, pero dudo que Nadin quiera destruirlos. Ella no me necesita para establecerse ni para competir en la industria. Por lo menos, tendría alguien digno de eso. Me había embargado en todas las industrias, grandes y pequeñas. Había adquirido tanto que mi riqueza superaba a la de mis antepasados en miles de espacios.Sentado en mi sofá, entró Shasha, otra mujer que, si no fuera su jefe, me daría miedo.—Señor, tenemos que partir al norte
Era su familia, pero esta era la primera vez desde su salida que estaba viéndolos tan cerca. Entró no como Nadin Stomcling, sino como Lady C. Le dolía tanto que las lágrimas amenazaban con correr de sus ojos. Aguantó y tocó la puerta.—¡Pase!Al entrar, se topó frente a frente con su madre, quien ni siquiera la reconoció. ¿Cómo era eso posible? Aunque un hijo tuviera todos los cambios posibles, siempre deberían poder notar a su propia sangre.—¿Cómo estás, señorita emperadora? Es un honor para nosotros que venga a vernos.Ella aguantó las lágrimas, deseando correr a abrazarla y decirle: "Madre, he vuelto".—Descuide, señora Stomcling, por favor, el honor es mío.—Mi esposo está despierto; puede hablar con él.—Bueno, antes quería hablar con usted y hacerle una pregunta.—¿Sobre qué cosa?—En las investigaciones que hice, encontré que tiene otra hija. ¿Dónde está?La señora Stomcling quedó estática; las manos empezaron a temblarle y no emitió una palabra. Nadin tomó su mano para que dej
—No sabía si yo era un estorbo entre ustedes. Les di todo solo para conseguir nada, solo engaño y traición. Me vendiste sin el mínimo remordimiento. Mi madre también pasó por lo mismo. Nunca me contaron sobre ella.—¿Qué? ¿Quién eres? ¡Imposible, tú no puedes ser Nadin; ella murió!Todo quedó en silencio, como un cementerio. La señora Verónica casi se desmaya. Nadin seguía riéndose de ellos; de verdad, la dieron por muerta. Aunque fue un arreglo para que no la encontraran antes, no sabía que ellos lo tomarían como la verdad pura.—Pues no, padre, no lo estoy.—¿Tú? ¿Cómo es posible? ¿Cómo te convertiste en alguien tan importante?—Así es la vida, padre. Recuerda que la que estuvo en tu empresa todo este tiempo fui yo.—¿Cómo… cómo conoces al gran poderoso J.K.?—Eso no tiene que importarte. Recuerda ahora que tu empresa está en mis manos. ¡Y esto va por mi madre! Y si alguien sabe que soy yo, te juro que los llevaré hasta las cenizas. Y bien sabes que tú y yo no tenemos nada que ver co
En la clínica privada, Verónica estaba histérica. Una vez que los doctores lograron estabilizar al señor John, lo que parecía un alivio fue solo el inicio de su caos. Jaló a Esmeralda a un rincón para hablarle.—¿Madre, qué te pasa? Te noté muy fuera de lugar desde que llegué. No quise preguntar por qué Ángelo estaba cerca, ¿qué hacía esa mujer aquí?—¿Esta mujer? Ja, ¿quién lo diría? ¿Qué seria está ella?—¿De qué hablas, madre? ¿La conoces?Ángelo, que había ido a la cafetería y regresaba, subía las escaleras con su habitual sigilo. Pero al girar en la esquina, escuchó las voces y se detuvo. Sabía que algo andaba mal y se quedó a escuchar lo que tramaban estas dos mujeres.—Madre, habla, que me tienes muy alterada. ¿Qué hacía esa m*****a zorra aquí?—¿Tú ya sabías quién era?—Esa m*****a está ganando mucho terreno. No se aleja de Ángelo y tiene a un hombre muy poderoso detrás, además de un novio muy guapo. ¡Porque tiene que estar cerca del mío! Eliminé a Nadin por eso.—Te diré que n
Nadin sabía que tenía que investigar a fondo qué había pasado realmente. Y juró llevar a la tumba a la persona que había dejado a su madre en un estado tan lamentable que ni siquiera le permitió ver a su propia hija.NARRADORNadin tomó su celular y marcó una serie de números. La otra parte respondió.—¡Necesito que me investigues quién fue la primera mujer de John Stomcling y qué pasó con ella!—Sí, señorita, lo tendrá en cuanto esté listo.—Mantenme al tanto de lo que pasa.—Señorita, los negocios están ampliando. Su reputación ha alcanzado una escala más alta que antes; alguien ha tenido éxito. Felicidades, muchos aclaman su presencia en el noreste. Quien agradecerá a su salvadora.—Encárgate de esto. Cuando tenga el tiempo, ellos me verán y sabrán quién soy. Por ahora, eres el jefe del noreste; haz lo que te plazca, solo mantenme al tanto de todo. Y nunca olvides el lema.—Nunca, mi señora. ¡Nunca olvidaré quién me llevó a ser quien soy hoy! Haré todo lo que me pidas.—¡Cuídate!Un
Después de hablar con el chef de La Rosa, Nadin salió haciendo eco de su presencia. Subió a su coche, dio la vuelta y aparcó frente a la magnífica empresa de los Don. Al entrar, se dirigió a la oficina del viejo Fen. Huang Don, como vicepresidente, la vio y se sorprendió por la belleza de la mujer, caminando hacia la oficina con una actitud lasciva.Cuando entró, se encontró con los ojos de Nadin fijos en unos documentos, y su aura llenaba el lugar por completo.—Señorita Lady C, usted aclama la presencia de un hombre como yo a su lado. Es insuperable, y juntos nadie podría intimidarnos.Ella levantó la vista y Huang quedó sorprendido por el intenso color verde de sus ojos, que hipnotizaba a quienes los miraban. Habló calmadamente.—Don Huang, ¿no ha hecho su trabajo ya?La pregunta dejó a Huang y a Don Fen atónitos. Parecía como si Nadin hubiera experimentado un cambio radical. Huang se asustó cuando ella lo miró a los ojos y le habló, como si su aura y su poder los superaran a ambos.
—¿Redimirte? ¿Para qué? ¿Qué hay que redimir?—Olvidemos el pasado e iniciemos de nuevo, solo tú y yo. Dejemos todo atrás. Nadin, te amo; quiero volver a empezar. Te acabo de encontrar y no pienso dejarte ir.—¿Empezar? ¿Olvidar? Ángelo, ¿me quieres tomar por una m*****a estúpida? Dime, ¿quieres que olvide?Nadin no pudo aguantar más y desabotonó su camisa, mostrando a Ángelo lo que no podía olvidar, aunque lo intentara.—Nadin, ¿qué haces? ¿Por qué te desviste?—Mira por tus propios ojos. Mira, Ángelo, mira esas cicatrices. ¿Cómo pretendes que olvide? ¿Sabes lo doloroso que fue? ¿Sabes la tortura que pasé? Dime, ¿soportarías esa tortura por mí?Cuando Ángelo vio la cicatriz en la costilla de Nadin, tembló. Su cuerpo dio un paso atrás, aterrado de que su nombre hubiera causado esto. Ver todas las marcas en ella le dolió profundamente; le dolió que Esmeralda usara su nombre para hacerla sufrir un infierno. Ella tenía razones para odiarlo.—¡Nadin, lo siento! No sabía que habías pasado p
Cuando Nadin se sentó, Haymi y el chico llamado Steff se pararon frente a ella. Steff lucía asustado, mientras que Haymi estaba muy tranquila, como si no fuera a ser intimidada por Nadin. Nadin entregó un documento a Haymi y otro a Steff. Ambos miraron y vieron una lista de nombres, incluyendo los de ellos. Nadin no había hablado, y Steff se alarmó.—Señorita, no fui parte de esto. El chisme me está obligando a hacer que todos renuncien.Haymi permaneció callada, observando lo que venía. Para ella, pensar que no podría ser despedida era un alivio; el presidente fue quien la trajo, y nadie tenía la osadía de desafiarla. Nadin miró a los dos, y tanto Haymi como Steff sintieron el peso de su mirada. Nadin sonrió de lado y, sin decir una palabra, simplemente dijo:—Caminen.Haymi se sintió deprimida. En solo un segundo, su orgullo y temperamento fueron opacados. Ahora no tenía otra opción que seguir humildemente; la persona frente a ella no era Esmeralda, que se podía debilitar y enfrentar