En la clínica privada, Verónica estaba histérica. Una vez que los doctores lograron estabilizar al señor John, lo que parecía un alivio fue solo el inicio de su caos. Jaló a Esmeralda a un rincón para hablarle.—¿Madre, qué te pasa? Te noté muy fuera de lugar desde que llegué. No quise preguntar por qué Ángelo estaba cerca, ¿qué hacía esa mujer aquí?—¿Esta mujer? Ja, ¿quién lo diría? ¿Qué seria está ella?—¿De qué hablas, madre? ¿La conoces?Ángelo, que había ido a la cafetería y regresaba, subía las escaleras con su habitual sigilo. Pero al girar en la esquina, escuchó las voces y se detuvo. Sabía que algo andaba mal y se quedó a escuchar lo que tramaban estas dos mujeres.—Madre, habla, que me tienes muy alterada. ¿Qué hacía esa m*****a zorra aquí?—¿Tú ya sabías quién era?—Esa m*****a está ganando mucho terreno. No se aleja de Ángelo y tiene a un hombre muy poderoso detrás, además de un novio muy guapo. ¡Porque tiene que estar cerca del mío! Eliminé a Nadin por eso.—Te diré que n
Nadin sabía que tenía que investigar a fondo qué había pasado realmente. Y juró llevar a la tumba a la persona que había dejado a su madre en un estado tan lamentable que ni siquiera le permitió ver a su propia hija.NARRADORNadin tomó su celular y marcó una serie de números. La otra parte respondió.—¡Necesito que me investigues quién fue la primera mujer de John Stomcling y qué pasó con ella!—Sí, señorita, lo tendrá en cuanto esté listo.—Mantenme al tanto de lo que pasa.—Señorita, los negocios están ampliando. Su reputación ha alcanzado una escala más alta que antes; alguien ha tenido éxito. Felicidades, muchos aclaman su presencia en el noreste. Quien agradecerá a su salvadora.—Encárgate de esto. Cuando tenga el tiempo, ellos me verán y sabrán quién soy. Por ahora, eres el jefe del noreste; haz lo que te plazca, solo mantenme al tanto de todo. Y nunca olvides el lema.—Nunca, mi señora. ¡Nunca olvidaré quién me llevó a ser quien soy hoy! Haré todo lo que me pidas.—¡Cuídate!Un
Después de hablar con el chef de La Rosa, Nadin salió haciendo eco de su presencia. Subió a su coche, dio la vuelta y aparcó frente a la magnífica empresa de los Don. Al entrar, se dirigió a la oficina del viejo Fen. Huang Don, como vicepresidente, la vio y se sorprendió por la belleza de la mujer, caminando hacia la oficina con una actitud lasciva.Cuando entró, se encontró con los ojos de Nadin fijos en unos documentos, y su aura llenaba el lugar por completo.—Señorita Lady C, usted aclama la presencia de un hombre como yo a su lado. Es insuperable, y juntos nadie podría intimidarnos.Ella levantó la vista y Huang quedó sorprendido por el intenso color verde de sus ojos, que hipnotizaba a quienes los miraban. Habló calmadamente.—Don Huang, ¿no ha hecho su trabajo ya?La pregunta dejó a Huang y a Don Fen atónitos. Parecía como si Nadin hubiera experimentado un cambio radical. Huang se asustó cuando ella lo miró a los ojos y le habló, como si su aura y su poder los superaran a ambos.
—¿Redimirte? ¿Para qué? ¿Qué hay que redimir?—Olvidemos el pasado e iniciemos de nuevo, solo tú y yo. Dejemos todo atrás. Nadin, te amo; quiero volver a empezar. Te acabo de encontrar y no pienso dejarte ir.—¿Empezar? ¿Olvidar? Ángelo, ¿me quieres tomar por una m*****a estúpida? Dime, ¿quieres que olvide?Nadin no pudo aguantar más y desabotonó su camisa, mostrando a Ángelo lo que no podía olvidar, aunque lo intentara.—Nadin, ¿qué haces? ¿Por qué te desviste?—Mira por tus propios ojos. Mira, Ángelo, mira esas cicatrices. ¿Cómo pretendes que olvide? ¿Sabes lo doloroso que fue? ¿Sabes la tortura que pasé? Dime, ¿soportarías esa tortura por mí?Cuando Ángelo vio la cicatriz en la costilla de Nadin, tembló. Su cuerpo dio un paso atrás, aterrado de que su nombre hubiera causado esto. Ver todas las marcas en ella le dolió profundamente; le dolió que Esmeralda usara su nombre para hacerla sufrir un infierno. Ella tenía razones para odiarlo.—¡Nadin, lo siento! No sabía que habías pasado p
Cuando Nadin se sentó, Haymi y el chico llamado Steff se pararon frente a ella. Steff lucía asustado, mientras que Haymi estaba muy tranquila, como si no fuera a ser intimidada por Nadin. Nadin entregó un documento a Haymi y otro a Steff. Ambos miraron y vieron una lista de nombres, incluyendo los de ellos. Nadin no había hablado, y Steff se alarmó.—Señorita, no fui parte de esto. El chisme me está obligando a hacer que todos renuncien.Haymi permaneció callada, observando lo que venía. Para ella, pensar que no podría ser despedida era un alivio; el presidente fue quien la trajo, y nadie tenía la osadía de desafiarla. Nadin miró a los dos, y tanto Haymi como Steff sintieron el peso de su mirada. Nadin sonrió de lado y, sin decir una palabra, simplemente dijo:—Caminen.Haymi se sintió deprimida. En solo un segundo, su orgullo y temperamento fueron opacados. Ahora no tenía otra opción que seguir humildemente; la persona frente a ella no era Esmeralda, que se podía debilitar y enfrentar
El hombre sonrió y continuó:—Mucho gusto, señorita Haymi. Espero que disfrutes de la velada.Nadin observó la interacción, sintiendo un ligero destello de satisfacción al ver cómo su amiga comenzaba a brillar en el ambiente. Sin embargo, su mente estaba enfocada en la reunión que se avecinaba, y sabía que debía mantener la calma y la estrategia.—Gracias, Patrick. Estoy segura de que será una noche memorable —respondió Haymi, sonriendo con dulzura.Mientras tanto, Nadin se movía por el salón, saludando a varios invitados que la reconocían y la respetaban. Su presencia era magnética, y los murmullos la seguían a donde quiera que iba. Era evidente que su reputación la precedía.A medida que avanzaba, notó a Jerder en la esquina, hablando con un grupo de hombres. Su expresión era tensa, y Nadin sintió un escalofrío recorrer su espalda. Había algo en su actitud que le decía que estaba planeando algo.—¿Estás lista? —preguntó Steff, acercándose a Nadin, quien se había detenido momentáneame
Nadin caminaba en la multitud, con la máxima elegancia. Todos hablaban de ella. Muchos hoy habían venido con el propósito de acercar a sus hijos o de tener alguna conexión, pero nadie sabía con quién se enfrentaban de verdad. Todos miraban a las dos personas que la acompañaban. Nadie se atrevería a ser irrespetuoso; no sabían quiénes eran, tampoco estaban bajos.Su silueta decía que venían de alguna familia de afuera; sus caras nunca fueron conocidas por los demás. Steff fue atraído por muchas chicas, mientras que Haymi evitaba a muchos hombres. Había aprendido la lección. Era como dejar que todos compitieran por ella. Cuando vio la situación, recordó el mensaje de Nadin: "No trabajes duro para encontrar un hombre que te ame, trabaja duro para que el hombre indicado te mire y te busque; él se pondrá a tu medida y bajo tu merced". Ella sonrió para sí misma; nunca había sabido nada. Ahora tenía todo claro.Ángelo evitó que Esmeralda entrara en esa reunión. Estaba a un lado, mirando a Nad
—El que esté limpio, sin nada de un pasado macabro y oscuro, que tire la primera piedra.Ella los miraba, observando sus gestos, buscando una palabra coherente para decir. Jerder estaba en su límite; no podía creer que ella fuera tan cruda en ciertas formas. No le importaba cómo reaccionarían, solo le importaba el resultado. ¿Acaso ella había cambiado a otra persona? Se hacía la misma pregunta una y otra vez. Lo que más le confundía era su sonrisa. Ella sonreía malévolamente. Jerder miró a los hombres en la mesa, que buscaban palabras en sus cabezas.—Ya que todo cae en un punto muerto, no hay de qué discutir.Sus palabras tenían doble sentido. Su voz magnética y ronca ya no era como Nadin solía escucharla, sino la versión del empresario temeroso. Su mirada irradiaba poder y maldad.—¿Todo ha terminado, todopoderoso Jerder Klen?Ella dijo su nombre completo, no solo para despertar su enojo, sino también su límite. Jerder la miró y su frente se arrugó. Su imponencia y poder se mostraron