—Iré directo al grano. Supuestamente me conoces, sabes quién soy porque estoy aquí, y las razones por las que debería buscarte. Quiero que ya conozcas esa palabra, no vale la pena que yo quiera mencionarla para decirte lo que quiero.—Una mujer con palabras clave y directa es una que no se encuentra a menudo. ¡Me agradas bastante!—Y a mí me pareces un hombre muy hablador. Ellos ya no me hacen falta; voy a decirte eso.—¡Ruda! Eso es bueno. Una mujer ruda que no se doblega, me gusta mucho más.—Quiero aliarme contigo, y supongo que sabes cuál es el motivo.—¿Aliarte conmigo? Supongo que ya me conoces. ¿Por qué quieres salir conmigo?—Diría que poco, pero no me importa. Lo poco que sé, porque del poco saco mucho, y de lo mucho rinde muy poco.—¡Palabras célebres! Eres muy buena. Supones o ya sabes que aliarte conmigo es como venderle tu alma al diablo.Exploté en risas; no esperaba que él dijera eso. Pero si yo sabía algo, es que no tenía alma. Era algo que ya estaba muerto. Si le perte
La tarde era hermosa y luminosa en el valle. La conversación entre Jerder y Nadin prosiguió, pero llegó un momento en que una hermosa sonrisa se dibujó en los labios de Nadin. Me preguntaba qué la mantenía tan sonriente; nada concreto se me vino a la mente. No había hecho nada para mantenerla así. Tenía una sonrisa encantadora. Lucía dulce y atractiva, muy atractiva. Los hoyuelos la hacían aún más hermosa.NarradorLa mañana fue caótica en la SR Corporación. Esmeralda nunca en su vida esperaría un correo electrónico así. Había llamado a varios hackers para rastrear la dirección IP del mensaje, pero al enterarse de que provenía de la emperadora, nadie más quiso aceptar el caso. No querían más problemas. Esmeralda estaba enfadada; trató de comunicarse con Ángelo, pero todo fue en vano. Nadie podía aguantar su humor en la empresa.La reunión de la mañana fue un desastre. Nadie imaginaba que un correo pudiera sacar a la presidenta de sus cabales. Quien fuera que había conseguido esa hazaña
Nadin sentía una inquietante sensación de desesperación y agravio acumulándose en su pecho. Estaba atrapada en un torbellino de emociones, deseando liberar todo el dolor y la tortura que la atormentaban, pero sabía que no era el momento adecuado. Tenía que enfrentar a Ángelo, que debía saber que ella era Nadin Stomcling. Sin embargo, el día en que él descubriera que era la mujer que había arrojado a la prisión aún no había llegado.Mientras tanto, Jerder notó la preocupación y el disgusto en ella. Con un tono conciliador pero firme, habló para salir del lugar:—¡Señor Clindy! Mi mujer ha bebido mucho y se pone un poco enojona. Me retiro para que no lo vaya a enfadar.Al escuchar eso, Nadin se levantó primero y tomó camino hacia la salida. Pero al pasar cerca de Ángelo, notó una frase muy corta que resonó en sus labios: “Nadin, sé que eres tú”. Ella hizo caso omiso, como si no lo hubiera escuchado, como si esas palabras no hubieran sido pronunciadas. Hizo todos los gestos, habló de toda
—No vale la pena llorar por él. Solo me doy cuenta de lo estúpida que fui. ¡Qué ingenua y sin cerebro fui por amar a una persona tanto tiempo! Ni siquiera dudó en arrojarme a la prisión, dejarme pudrirme. Una persona que no me ha escuchado, que se encargó personalmente de incriminarme y dejarme medio muerta en todas las City Olens. ¿Quién era yo? ¿Por qué debería llorar?Jerder escuchaba atentamente, esperando que su explicación fuera una oleada de emociones complejas. La luz que apareció en su rostro le hizo entender que esta mujer no estaba llorando por él, sino porque había sido una estúpida al quedarse enamorada de alguien que no la merecía. Se preguntaba cómo había llegado a convertirse en lo que era. Quería llegar al fondo de su corazón y ver el mar ensangrentado de lodo oscuro que llevaba dentro. Deseaba entrar en su corazón y limpiar el dolor que ella sentía. Él quería que fuera la mujer más feliz del mundo, pero justo como ella, él también cargaba una pesada liga de emociones
Jerder llamó a Shasa, su chica de confianza, pidiéndole que trajera un conjunto de dormir para Nadin y que la cambiara. Shasa, sintiéndose celosa, nunca había visto a su jefe con una mujer tan pegada a él. Cuando entró en la habitación y vio a Nadin, se sorprendió al notar una marca en su cuerpo. Sin cuestionarlo, pensó para sí misma que esta mujer debía haber pasado por mucho en la vida. A pesar de sus celos, se tragó sus sentimientos y cambió a Nadin, saliendo rápidamente de la habitación con una mezcla de frustración y curiosidad.Jerder terminó su baño y entró en otra habitación, donde decidió descansar. La noche había sido larga y llena de emociones, y necesitaba un momento de calma. Mientras se acomodaba en la cama, no podía evitar pensar en Nadin. Su belleza, su vulnerabilidad y la fuerza que había mostrado, a pesar de todo lo que había pasado, lo intrigaban. Sin embargo, también sabía que debía ser cuidadoso; el pasado de ella era un terreno delicado.Por la mañana, Nadin se de
Nadin, enojada, dejó la torre de Jerder con el corazón palpitante. Su mente estaba llena de confusión y rabia. Tomó un taxi y se dirigió al centro comercial Central S, un lugar conocido por su gran afluencia de personas. Mientras el taxi avanzaba, no podía evitar pensar en lo que había sucedido. La imagen de Jerder sonriendo maliciosamente se repetía en su mente, y eso solo aumentaba su frustración.Al llegar al centro comercial, Nadin se bajó y comenzó a caminar sin rumbo fijo. Compró algunas cosas que le gustaban, pero, sin darse cuenta, había alguien siguiéndola en cada paso. El bullicio del lugar la envolvía, pero su mente estaba en otro lado. En un momento, se detuvo y miró el centro por un largo rato, recordando sus días de compras con Amanda, su mejor amiga. Juntas recorrían cada tienda, riendo y disfrutando de su compañía. Respiró hondo, intentando ahogar la nostalgia, y entró en una de sus tiendas favoritas.Era casi la misma empleada de siempre, un lugar que había crecido baj
Nadin entró al restaurante "La Rosa", un lugar elegante y exclusivo, famoso por su famoso té de rosa y sus deliciosos postres. Era la hora de la tarde, y el ambiente estaba lleno de mujeres ricas que venían a disfrutar de la exquisitez del lugar. El aroma del té recién preparado llenaba el aire, y el sonido suave de la música clásica creaba una atmósfera relajante. Sin embargo, en el corazón de Nadin, un nido en llamas clamaba venganza.Se detuvo un momento frente al letrero del restaurante, recordando a Amanda. Ellas solían venir aquí, reír y compartir pasteles, disfrutando de su compañía. Esos recuerdos la invadieron, haciendo que su temperamento cambiara rápidamente. Las miradas de los transeúntes se posaron en ella, admirando su belleza, pero Nadin no se dejaba llevar por las apariencias. Con determinación, cruzó la puerta del restaurante.Desde el instante en que puso un pie dentro, todas las miradas se centraron en ella. Un mesero se acercó rápidamente.—¡Muy buenas, señorita! ¿U
Esmeralda miró a Claverio, deseando devorarlo con la mirada. En ese momento, el chef Pierre se acercó con una sonrisa.—¡Mi querida, pasa a mi oficina! ¡Hablaremos un poco! —dijo, intentando llevarse a Esmeralda de la tensión que se había creado.Esmeralda se enojó, sintiendo que la dejaban en ridículo.—¡Estamos ocupados! —respondió, con un tono que desbordaba desdén.—¡Pues yo he terminado de tomar mi té y de comer mi pastel! Tengo mucho que hacer —replicó Claverio, decidido a marcharse.—¡No puedes irte hasta que yo lo diga! —exigió Esmeralda, sintiendo que su autoridad estaba siendo desafiada.—Lamento decirte, señorita Stomcling, que no tienes ese poder sobre mí —dijo Claverio, con una sonrisa burlona en su rostro.—¡Claro, hablemos de negocios! —replicó ella, tratando de recuperar el control.—¿De negocios? ¡De eso ya se encargó tu prometido! —dijo Claverio, mirándola con desdén.—¡De muchos negocios, y acepto todas mis condiciones! Debo marcharme —dijo, esbozando una media sonri